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Gilbert Beilschmidt tiene un gran y asombroso propósito en la vida:

Calentar la cama.

Sí, no es broma. Gilbert Beilschmidt, el asombroso, sensual e increíble prusiano dotado de fibra prusiana en las venas, adorador de los pollitos gorditos y bonitos, calienta la cama.

Le gusta calentar la cama.

La cama de otra persona. Mejor dicho, la cama de otra nación.

Por supuesto, su cama es demasiada asombrosa como para calentarla, se calienta sola.

Pero a Prusia no le gusta llegar a su cama sin hacer el más mínimo esfuerzo por calentarla. Una vez pensó pedirle a Gilbird ese favor, mas él era muy pequeño.

El mes anterior se lo rogó a West. No hubo caso.

Así que se conformó con calentar la cama de alguien más.

Cualquiera estaría satisfecho con sus necesidades, sobre todo por su asombrosa persona estando ahí presente.

Se sentía bastante bien y deseado calentando la cama.

Calentar la cama ya era su asombrosa profesión.

Y no era cualquier cama, era una cama con carácter, difícil de tratar.

La cama de Elizabeta.

Al principio no podía creer la petición de la húngara.

Le pidió que le calentara la cama por las noches a cambio de lo que quisiera.

Gilbert lo pensó y aceptó.

Pues era obvio, no existe nadie más asombroso y calentador de camas que él.

Y no tenía mucho qué hacer después de todo, ¿cómo iba a negarse?

Elizabeta al fin se dio cuenta que lo necesitaba.

A Gilbert no le importaba cómo.

Le bastaba con calentarle la cama en las noches.

En las frías noches.

Para que Elizabeta pudiera dormir tranquila y calentita.

Satisfecha.

Muy satisfecha.

Al día siguiente Elizabeta despertaba sonriendo y ruborizando las mejillas

En verdad le basta ser usado para calentarle la cama.

Nadie lo sabe. Ni Francia, ni España, ni nadie.

¿Por qué tendrían que saberlo? Es su secreto.

Secreto entre ella y él.

Solamente para tener días más tranquilos y calientes con Hungría.

Y mientras piensa en eso entrando a la habitación de la susodicha, Elizabeta le observa la espalda apoyándose en la puerta.

A ella también le gusta tenerlo cerca, sin importar la excusa de que le caliente la cama, porque la primera y la segunda vez fueron en serio.

Pero no le gusta mentirle para traerlo aquí y complacer sus necesidades de mujer.

Debe decirle ahora o la descubrirá. Su mentira no durará por mucho.

―Prepararé té, ¿quieres algo mientras reparas mi calientacamas?

―Una cerveza. ―la miró por encima del hombro, viéndola marchar por el pasillo.

Bien, otro día reparando el calientacamas de Elizabeta.

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N/A: ¡Hey, tú! ¡Sí, tú! Eres una malpensada (XD). Esto...digamos que es una introducción, en el siguiente capítulo explico cómo y por qué Gilbert "calienta la cama" de Elizabeta.

Mentes sucias c:


Calientacamas 【PruHun; Two-shot】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora