Lluvia (Wigetta).

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El frío de esa noche estaba congelando hasta los huesos al pequeño e indefenso chico, eran ya pasadas la una de la mañana y Guillermo estaba caminando lo más rápido que podía para llegar a su hogar antes que la lluvia se desatará.

Pero no lo consiguió.

Grandes gotas de lluvias a montón empezaron a caer del cielo cuando el se detuvo en un parque. Corrió a refugiarse bajo un árbol y se apoyó contra el duro roble y cerró sus ojos.

Justo ese maldito parque, parecía hasta obra del destino. Abrió sus ojos y miro cada detalle. El pasto mojado, el cielo negro, las bancas de los parques, las hamacas mojadas. Todo le traía malditos recuerdos que atormentaban su cerebro. Para él era como una película vieja que se repetía una y otra vez en su cabeza, pero estar allí y en ese día tan triste era peor que eso.

"-Eres tonto, chaval -La risa de Samuel pudo haber resonado por toda la manzana perfectamente- Te dije que no lo hicieras.

Guillermo lo miró incrédulo antes de empujarlo de aquellas bancas de madera vieja y degastada. Ahora era él quien reía.

-Mira que te destruyo -El derribado rio por el intento de sonar amenazador de Guillermo-.

Samuel se paró del pasto y caminó a su compañero. Su mano se posicionó sobre su mejilla y la acarició suavemente. El cuerpo del más pequeño tembló por dentro y su respiración se entrecorto, y era increíble que solo él pudiera hacer eso.

-Pero si tu eres un amor -Junto sus frentes- Te podría hasta comer de lo dulce que eres.

Su corazón iba a mil por hora, sentía que si no se apartaba iba a venirle un ataque al corazón

-Eres tonto -Guillermo dijo las únicas palabras que pudo vocalizar-.

-Pero tu me quieres así -Y una sonrisa pintó los labios de Samuel-."


Su cuerpo se deslizó por el tronco hasta quedar sentado en el piso, sentía como el aire a su alrededor se oprimía hasta empezar a desaparecer, pero esta vez no de la linda forma que fue antes, sus ojos empezaron a arder y sabía lo que venía.

-No voy a llorar de nuevo, no de nuevo -Su voz rota suplicó para si mismo- No lo vale, de verdad...

"-Sal de esa, la quiero -El de ojos achinados cruzó sus brazos y protestó- Sabes bien que yo siempre elijó la verde.

Samuel se reía por dentro, no había nada más gratificante que ver enojar a Guillermo, y más aún si era por algo tan estúpido como unas hamacas.

-Es que no hay moradas aquí y el verde es un bonito color, ¿no crees? -El mayor usó su típico tono provocativo como para hacer sacar de quicio a cualquiera-.

-Joder chaval, te juro que te voy a golpear.

Samuel agarró de la cintura a su acompañante y lo posiciono sobre sus piernas.

-Podemos usarla los dos, -La voz de Samuel sonó entre picara y dulce para los oídos de Guillermo- juntos.

Los mofetes grandes de el menor se tornaron de color carmesí. Esas estrategias de Samuel lo traían loco. El chico en si lo traía loco. Todo en él le encantaba. Desde su cabello hasta las puntas de los pies, Samuel lo había enamorado sin siquiera darse cuenta y ahora no podía dejar de pensar en él y en lo mucho que quiere pasar el resto de su vida con él."

Guillermo sujetó su cabello y empezó a llorar, todos esos recuerdos eran una maldita tortura.

"Samuel se paró sobre el banco y señaló al pequeño Guillermo.

Drabbles de Youtubers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora