Enamorado de la vida (Capítulo único)

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Quería morir de una vez. De verdad, tanto dolor y padecimiento ya no tenía caso. Abrió débilmente los ojos sin quererlo realmente.
"Hora de venir conmigo mocoso" Un hombre rubio con gafas y ropa chillona protegida bajo un emplumado abrigo rosa estaba junto a su camilla, sonriendo amplia y maldadosamente. Quién demonios era ese sujeto? Tantos colores daba la idea obvia de que no era un doctor. Que hacía él ahí? Su mano estaba extendida en alto, como si fuese a dejarla caer sobre su pequeño y ya moribundo cuerpo.
'Oh, así que va a matarme, bien. Como sea'. Cuando iba a cerrar los ojos y dejarse caer en la inconsciencia por culpa de la excesiva agonía, lo vio llegar y detener el brazo de ese hombre. "Él no, Doffy". Otro imponente rubial había llegado.
El tipo de lentes soltó una risa burlona y luego de observar a su víctima se fue "nos volveremos a ver mocoso".
Ya no importaba, sus sentidos estaban puestos en el recién llegado. Dejó de lado el dolor, todo. Otra persona extravagante se encontraba frente a él. Aunque extraño en sus vestimentas y muy alto al igual que el anterior, lo que le hacía especial fue la manera en que al verle a los ojos, se sintió vivo otra vez.
"No te rindas Law" la vida que con el desgaste por su enfermedad se había ido desprendiendo poco a poco, le fue devuelta de golpe, propinandole una dura sacudida. Los labios del blondo dibujaron una amable sonrisa "Eres libre ahora". Dio media vuelta comenzando a alejarse, pero el pequeño no podía simplemente dejarle marchar, necesitaba saber la razón.
'Espera, no te vayas! Quién eres tú? Por qué me salvas? Cómo sabes mi nombre?' Ninguna de sus preguntas fue respondida y más allá de sentirse agradecido, se enfureció. Por qué dejarlo con vida? Aunque le hubiera rescatado de la muerte -quien sabe como- por el tiempo suficiente para que hallaran una cura al síndrome del plomo ámbar, su corta vida había sido lo suficientemente miserable como para querer suicidarse. Puede que lo hubiera impedido esa vez, pero no frustraria su muerte una segunda vez. Eso pensaba.
Tras varios intentos suicidas aprendió muchas cosas. La primera era que cuando estaba por morir, siempre aparecía el sujeto de las gafas. Quién pensaría que la muerte se veía así, además de que incluso tenía nombre. Doffy, de tanto oírlo lo tenía grabado en la cabeza. Por ende concluyó que su no deseado salvador, que siempre frustraba sus intentos por matarse, sería la vida.
Lo odió durante mucho tiempo por darle una existencia que detestaba y no quería, no obstante por cada oportunidad de fallecer perdida, algo en él comenzaba a cambiar. Los intentos de suicidio ya no eran para acabar consigo mismo, sino una excusa para verle, para oír su voz y tal vez aprender algo nuevo de él.
- Ya te he dicho que no es tu tiempo, desiste de esto Law
- No sabía que otro a parte de mí decidía eso
El moreno siempre le hablaba rudo, era una manera de ocultar sus verdaderos motivos de obligarlo a aparecer. En el fondo quería preguntar muchas cosas, tener una interesante y amplia conversación, pero su orgullo no le permitía saciar tantas dudas abiertamente, limitandose a unas pocas cosas que disimulaban el hecho de que su único interés era él.
- Te tomas la libertad de llamarme por mi nombre de pila como si nada. Ahora dime, si la muerte se llama "Doffy" tú tienes un nombre?
- ... Corazon
- Es eso un nombre?
- Si dejas de intentar matarte, te diré mi verdadero nombre
'Si dejo de intentarlo ya no te veré' no podía responder eso. Simplemente resopló fingiendo indiferencia mientras se alzaba de hombros contestando un 'Buen intento, listillo. Sigue participando'.
Qué podía hacer? Estaba colado hasta los huesos por un ser que estaba en todas partes, tan presente y cerca dentro suyo pero inalcanzable a la vez. Aún así creyó que con poder verle y hablar sería suficiente.

- Vale tú ganas - ya seguro de que no haría nada, Corazon habló antes de irse con una una inusitada seriedad en la mirada- Deja los intentos de suicidio por un mes, vive tu vida y disfrutala todo lo que puedas. A cambio, la próxima vez prometo decirte mi nombre real
Una inmensa felicidad le invadió, aunque no podía dejar de pensar que aquello había sido sospechoso. Probablemente su personalidad suspicaz le hacía tener malos presentimientos donde no debía, pero era raro en el equivocarse.

- Pobre desdichado, enamorado de la vida y aferrado fuertemente con ambas manos. Cuántos ingenuos como tú he visto ya - Muerte se burló apareciendo a su lado mientras caminaba al hospital, ahora era un cirujano reconocido.
- Qué haces tú aquí?
- Trabajando - respondió risueño.
Law vio a un pelinegro en medio de la calle que había tropezado al romperse la correa de su sandalia. 'CUIDADO!' Se veía tan joven y lleno de vigor, morir atropellado no era algo justo ni agradable, si no hacía nada Doffy se lo llevaría.
Pensando en eso no se dio cuenta que su cuerpo se movió por sí mismo en rescate del muchacho, hasta que sintió el impacto destructor del automóvil contra su cuerpo, la forma violenta en que rodó por el asfalto y el insoportable dolor que le quitó la fuerza de seguir consciente.
Su mente vago saltando de un lado a otro la delgada línea entre la vida y la muerte. Creyó oír a los doctores hablando, parecía ser que de milagro no murió de forma instantánea, pero no significaba algo bueno. Significaba más padecimiento para él.
'No importa verdad?' Se animaba a sí mismo 'después de todo Cora-san nunca me deja morir, será como siempre'. Cada día le esperó, haciendo por sí mismo un enorme esfuerzo por mantenerse despierto para no perderse de su visita.
Aquel día de lluvia, cuando el cansancio y el dolor eran más fuertes de lo normal, el rostro cubierto de lágrimas de Corazon le dieron a entender que esta vez no sería como las demás ocasiones.
- Por qué lloras? - su voz apagada apenas era audible - A fin de cuentas he ganado yo - intentó reírse pero era demasiado trabajo.
- Siquiera disfrutaste tu último mes?
- No... - admitió cerrando los ojos un momento - ...te eché tanto de menos, Cora-san
Doffy estaba parado al umbral de la puerta con gesto serio, ya era hora de llevarselo. Corazon sostuvo la mano de Law un momento y acercó su rostro, besándole en la mejilla a su vez que le susurraba al oido. El ojeroso, aunque débil para decir algo más, no pudo contener el agua salada que corría por sus mejillas a borbotones al darse cuenta de que realmente todo terminaba allí.
Quien diría que el podía llegar a enamorarse tanto de la vida. Quién diría que la vida podía llegar a ser tan hermosa y tener un nombre.

'Adiós, Rosinante'.

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