8. Pesadillas

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Aunque había llegado a aceptar el hecho de que Riden me gustaba un poco, sabiendo que su personalidad hasta el momento de conocerlo era muy aborrecible y que para nada ninguna chica, ni estando loca, se metería a tener una relación con él, pero doy las entradas al concierto de mi cantante favorito de que a él no le falta un polvo cada noche o unas cuantas lanzadas que quieren pasar la noche con él.

Pero yo no soy ninguna de ellas, después de lo que paso... Estaba dispuesta a no ceder ante ningún encanto viril, pero maldita sea, con solo una mirada y unas cuentas palabras con su voz cargada de seducción había caído fuertemente anhelando el toque de sus labios, pero ahora que estaba fuera del alcance de su malvado veneno seductor podía pensar con lógica y razonamiento.

Rinden no un iba hacerme volver a caer como perrito faldero de nadie.

La Kerd Lemaire que había sido hace un par de años atrás había muerto en ese accidente y la nueva Kerd Lemaire que nació de ello no había dejado que nadie lograra entrar en su mundo. Si bien es cierto, había cerrado todo de mi y que no había mantenido relaciones con ningún tipo desde hace mucho eso no quería decir que no había vacilado con algunos. Estoy muy consciente de mi cuerpo y la mirada que tengo pues estos eran mis atributos que solía usar cuando corría y son los mismo que me habían ayudado a matar y herir más corazones de los que podía imaginar.

Amaba esa sensación de herir a alguien aunque nunca supe el porque los chicos con un solo beso o caricia cargada de seducción y sabiendo que mi sueño era matar los corazones de los hombre mujeriegos, ellos lograban quedar enamorados hasta las patas de mi. Esa parte extraña de mi ser nunca me ha gustado hasta cuando me plantee mi plan de venganza.

Pero había algo en Riden que por muy extraño que sea me había logrado calmar. Era como si todos esos poderes que había descubierto a los doce años fueran apagados.

Me alejaría de él.

El resto de la tarde paso de lo más aburrido. Las ventas estuvieron como suelen estar los lunes... Muy agradables y muchas.

Durante las clases yo solía dormir en mi departamento a excepción de los días en que había alguna reunión en la familia o algo por el estilo.

Esa semana como no había nada, iría al departamento.

Después del trabajo, mientras me dirigía a casa recorde lo que había pasado la ultima vez. Al llegar a la esquina me pare durante un momento a ver hacia la lámpara, tengo una leve esperanza de volver a verlo. Pero nada ocurrió. Doy la vuelta y giro la esquina pero una fuerte halada me lleva a regresar la vista a la lámpara. Una sombra negra atraviesa la luz, mis ojos se acostumbran a la oscuridad y lo veo, parado atrás de la luz y actúa casi como si la repudiara, con su típico traje compuesto por chaqueta negra, unos jeans negros y sus botas militares o supras, pero esta vez llevaba unas gafas oscuras que no dejaba ver sus ojos, pero yo si podía, ese era otro beneficio e irradiaba un fuerte halo oscuro. Si decía que no me había dado miedo era mentirosa pero realmente eso me recordó a la primera vez en que lo conocí, parecía como si él no perteneciera a este mundo, como si todo lo que había conocido hasta ahora no fuera lo que el mundo llama total. Se siente como si hay más, mucho más escondido y él lo sabía.

Mi respiración se paraliza cuando su mirada gris se enfoca en la mía. No sé por qué tengo la sensación de que he cometido un délito pero solo quiero salir corriendo y perderme, perderme en la luz porque por primera vez la oscuridad me causa pánico. Y sin más, corro tan rápido como puedo.

No puedes ir al departamento, él sabe que vives ahí.

Pero si voy a casa, pondré en peligro a mi familia.

Escape AnormalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora