Capítulo uno.

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-Ey, Alice, ¿crees que hoy pueda...? - no finalizó su oración, la mencionada pasó de largo cuando trató de pedirle que se fueran juntos a casa. Pero no podía culparla por eso, traía puestos los audifonos del teléfono, escuchaba música.

Alfred F. Jones era el nombre de la pobre víctima del amor. El pobre tipo ha amado a Alice desde que la conoció, desde que la vio por primera vez, más bien. Ella le pareció la mujer más bella del mundo, también demasiado inteligente. Y estaba completamente seguro de que no era el único que la deseaba.

Se fue a casa. Iba a unos cuantos metros atrás que la inglesa dueña de su corazón. Todo el tiempo se repetía que no era acoso, pues no era su culpa de que ambos vivieran en el mismo barrio, y esa era otra razón por la que quería que se fueran juntos a casa, viven tan cerca, podría decirse que son vecinos, pero ni siquiera se hablan, nada. Era algo raro, Alfred es muy sociable y es amigo de todos pero a su vecina ni siquiera le puede dirigir la palabra.

Pero jamás se rendirá, los héroes como él jamás se rinden. Se ganará su amor sea como sea.

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Alfred esperaba a que las clases del grado superior terminaran para que se fueran a tomar el almuerzo. Pero él no estaba ahí para tratar de conversar con Alice, sino que esperaba a alguien más. Esperaba a Francis Bonnefoy, él era el compañero de clases de Alice, en todos los trabajos, el profesor los puso juntos y ese francés era el único con la suerte de poder hablar con ella.
No lo veía como un rival pues... Francis es algo raro... ¡especial! Y dudaba mucho que estuviera interesado en la inglesa. Además, se rumoreaba por ahí que discutían mucho, pero sus trabajos juntos eran los mejores, todo gracias a Alice.

Omitió suspirar cuando la rubia salió del salón de clases, y ahí venía Francis. Lo tomó del brazo y le jaló para que estuvieran juntos ese descanso. El francés ya se cansaba de eso, todo el tiempo tener que contarle cosas, cosas que Alfred ya sabía. "Darle apoyo" como el menor siempre decía. Ha estado meses tratando y parecía no querer rendirse. Tal vez eso era su razón para ayudarlo, sería lindo que después de tanto luchar su amor sea correspondido.

-Bueno... el color de lápiz labial que usó hoy era rosa. Pero era muy leve, fui el único que se dio cuenta de eso - comentó el francés mientras jugaba con la pajilla de su bebida. Llevaba un rato así, diciendo cualquier cosa y contemplando la cara del estadounidense. Su sonrisa brillaba cada vez más cuando le decía algo "nuevo" sobre Alice. Ah, era como un niño pequeño.

-Y... se unió a las tutorías. Ella está encargada de ayudar a quienes tengan problemas en algunas materias. Tal vez si bajaras tus notas ella pueda ayudarte - sugirió el galo no muy convencido. Es que habría que estar muy loco de amor como para querer bajar sus notas, y bueno, Alfred no era tonto aunque lo pareciera; si se lo propusiera sería el mejor de la clase.

-¡Sí, eso suena excelente! Gracias Francis~ Siempre sé que puedo contar contigo- y tras decir eso le dio un abrazo.

El francés sonrió y correspondió a su abrazo. También le dijo que las tutorías serían durante la detención, así que Alfred no sólo tendría que bajar sus notas, sino que también hacer algo malo, algo que los profesores consideraran inadecuado y que hasta tuvieran que darle un castigo.

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Por poco lo expulsaban. Tenía suerte por ser bueno en los deportes, es como si los deportes lo respaldaran. Alabado sea el football.
En fin, consiguió lo que quería, ir a detención. Ahí vería a Alice, escucharía su voz y aprendería algunas cosas gracias a ella.

En la sala de castigos, de todos los presentes, Alfred era el único sonriente. Después de esperar algunos minutos, por la puerta apareció la inglesa. El enamorado suspiró, y casi cayó de la silla cuando la mayor dijo su nombre.

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⏰ Última actualización: Sep 22, 2015 ⏰

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