Ser una chica tímida de ciudad, cambiar de secundaria y mudarte a un pueblo es una de las cosas más difíciles que puede vivir una adolescente, en especial cuando decidió hacer todos estos cambios a mitad del último año de secundaria. ¿Por qué tomo esa decisión? Es algo que no tiene mucha importancia por ahora, lo que realmente importa es que hará para adaptarse a tantos cambios juntos.
-Levántate, ya es tarde y debes llegar temprano, es tu primer día- Escuché decir a mamá desde la puerta de mi habitación. No podía levantarme de la cama, había pasado toda la noche sin dormir, pensando en todo, no estaba segura de que esta haya sido la decisión correcta. Pero eso ya no importaba, para bien o para mal ya me arriesgue.
Reuní todas las fuerzas que pude y me levante de la cama. Al llegar al baño y verme en el espejo pude notar las enormes ojeras que se dibujaban debajo de mis ojos. -Genial, que buena imagen tendrán mis nuevos compañeros- Pensé sarcástica.
Cepille mis dientes, me di una ducha con agua fría, me coloque el uniforme (que odiaba), peine un poco mi cabello e intente disimular un poco las ojeras con algo de maquillaje. Vi mi reflejo en el espejo del pasillo y... Ni hay nada de especial o bueno, no me gusta nada de lo que veo en el, soy delgada, mi cabello siempre luce despeinado por más que intente arreglarlo y mi rostro no tiene nada de atractivo.
-¡Amber!- Gritó mamá. -¿Que estas esperando? Se hace tarde, apresúrate.- Sus palabras me hicieron salir de todos mis pensamientos negativos-
Tomé mi mochila y salí del apartamento. Una brisa helada hizo que la tela de mis anchos pantalones se sacudiera, mi madre me obligo a usar pantalones muy anchos para la secundaria, lo cual no favorecía en nada a la poca seguridad que sentía, pero discutir con mi madre nunca tenía sentido, ella siempre quería tener la razón, así que me resigne a ir con mis "súper" pantalones.
Al llegar, muchas miradas se posaban en mí y escuchaba como murmuraban. Pero no eran esas clases de miradas que te gustan y te hacen sentir halaga. NO. Eran las clases de miradas que te hacen sentir intimidada, incomoda e insegura. No podía hacer más que ignorar todo y seguir caminando.
Me detuve a un lado de la entrada para enviarle un texto a la única chica que conocía de la secundaria, era la sobrina de una amiga de mamá. *Hey, ya llegué ¿Dónde estás?* escribí mientras mis manos temblaban por los nervios. Por primera vez me di un tiempo para observar la estructura del lugar, lucia tan anticuado y deteriorado, no se comparaba con mi anterior secundaría. Justo en ese momento, al recordar mi anterior secundaria, a mis amigos y todo lo que deje atrás, sentí un fuerte pinchazo en el corazón. Aún dolía haber dejado tanto, aunque ya había pasado más de un mes sin ellos. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no les permití salir y como pude dibuje una sonrisa en mi rostro al ver que Angélica se acercaba con dos chicas más.
-Corre, ya estamos formados- Dijo apresurada jalando mi brazo y arrastrándome detrás de ella-
Angélica era morena, peli negra "liso", un poco delgada pero de caderas voluminosas y media un poco más de 1.60, tenía un rostro que daba la impresión de ser la chica más tranquila del mundo, pero tenía un carácter bastante difícil de soportar.
-Disculpa, que mal educada soy- Dijo soltándome el brazo. -Ellas son Karen y Evelyn- Las señalo con la cabeza-Muchachas, ella es Amber y va a estudiar con nosotras.- Dibuje la mejor sonrisa que pude y estreche la mano de ambas.
Por alguna razón, no me sentía para nada cómoda aún. Así que me llene de paciencia y me formé de ultima.
......................................................................................................................................................................
-El profesor Miguel no vino- Espetó una chita tan pequeña como Angélica, que se acercaba a la mesa donde Karen nos había conducido. La mesa estaba rayada con insultos, dedicatoria de amor y odio que me dedique a leer mientras las chicas conversaban. Hablaban de personas que no conocía y que tampoco necesitaba conocer, me sorprendía lo chismosas que podían ser las mujeres. Su principal tema de conversación era quienes habían quedado embarazadas, quienes habían dejado de estudiar, quien se pasaba la vida ebrio y cosas así. Temas que no me importaban en lo absoluto.
Saque mi teléfono y me sorprendió no tener mensajes de mis amigos. Lo guarde un poco decepcionada y al alzar la mirada me percate de la llegada de varios chicos, Angélica me presento a todos, nadie especial hasta el momento, lo cual me decepciono bastante mis expectativas al llegar a un lugar nuevo siempre incluyen conocer a chicos guapos y personas interesantes, pero aquí no había ni un pequeño rastro de ello.
El resto de la mañana transcurrió así, las chicas hablando de la vida de gente que yo no conocía, algunos chicos jugando cartas, otros jugando fútbol, los que parecían ser el grupo "nerd" solo hablaban en voz baja en un pequeño muro a un lado de la mesa y por ultimo yo, la chica nueva asocial, retraída en mi teléfono esperando que alguien se acordara de mí.
–Vayámonos, ningún profesor dará clases hoy- Soltó Angélica mientras tomaba su bolso. Jamás me había sentido tan feliz por irme de un lugar, aparte de que mi trasero dolía por las 2 horas que pasamos sentadas en ese incomodo banquillo. Me sentía como la intrusa en aquel lugar.
Todos siguieron a Angélica.
–Qué día tan productivo ¿no?- Espetó un chico moreno, alto, no muy delgado-
–Sí, gracias a Angélica por hacernos asistir a todos- Siguió un chico bajo, moreno un poco más gordo que se encontraba adelante-
–Ay, yo solo quería que conocieran a Amber y que le diéramos la bienvenida todos.- Espetó Angélica frunciendo el ceño. Todos al unisonó soltaron un sonoro "awwww" para luego estallar en carcajadas. Que Angélica haya hecho eso me parecía un excelente detalle y no podía pedir más para ser el primer día.
Sonreí y los seguí en silencio hasta llegar a la esquina de la secundaria.
–Bajas por esta calle y ahí está la parada- Dijo señalando una pequeña callecita frente a nosotros.
–Chao- Me despedí en el tono de voz más fuerte que mi timidez me permitía.
Comencé a bajar por la calle que Angélica me había indicado, pensé que estaba sola hasta que escuche la voz de tres chicos atrás. Dos de ellos pasaron a mi lado, eran dos de los chicos del salón, recordaba sus rostros más no sus nombres.
–No pienses que te estamos siguiendo, vivimos por aquí- Explicó uno de ellos riendo-
–Tranquilo, no pienso que me siguen.- Espete con una sonrisa y seguí caminando sin prestarles más atención.
El tercer chico pasó un poco después, poso su mirada penetrante en mí y en sus labios creció una sonrisa traviesa. El acto produjo una extraña sensación en mí, pero no podía permitir que él se percatara de eso, así que sostuve su mirada con naturalidad.
–Adiós- Susurro alejándose rápidamente para alcanzar a sus amigos.
De mi boca no salió palabra alguna, su mirada nublo todo pensamiento que se encontrara en mi mente. Y allí recordé que lo había visto, si, era uno de los chicos que estaba jugando fútbol, pero Angélica no nos presentó.
–Genial, el único chico lindo y no me lo presentan, que suerte- Pensé mientras paraba al bus. Antes de subir a él, quise mirar una vez más a aquel chico, para mi sorpresa este se encontraba mirándome y al ver que nuestras miradas chocaban su sonrisa se amplió, subí al bus sin regalarle una sonrisa, ni una mirada más.
Aunque su mirada me intimidara y provocara repentinas sensaciones en mí, no se lo demostraría.
***Bueno, ésta es la primera historia que publico, si les gusta seguiré escribiendo (y de verdad espero que les guste) y sino pues... no e.e La historia tendrá bastante drama y humor, pero se basara más en la vida real y no en las historias de amor que se acostumbra a leer. De verdad espero que sea de su agrado.***
ESTÁS LEYENDO
Atracción Fatal
Teen FictionUn nuevo lugar, un nuevo comienzo. Todo eso suena tan abrumador para solo una chica de dieciséis años. Sin embargo, no todo es tan mal como lo pinta. Unos ojos tentadores y una sonrisa traviesa le darán toda una vuelta a su vida. Nunca pensó que ten...