VII

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Sentíamos demasiado para lo poco que hacíamos,
era una especie de maldicion,
un querer,
pero no poder,
porque a veces por mucho que quieras, no se puede.
Y lo nuestro nunca pudo ser.

Quizás se me atragante una tormenta cada noche,
y quizás cada vez que llueva el cielo,
también llueva yo,
y esa sal se meta en mis heridas.
(tu eres la sal).

Ya sabes,
si juegas con fuego al final te quemas,
si bebes demasiado...
Bueno,
entre beber y tenerte a ti,
prefiero beber.

¿alguna vez escuchaste que un abrazo de la persona indicada puede reparar un corazón roto?
Contigo nunca fue así,
con cada abrazo yo me rompía un poco más.
Y al final,
termine siendo polvo,
y tu soplaste.
Hay cosas que nunca deben ser.
¿no crees?

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Lo más irónico de todo es que, después de tiempo,
me di cuenta que la sal no era él.
Era yo.
Siempre fui yo,
yo fui él que sintió cosas que no debía.
Y fui yo quien intento meter el corazón a la fuerza donde no cabía.

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