Capitulo Uno

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- Jessica ah, Sica ah... Soo Yeon ah... - repetía una preciosa morena de piel clara y ojos negros frente a su adormitada amiga que una vez más se había quedado dormida en el sofá después de trabajar horas extras. La rubia, un poco más despierta, reaccionó a su nombre en coreano

- No me digas así... solo mi madre me llamaba así cuando se molestaba conmigo y lo detesto – respondió con voz perezosa, acomodándose en el mueble y volviéndose a dormir

- No puedes dormir aquí... no hoy. Hoy Soo traerá a Sunny, ¿No lo recuerdas?

- Lo olvidé Fany... lo siento, me moveré a mi habitación en un rato

- Eso no es cierto, ni si quiera el fin del mundo podría despertarte. Vamos, ven – dijo tomándola por el brazo y llevándola a su habitación, aun dormitada. Todavía tenía puestos una gabardina de color caqui y el uniforme que usaba para trabajar. Tiffany la levantó con alguna dificultad – No deberías trabajar tantas horas extras. Tu cuerpo no va a resistir mucho

- Necesito el dinero Stef... No todas tenemos una novia mayor con un buen trabajo que le da dinero de vez en cuando – Fany se detuvo al término de sus palabras y su rostro se volvió inexpresivo – Lo siento Fany, no quise que sonara de esa manera

- A veces siento que Son Tae quiere comprar mi amor... - respondió tímidamente

- ¿Ya no la quieres, verdad? – dijo Jessica separándose un poco de su amiga

- A veces siento que no... eso que teníamos, no lo sé... Creo que por el momento estamos bien

- De acuerdo – contestó Jessica sin creer ni una de las palabras que le había dicho su amiga – Iré a dormirme ya. Me siento demasiado cansada

- Duerme bien – me dijo cariñosamente acariciando mi hombro izquierdo. Repentinamente, la puerta del apartamento se abrió bruscamente, dando paso a Sooyoung y a su rubia y bajita novia Sunkyu, a quien todos llamaban Sunny. Estaban riéndose a carcajadas como si hubiesen bebido de más. La bajita enrollo sus brazos en el cuello de su novia con mucha dificultad, mientras ésta la levantaba del piso con una facilidad increíble y metía descaradamente la lengua dentro de su boca, obteniendo gemidos por parte de la rubia. Sooyoung se sentía un poco mareada, por lo que no tardó en dar un fuerte azotón en el piso, cosa que no impidió que dejara de besar a su novia, quien ahora estaba a horcajadas sobre ella besándola como sino hubiese un mañana. Nuevamente, ambas perdieron el equilibrio y cayeron al piso acostadas, por supuesto sin despegar sus labios. Empezaban a sacarse la ropa cuando el sonido de la garganta de Jessica aclarándose las sacó de su pequeño mundo. Ambas se detuvieron y se incorporaron de inmediato, con un evidente sonrojo en sus mejillas. Jessica tenía una cara de pocos amigos, pero Fany estaba riendo por lo bajo divertida por el asunto

- Lo sentimos – dijo Sooyoung – No vimos a nadie al entrar

- O no se dieron cuenta que estábamos aquí – replicó Jessica con los ojos cerrados y con el rostro enfadado

- Lo lamento mucho en nombre de mi NaSoo y yo... - respondió apenada Sunny haciendo una pequeña reverencia

- Ya, Jessica, dejemos que estas dos se diviertan – dijoFany arrastrando a Jessica a su habitación y cerrando la puerta, para luego irhacia su propia habitación, no sin muchas protestas por parte de la rubia.Jessica no sabía que era peor, si escuchar los gritos de Sunny en la cama chirriantede Sooyoung o solamente escuchar los gritos de las dos en el sofá de laestancia. Entre las tres habían acordado que era mejor que usasen el sofá. Aveces Jessica no estaba segura del todo. Se quitó la enorme cantidad de ropaque llevaba puesta, aunque no era necesario que llevase tanta ropa porque raravez sentía frío, aunque fuese el invierno más crudo, ella podía abrigarse solocon una chaqueta sencilla y eso era suficiente. Era el viejo recuerdo de supadre y las críticas de la gente la que la hacían vestirse con cada atuendo queahora se estaba quitando. Suspiró aliviada al quitarse la última blusa y luegoel sostén, dejando sus pechos al aire. Se colocó una blusa de tirantes y sedesmaquilló el rostro. En este trabajo a veces tenía que retocarse hasta tresveces al día, no le molestaba verse bonita, lo que si le molestaba era quetenía que verse bonita. Nadie nunca la había obligado a hacer nada. Por esoahora estaba donde estaba. De haber sido una niña obediente, probablemente hoyestaría en su casa tocando el piano o leyendo un libro a la luz de unachimenea. Su padre siempre le decía que era una rebelde y eso fue exactamentelo que escuchó de él en el momento en que le cerraba la puerta de su casa parasiempre. "Yo no he criado ninguna hija rebelde" y sin más no ha vuelto a saberde ellos en un par de años. No es que no haya estado tentada a llamarles porteléfono o a comunicarse por email con su hermana, con quien siempre había sidomuy cercana. Pero cada vez que lo hacía viejas heridas se abrían y preferíaevitarse ese dolor. 

La Mujer del AnuncioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora