Capítulo 10. "La pequeña Amy"

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Miro la puerta del salón mientras recargo mi mejilla en la palma de mi mano. Suelto un suspiro al ver la hora y resignada, lanzo una leve mirada al asiento vacío a mi lado. Comienzo a escribir los mapas conceptuales del pizarrón mientras me obligo a no mirar la puerta otra vez.

Ya casi era una semana a la que faltaba a clases, sin contar sábado y domingo. James no venía a clases y una rara preocupación comenzaba a desencadenarse.

El único día que se presentó fue el miércoles, el día que las clases comenzaron formalmente. Ese ha sido el único día hasta hoy, que ha asistido, y pareciera que lo hizo apropósito, sólo para burlase de mi mal estado, aunque ninguno de los dos hablamos. Cada quien estaba en su mundo y yo tenía una fuerte lucha en mi mente en la que daba buenos argumentos para hablarle y algunos realmente buenos para no hablarle.

Aquel había sido un día duro, ya que aún tenía residuos de la resaca del día anterior y casi todo me ponía de mal humor, hasta que él estuvo a mi lado y yo no supe que hacer.

No tenía ni la menor idea del por qué faltaba; si estaba enfermo, se había dado a la fuga o estaba con su novia. En realidad, no me importaba... o quizá sí, pero me obligaba a que no, y eso me confundía más.

Y tampoco tenía la menor idea de porque estaba más concentrada en sus faltas que en las clases.

Suelto un pequeño suspiro y miro al frente dispuesta a poner atención a lo que resta de clase. Al fin de cuentas, ya era miércoles, sólo me quedaba esperar dos días para poder descansar y levantarme tarde.

Ya te levantas tarde.

-Más tarde.

*

Sí, puedes hacerlo, eres Courtney la chica torpe, ¿Qué saldría mal?

-Ese es el problema.

Pero necesitas el dinero.

Y ahí estaba, la chica desastre parada frente a una cafetería discutiendo con ella misma para ir a conseguir el empleo.

Tenía que conseguir el empleo, no sabía si mi mamá o Steve me mandarían dinero para sobrevivir y comprar cosas que llegara a necesitar, por lo que tenía que tener dinero antes de que estuviera en banca rota y me viera necesitada en pedirle dinero al tonto de Lucas.

Decidida, y con miedo, me pongo el cabello que me estorba en la cara detrás de la oreja y abro la puerta, provocando que una campana tintinee un poco. Lo primero que noto al entrar, es el fuerte olor del café caliente, lo segundo, son todas las personas que hay en el lugar y lo tercero, la clásica y bonita estructura del lugar: cuadros con fotografías viejas con su respectivo pie de foto, algunos muebles rústicos con pequeñas artesanías relacionadas con el café y al fondo del cuadrado lugar, cerca de una ventana con vista a la calle, una pared negra, con varios dibujos de muchas cosas hechos con gises de colores.

Camino hacía la caja registradora donde está una chica revisando su celular. Intento aclarar un poco mi garganta antes de hablar. La chica, un poco espantada, levanta la vista, deja el celular en la barra, se acomoda el uniforme y me sonríe.

—Hola, ¿En qué te puedo ayudar?— su voz de la chica era linda, no aparentaba tener más de dieciséis.

—Oh, descuida, no vengo a ordenar nada.—intento sonar amable.— vengo por el empleo.

—¿El de cajera?—pregunta un poco esperanzada.

—Sí.

—Al fin, ya no estaré sola.— murmura.— Iré hablar con la dueña del lugar, espera un momento.

Acepta que nos hemos enamorado. ¡Disponible en todas las librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora