La Mujer del Anuncio

Capítulo Dos

Despertó bruscamente, justo unos minutos antes de que el reloj despertador sonara.Caminó tranquilamente hacia el baño con la toalla en la mano. A su paso, vio como Sooyoung y Sunny estaban profundamente dormidas en el sofá cubiertas por una muy pesaba cobija. Sooyoung abrazaba a la bajita con su mano izquierda y la tenía muy cerca de su cuerpo. Por un momento, Jessica sintió envidia de ellas y lástima para consigo misma. Su rutina diaria incluía ducharse, lavarse los dientes, vestirse y maquillarse. Siempre se vestía de manera sencilla con unpar de jeans y una blusa, el invierno estaba por terminar, pero a ella le bastaba con una sencilla cazadora de cuero y unos tenis blancos. Tomó la mochila que contenía su uniforme del trabajo y salió del apartamento cuidandode no despertar a nadie. Disfrutaba del clima y de la ciudad. Había nacido enSan Francisco, pero New York tenía un misticismo que la fascinaba. Al pasar denuevo por Times Square, volvió la mirada una vez más hacia el gran cartel.Estaba aliviada de que la imagen siguiera colgada ahí aún después de haber pasado casi un mes. Eran imágenes que cambiaban constantemente.

Hace varias horas que había amanecido, pero un gran número de personas estaban transitando por las usualmente repletas aceras. Jessica miró su reloj. Faltaban veinticinco minutos para las seis

- Tengo que apresurarme o llegaré tarde - pensó en voz alta, pero luego su mirada volvió a distraerse con la imagen de la sexy morena

- Hermosa, ¿no? - un hombre de pelo canoso, ojos profundamente verdes, vestido con una gabardina y ya bastante entrado en años interrumpió los pensamientos privados de la rubia

- ¿Perdone? - respondió educadamente

- Ella - dijo señalando la misma imagen que había obsesionado a Jessica desde hace unas semanas - Es una chica hermosa

- Lo es - respondió Jessica casi en un suspiro. Sus padres le había enseñado que a las personas mayores se les debe respeto, por lo que se sintió obligada a responder

- ¿Sabe? Si uno desea algo con suficientes ganas, el universo se empeña porque lo consigas

- No pretendo ser descortés, pero no entiendo de lo que habla - el hombre la encaró

- Soy un hombre muy viejo y estoy consciente de que los tiempos han cambiado. Observé como miraba esa imagen - el rostro de Jessica de sonrojó - No es de mi incumbencia, pero podría jurar que la miraba con ojos de amor - Jessica sintió mucho más calor de lo usual recorriendo todo su cuerpo

- ¿Tanto se me nota? - dijo llevando ambas manos a sus mejillas. El hombre le sonrió amablemente

- Rara vez me equivoco con las personas y no pareces ser una mala chica. Nadie que sea malo se despierta tan temprano. Haz méritos y podrás tenerla. Solo basta con desearlo con suficiente fuerza

- No creo que eso sea suficiente, pero gracias por el consejo

- No pierdes nada. Más sabe el diablo por viejo... - Jessica sonrió - Que tengas un buen día

- Igual usted - dijo haciendo una pequeña reverencia yemprendiendo carrera a la estación del metro. En dos minutos, el tren que salíapara su escuela estaría llegando a la estación. A partir de ahí, caminabaalegremente por un poco menos de 300 metros. La Julliard School se veíaimponente desde fuera. "Pero estar adentro es impresionante" pensó Jessica.Miró de nuevo a su reloj, faltaban 10 minutos para las 6. "Otra llegadaperfecta" pensó felicitándose por el esfuerzo.

El auditorio para "Análisis de Grandes composiciones" se abría cinco minutos antes de las seis. Las clases empezaban a las seis y quince, pero a Jessica le encantaba estar en el enorme auditórium con pulcras sillas de madera, barnizadas a la perfección y tapizadas con cojines de terciopelo y gamuza azul. Le daban una sensación de hogar. Se sentaba en el primer asiento de la penúltima fila. "Es donde la música se escucha mejor". Sus pensamientos fueron interrumpidos por la presencia de un hombre asiático delgado, con el pelo completamente negro y de mediana edad, que libremente tomaba asiento junto a ella a su lado derecho.