Se había levantado temprano para limpiar la casa, y preparar comida para un par de días. Mientras ponía a hervir agua, fue buscando las especias que le pondría a los espaguetis; un chorrito de aceite, una hoja de laurel y.... ¿Dónde estaba la sal?
Maldijo al aire mientras rebuscaba en los armarios de la cocina. ¿Quién no tenía sal en una cocina? ¡Es algo indispensable! Tras insultarse a sí misma varias veces, se puso unas zapatillas y una chaqueta de lana gorda. Asegurándose de que no se le cerraría la puerta, gracias al felpudo, llamó a la puerta de enfrente.
-Oh Julliete- le sonrió la amable madre y secretaria que vivía enfrente -¿Qué te trae por aquí cielo?- sonrió y se encogió de hombros.
-Buenos días. ¿No tendrás sal verdad?- la mujer rió y se retiró del marco de la puerta.
-Claro, ¿quién no tiene sal?-
-Parece que yo soy la única idiota que no tiene- susurró para sí misma.
-Pasa cielo, pasa- gritó desde la cocina.
-Gracias- contestó la otra en respuesta –Con permiso-
Fue hasta la cocina, intentando no caerse por culpa de todos los juguetes que había por el suelo. Al llegar a la cocina, los ojos se salieron de sus órbitas. Una enorme montaña de platos se encontraba en el fregadero. La vitro-cerámica tenía una capa de grasa de dos dedos. Y un par de bolsas de basura estaban apoyadas en un mueble. Estaba hecho un asco.
La mujer le tendió a la joven su salero.
-Ten-
-Gracias- tamborileó los dedos en el recipiente de plástico, estática en su lugar –Siento entrometerme Natalie, pero ¿no venía una chica a limpiarte la casa?- preguntó perspicaz.
"Porque lo hace de pena", aunque, más bien, ese comentario se lo guardé para ella.
-Venía. Se tuvo que ir por no sé qué asunto familiar. Ha dejado de trabajar para mí- asentí.
-¿Te gustaría que trabajara yo aquí? Limpiaría la casa, cuidaría a los niños... Hasta podría llevarlos al colegio, tengo carné de conducir. Además sabes que se me dan muy bien tus críos, y que sé cocinar- le miró con pena.
-Perdóname cielo, pero ya he contratado a mi sobrina. Se ha ido de su trabajo hace poco y mi hermano me pidió ese favor. Lo siento- el interior de Julliete se deshizo por completo, como una costura sin apretar.
-Nada. Tranquila- se encogió de hombros –Debía intentarlo ¿no?- la mujer le dio la razón.
-Aunque ahora que lo pienso... Si mi sobrina se ha ido de donde trabajaba necesitarán a alguien nuevo- los ojos de la joven brillaron y la mujer mostró las palmas de sus manos subiéndolas y bajándolas para que se calmase –Relájate. Es un trabajo muy bien pagado. Cuidando a un anciano muy rico. Mi sobrina dice es un poco amargado, pero es una exagerada y seguro que te puedes encargar de él- Natalie le guiñó un ojo. Ella se pasó una mano por su corto cabello cobrizo y sonrió muy feliz.
-Arriba caballeros- dijo levantando una mano. Para después abrazar a la mujer.
~o~
¿Pudo haberse equivocado de dirección? No, era la misma.
Era esa gigantesca mansión en la que iba a hacer la entrevista de trabajo. Una hora antes, había llamado para informarse, y le dijeron que fuera cuanto antes para realizar la entrevista. Se vistió formal, pero no demasiado. Sin falda, con cómodos pantalones.
Segura, llamó al telefonillo. Un par de pitidos después, le habló una voz metálica y un tanto distorsionada.
-¿Qué desea?- ofreció su mejor sonrisa natural a la cámara.
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Son puntos de vista
No Ficción-Son sólo puntos de vista- dijo en tono de reprimenda. -¿Sólo? ¡Los puntos de vista lo son todo! Todo depende de los puntos de vista. Sin ellos no habría... No sé ¡Colores!- -Colores...- -Claro, sin puntos de vista, para nosotros todo sería del mism...