El cielo vestía de blanco para celebrar la bienvenida de la princesa a su reino, dónde los ángeles estarían esperándola para coronarla como la reina del paraíso... Pero en la tierra el pueblo vestía de negro, el día en que la princesa cayó con su corona, nadie pudo notar que había dejado su alma en este mundo. Las personas despedían aquélla mujer hermosa, llorando sobre su cajón de cristal.
Su piel estaba pálida y fría, sus labios estaban morados. Estaba vestida con su túnica blanca, y una corona de rosas rojas, como sí estuviese lista para levantarse y seguir con su vida, pero ella estaba lista para empreder su vuelo hacía cielo, donde la estarían esperando para ser coronada.
La princesa se había borrado de este mundo hiriendo el cielo azul, que ahora se había vuelto gris, donde solo quedo su corona, pero se sentía su presencia divina.
Al pasar los días el cielo volvió hacer azul, y el sol brillaba más que nunca, como si fuese ella quién iluminé a ese pequeño pueblo y este protegido por sus rayos majestuosos.-Jane Rowling-