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Te voy a contar una historia que una vez te paso a ti. ¡Sí! A ti mismo. Claro que no estoy mintiendo si te paso a ti. Te cuento como te paso todo. Era cuando tú te encontrabas, como una persona sentada con un papel en su mano, preguntándote de que se trata este dilema tan raro. Lo que sucede es que te habían hablado del camarada Schrödinger y tu no sabias quien rayos era Schrödinger. Te dijeron que el estaba en todas partes y en ninguna a la vez. Tú te sientes como una persona estúpida porque tu cerebro de homo sapiens sapiens no reconoce que algo pueda estar en todas partes y en ninguna a la vez. Con el papel al frente miras al lado y te encuentras contigo. Tú otro tú te dice lo siguiente: “A tu lado está el camarada Schrödinger” y tú obviamente lo que haces es mirar y no encuentras nada. “¿Qué sucede? ¿Porque yo salgo en esta historia hablándome? ¿Cómo voy a encontrar al camarada Schrödinger si ni siquiera lo puedo ver?” te preguntas mientras tu otro tú te mira fijamente sabiendo lo que piensas. “Como se que te preguntaste porque soy tu, te sugiero que uses la harina que esta a tu lado y la derrames para que el camarada Schrödinger se pueda ver y al fin creas que existe” Miras, agarras la harina y la lanzas: “fuaa”. Parece como si la lanzaras al vacio porque nada se marco. “Esto es una falacia no puede ser cierto que esté haciendo esto” vuelves a pensar y tu otro tú te mira, sonríe y comenta: “No puedo creer que tu no puedas tener a tu pequeño científico interior y no sepas aplicar el método científico” “Es que es obvio que no hay nadie a mi lado” repites y tu otro tú te mira con cautela y responde: “Confía en mi promesa de que el camarada Schrödinger está allí y no seas tú una persona incrédula. Se me olvido decirte que el camarada Schrödinger sufre de una condición metafísica que le traspasan las cosas, pero esta allí”. No lo puedes creer y le dices a tu lado, que se supone que es donde está el camarada Schrödinger: “Oye Schrödinger dime algo para saber que estas aquí”. Tu otro tú te responde y te dice algo que te deja sin palabra: “Lo que sucede es que el camarada Schrödinger es mudo, ciego, sordo, sufre de anosmia y ageusia y es insensible al tacto.” Te quedas tan sorprendido, no sabes que responder. Tu otro tú te dice: “No te quedes como una persona muerta, el camarada se parece mucho a algo muerto, pero no lo está” Reaccionas racionalmente y le dices a tu otro tu: “¡Así que el camarada Schrödinger está vivo y por lógica debe de tener temperatura y la temperatura se mide!” Así que buscas el termómetro y mides el área. Aunque por lo que te dijo tu otro tú va a traspasar al camarada Schrödinger porque por las habilidades metafísicas de él traspasa, pero aun así piensas que debe de emitir algún tipo de calor porque está vivo. “Error, no puedes medirle la temperatura porque su temperatura es igual que la del ambiente por eso tu termómetro no cambia.” Entras en un estado de frustración increíble y buscas la raíz del problema y le dices a tu otro tú:
-¿Tu como sabes que el camarada esta allí?
-Lógica, lo sé porque creo ciegamente que está allí y como me dijeron que tiene todas esas características no puedo probar que está allí, pero es lógica, está ahí.
-El camarada Schrödinger se parece mucho a un camarada Schrödinger que no existe.
-¿Quieres que te deletree la palabra mágica que me hace saber que el camarada Schrödinger está ahí?
-Por favor.
Te miras y de tus labios salen las letras “F” y “E”. O sea, tu otro tú te ha dicho a ti “fe”. Tu miras a tu otro tu y dices: “Eres el espejo del ser que jamás he sido y jamás seré, pero nuestro amigo Schrödinger nos une y es el puente de la “agnosis” de las cosas que jamás podre probar.” Tu otro tú te mira y dice: “Hasta aquí llega nuestro camino, porque aquí quería llegar”