003. Pirañas y sentimientos.

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Mistyday en multimedia.

    Las ligeras arrugas en el rostro de mi padre habían comenzado a hacer aparición en los últimos meses, en esta ocasión la luz de la ventana del director le iluminaba el rostro y podían apreciarse unas cuantas debajo de sus ojos dándole un aspecto más viejo de lo que realmente estaba. Portaba una camiseta de cuadros color roja como una qué sabía que Carl tenía en su armario, completamente igual.

En sus tiempos mi padre fue un hombre encantador, solía contarme que enamoraba a las mujeres sin siquiera intentarlo y al sonreír formulaba unos lindos hoyuelos qué le daban mayor puntaje. No era un vocalista de una banda de rock, no era alguien qué condujera una motocicleta o usara chaquetas de cuero. Era un simple chico de ciudad qué conducía un Impala color blanco y se despeinaba a propósito para parecer más relajado de lo que realmente era.

Una vez le pedí que me contara su historia con mamá. Decía qué era una historia muy graciosa.

Mamá era cajera en el supermercado donde papá compraba los víveres en el tiempo que él se encargaba de cuidar de la abuela Hall, quién estuvo muy enferma en aquel tiempo, después de que papá cuidara de ella durante toda una temporada se recuperó de forma efímera.

Luego volvió a enfermar y mi padre nunca dejo de cuidarla. Era el hijo de en medio y aún estando perfectamente consciente de que no era su obligación cuidar de su madre solía decirme que sentía como si de esa forma le devolviera a la abuela Hall todas aquellas situaciones en la que ella le ayudó a salir adelante.

Un día mamá lo siguió, ella le mencionó que lo observaba comprar todas las semanas, el mismo día, las mismas cosas y que nunca nadie le ayudaba a llevarlas a casa, por lo qué mamá lo acompañó ese día. Ella era una mujer muy convencional, trabajaba por sus deseos de viajar, no por necesidad por esta razón al joven Lenny le resultó extraño que quisiera ayudarle sin que la obligaran a hacerlo pero cedió, encandilado por la sonrisa de aquella linda mujer, que años después se volvería su esposa y madre de sus hijas.

Le ayudó con las bolsas de víveres, las acomodaron en el refrigerador y mi padre preparó chocolate caliente, se conocieron y con el tiempo de enamoraron, fue una de las típicas historias de amor. De las buenas, que perduraron mucho tiempo pero se vieron obstaculizadas por un cruel destino que no esperaban en absoluto, no obstante, fueron muy felices.

Actualmente, el único amor de mi padre es su cámara, sus hijas y sus recuerdos de la guerra; trata de no recordar mucho a mamá.

—Misty, supongo que sabrás porque le he pedido al director que les llamara tanto a Carl como tú—Comenzó a decir mi padre con un semblante serio.

—No tengo la menor idea, Lenny—Le respondí encogiéndome de hombros.

Él sonrió y enfocó la mirada en el rubio de mi lado, quién se mantenía serio ante toda aquella situación, la mayor parte del tiempo era un payaso, sí pero en esta ocasión estaba portando su semblante de seriedad.

—Solecito, no quiero que pases por mis problemas, créeme que eso es lo último que quiero. Sé que la mudanza será algo complicado para ti y más cuando Cream va a quedarse aquí, entonces...—Hizo una pausa para relamerse los labios—¡He hablado con Susan y los Day se mudaran con nosotros a Titaniumville!

—¡¿QUÉ?!—Exclamé horrorizada. Amaba a mi padre, sí no fuera por lo que me había hecho cuando era pequeña no habría tomado las riendas para entrar a la carrera de la fotografía de las sonrisas, algo que se había vuelto parte de mi.

Sin embargo, no soportaba la idea de que no solo quería arrastrarme a mí al cambio que llevaba buscando años, sino que también quería arrastrar a mi mejor amigo para que de esa manera el pudiera observar cómo iba derrumbándome poco a poco.

Fotógrafa de Sonrisas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora