Velas Amarillas

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Vivo con mis padres en una gran mansión llena de hermosos cuadros y ventanales grandes donde se puede apreciar todas las maravillas del exterior. Según ellos lo tengo todo, ya que somos una familia adinerada y me pueden consentir en todo sentido. Una parte de mí siempre va a estar agradecida con ellos por todo lo que me dan pero otra parte solo espera recibir un abrazo y oír algo como "estamos orgullosos de vos".

Hace unos años coincidí con Leo, quien desde entonces es mi mejor amigo. Mi familia no acepta nuestra amistad, ya saben lo típico de "si te ven con él podrías arruinar nuestra carrera" pero los entiendo, su madre fue obligada a tenerlo así que cuando nació lo dejó con su padre quien actualmente está preso. Lo que no entiendo es como un padre puede ser capaz de dejar inconsciente a su propio hijo y ponerse a ver el partido con una cerveza en manos. 

Recuerdo el momento que nos conocimos como si fuera ayer. Ese día no había sido el mejor, estaba agotada. Había llegado a casa y no tenía más cereal así que enojada fui a comprar. Ahí estaba, la última caja de cereales, corrí hacia ella pensando que por fin algo me saldría bien pero de un momento a otro alguien más tenía la caja.

-Es mía, yo la vi primero- dije enojada.

-Yo la agarré-dijo confundido. 

-Como sea, espero que te ahogues al comerlos, idiota- dije y salí de aquel lugar. Luego de un rato él salió con la caja de cereales en mano, se dirigió hacia mí y me tendió la caja. Negué con la cabeza.

-Todavía no me ahogue- dijo entre risas. 

-Que idiota- dije, mientras me preparaba para irme.

-Soy Leo, ¿te parece si intercambiamos números?- dijo todavía riendo.  

-¿Te acabo de llamar idiota y me pedís el número?- pregunté confundida. 

-Por ahí solo fue un impulso y terminamos siendo pareja, ¿quién sabe?- dijo. 

-No es una película, ni un libro, deberías ser un poco más realista- dije. 

-Soñar no cuesta nada- comentó con una sonrisa.

-Como digas- contesté.

-Entonces, ¿me das tu número o no?- preguntó.

-No te conozco, ¿por qué te lo daría?- dije cada vez mas confundida.

-Porque podemos conocernos- afirmó.

-Lamento haberte llamado idiota, creo que no fue lo correcto- dije e intente sonreír. 

-No te preocupes, de todas formas eso no responde mi pregunta- dijo entre risas.

-Está bien- dije e intercambiamos números.

Es loco pensar que todo pasó hace cinco años.

-A veces la vida puede llegar a ser tan sorprendente, ¿Quién iba a pensar que esa última caja de cereales del supermercado le daría comienzo a una gran amistad?- dijo Leo entre risas.

-Bueno, hay quienes creen que las mejores amistades comienzan por algo loco, raro o absurdo- dije pensativa.

-Siempre con tu lado filosófico- contestó y ambos nos reímos. Luego de un rato nos quedamos en silencio, contemplando el cielo y el canto de algunos pájaros.

-Quiero decirte algo- rompió el silencio.

-Leo, creo que deberíamos dejarlo para otro momento, mis padres deben estar por llegar y ya sabes lo que piensan de nuestra relación- dije.

-Sara, lo siento pero estoy cansado de estar escondiéndome de ellos. Quiero llevarte a conocer nuevos lugares y que vivamos más experiencias, no me malentiendas, disfruto pasar todo el día en tu jardín pero a veces me gustaría hacer algo mas- dijo con la voz entrecortada.

-Lo entiendo y a mí también me gustaría, pero es más complicado de lo que parece- intenté explicar.

-Está bien, no te preocupes. Mejor me voy, no quiero que tengas problemas con tus padres- dijo sin poder mirarme y se dirigió a la salida.

-Enserio no sabes cuánto lo siento, desearía que las cosas fueran diferentes pero no lo son- dije en un susurro.

-Sin embargo podrían serlo, Sara. No quiero vivir en las sombras por lo que pasó con mi padre, no quiero pagar por sus errores, no hice nada y merezco vivir mi vida pero no es lo mismo sino puedo disfrutarla con vos- dijo con lágrimas en los ojos. Corrí a abrazarlo, no podía verlo así.

-Leo, realmente no entiendo que es lo que te hizo cambiar de idea, digo, hace cinco años que pasamos todos los días en mi jardín y nunca me habías dicho nada- añadí.

-No sé cómo decirte esto pero...-dijo casi llorando.

-¿Pero qué?- le pregunté.

-Me mudo en dos semanas- explicó en un susurro.

-Y yo mañana- dije riendo (Siempre hacíamos bromas como esas y pensé que esta no era la excepción).

-Sara...-intentó hablar.

-No, por favor- dije desesperada.

-Lo lamento, no sabía cómo decírtelo- dijo con lágrimas en los ojos.

-¿A dónde?- pregunté.

-Italia-afirmó.

Esa semana le preparé una despedida. No podía creer que dentro de unos días nada volvería a ser como antes y la única forma de estar en contacto sería a través de una pantalla.

Le regalé una caja con velas blancas para que las prendiera cuando esté feliz, otra con velas azules para que les recuerden a mi (era mi color favorito) y finalmente, una con velas amarillas por si las cosas no iban bien. Él también me regaló algo, fue muy lindo de su parte darme su anillo favorito para sentir que una parte de él todavía está conmigo.

Leo era una persona muy alegre, pero últimamente me dice que no tiene ánimos para nada, que no se siente bien y que ya no puede más. Realmente hago todo lo posible por ayudarlo e intento motivarlo pero a la distancia es complicado.

Habiamos acordado que si un día se encontraba muy mal podia llamarme o mandarme corazones amarillos en caso de que no pueda responder. 

04 de agosto*

17:30

✓- Sara, estás?- 

✓-Hace 3 días no hablamos ni te llegan los mensajes, ¿estás bien? Escribime apenas puedas por favor y decime que estás bien- escribió

20:50

✓-Sara? no quiero molestarte, pero ¿hice algo que te molestó?

05 de agosto

18:15

✓✓- Hola Leo, ¿Cómo estás? No tuve tiempo para responder, perdón. Estoy con muchas cosas, ya sabes lo del estudio y el trabajo a la vez no es fácil- 

18:18

✓- Hola Sara, tranquila lo entiendo, pero estaba preocupado.

20:40

*Llamada perdida de Leo💚*

✓- Te extraño, extraño que hablemos, Sara💛-

00:10

✓✓- Leo, estoy en una fiesta, probé todos los tragos del lugar. Esto es genial- 

✓✓- No cambias más, cuidate tonta-

Me levanté exaltada al oír el timbre, bajé y me quedé inmóvil contemplando una caja que llevaba mi nombre. Al cabo de unos segundos reaccioné y subí corriendo para buscar el celular, solo esperaba estar equivocada. Intenté contactarme con él pero no responde, mis ojos se llenaron de lágrimas. Bajé en busca de esa caja y al abrirla me encontré con velas amarillas, eso solo significaba una cosa, su despedida.


Unidos Por Velas  *One-Shot*#Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora