17-Problemas en el paraíso

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El nombre de Sofía no había vuelto a sonar en muchos días y la relación entre Remus y Tonks no podía ser más bonita.

Cierto día, mientras Tonks disfrutaba de su día de descanso recostada en las piernas de su novio, los problemas comenzaron a surgir.

-¿Quieres ir al parque a dar una vuelta? -dijo Remus bajando el libro que leía.
-Estaba a punto de sugerirte eso, hay un parque cerca de mi casa que tiene los mejores algodones de la ciudad.
-¿Alguien dijo algodones? -dijo Sirius asomándose por la puerta abierta de la biblioteca.
-¿No te dijeron que es de muy mala educación espiar, Sirius? -dijo Remus negando con la cabeza.
-Pase doce años en Azkaban y no estoy tan amargado como tú, ¿cómo demonios es eso posible?
-No vayan a comenzar, por favor -dijo Tonks levantándose de dónde estaba-, ¿quieres portarte mal, tío?

Remus bajo el libro de inmediato, esa oración no le agradó en lo más mínimo.

-Conozco esa mirada, yo te heredé esa mirada.
-No creo que sea prudente lo que están pensando.

Sirius tomo un libro y lo lanzó directo a la cabeza de Remus.

-¡Deja de hacer eso!
-Tú pequeño pedazo de... -Remus se levantó pero una mano lo detuvo.
-¡Vamos al parque! -dijo Tonks aplaudiendo.

En cinco segundos ya no habían tres personas, sino dos personas y un perro.

-Me parece que no te has quejado en algo de tiempo, Remus.
-Mi adrenalina me lo impide, solo espero que Alastor no se entere de esto.

Salieron de Grimmauld Place usando un perfecto hechizo de ocultación, la pareja acompañada del inusualmente grande perro se metió al callejón más cercano.

-¿Lo hará como perro?
-Supongo que su poca inteligencia no le permitió pensar en eso -dijo Remus-, si se convierte en humano justo ahora, lo hará desnudo.

El perro mostró los dientes como si se dispusiera a morder, pero se contuvo, Sirius sabía que era verdad, con la alegría de salir, no pensó en nada más. Todos aparecieron en un terreno baldío cerca del parque. 
El perro gigante o el cabello rosa chicle de Tonks, llamaban mucho la atención de los demás muggles.

-El perro de su sobrina es increíblemente grande, señor -dijo una vieja señora que caminaba a un lado de ellos.
-Ella... ah, sí.
-No es mi tío, es mi novio y el perro ni siquiera es tan grande -dijo Tonks mientras tomaba la mano de Remus para cambiar de dirección.

-Ire a comprar el algodón, tú quédate aquí con Canuto -dijo Tonks cuando habían encontrado una banca.
-De acuerdo -Remus se sentó con la cara de incomodidad que le había dejado el encuentro con la anciana y el perro ladró-, creo que él ira contigo.
-Está bien, solo no ladres, porque llamas más la atención, ¿tú estás bien?
-Sí, sí, vayan que yo los espero aquí.

Mientras Tonks y Canuto fueron a comprar Remus repetía el incidente con la anciana en su cabeza, decidió fumar un cigarrillo en el tiempo que tenía a solas.

Remus pensaba en la burbuja de privilegios que estaba teniendo en ese momento, una novia, uno de sus mejores amigos, un techo sobre su cabeza y una porción de matalobos cada vez que la luna llena se acercaba.

Sus pensamientos divagan en el buen momento que estaba teniendo hasta que el llanto de un niño pequeño lo hizo voltear. Un pequeño de escasos cinco años estaba abrazando al árbol junto a él mientras lloraba amargamente.

-¿Te encuentras bien? -preguntó Remus volteándose completamente hacia él.

El niño lloraba sin responder.

-¿Te has lastimado? ¿Dónde está tu mamá?
-No sé, ¡MAMI!

Remus entonces lo supo, el pequeño abrazado a un árbol estaba perdido.

Luna de coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora