Muerte en el zodiaco

Capítulo 1

"La vida es agradable. La muerte es tranquila. Lo malo es la transición"-Isaac Asimov

La chica buscó las llaves en el bolsillo de sus sudadera y se dispuso a abrir la puerta del portal mientras su respiración volvía a la normalidad. La mayoría de la gente, no estaría dispuesta a poner el despertador a las seis de la mañana, para al próximo día levantarse, tomar un desayuno ligero e irse a correr. Muchos dejarían eso para otro momento, pensando en que esa hora es una tremenda exageración, o pondrían cualquier excusa para convencerse a sí mismos de que es una mala idea, lo necesario para no tener que despegarse de sus preciadas sábanas. Otros simplemente dirían que es una auténtica barbaridad, darían media vuelta en la cama al ver el despertador y volverían a apagar la luz.

Laura era una de las pocas excepciones. Pero es que a ello se dedicaba. Al deporte. Era una joven atlética de tez morena y ojos claros, que se había independizado a la ingenua edad de diecinueve años para mudarse a un apartamento minúsculo y vulgar, ignorando las quejas y consejos de sus preocupados padres. Por insistencia de ellos, había comenzado la carrera de derecho, pero un año después había abandonado gracias a su impulsivo carácter y se había centrado en lo que en verdad la gustaba. El tenis. Así es. Había cambiado los maletines, los tribunales y las faldas de tubo, por raquetas, duros entrenamientos, y ropa deportiva.

A los veintitrés años, tenía una prometedora carrera como tenista, había podido mudarse desde su primer apartamento a su piso actual y sus padres por fin parecían estar orgullosos de ella, mientras que sus preocupaciones habían disminuido notoriamente.

Se quitó los auriculares y abrió el buzón. Al sacar las cartas, encontró facturas, publicidad, y una postal que la enviaba su "querida amiga" desde Italia, donde la pasaba por el morro que estaba disfrutando de unas maravillosas vacaciones junto a su nuevo novio rico. Decidió que ella le mandaría otra carta como respuesta, con las fotos del chalé lujoso que iba a alquilar este verano con unos amigos. Comenzó a subir las escaleras con las cartas en una mano.

Aquel día había optado por un nuevo camino para correr, y temía que el tiempo se le echase encima. Aún debía ducharse, prepararse y salir hacia el entrenamiento. Después almorzaría con su representante, pues esta le tenía algo importante que decir. Creía recordar que se trataba sobre un anuncio publicitario deportivo. Para asegurarse de que no estaba dándose prisa en vano al subir las escaleras a trompicones, decidió mirar la hora en el móvil. Tal y como ella pensaba, se había atrasado bastante y debía apresurarse. Sin embargo, también descubrió un mensaje. Supuso que sería de su entrenadora, o tal vez de su representante queriendo cambiar la hora de la reunión, pero se llevó una gran sorpresa al ver que no era ninguna de las dos.

El sujeto la invitaba a la última exposición en una mansión que actuaba como museo, antes de ser finalmente clausurada. En el mensaje, la persona le prometía información que haría que su principal contrincante, Lidia, quedase fuera de juego. Lidia era dos años menor que ella y tenía menos experiencia, pero a pesar de su juventud y su arrogante carácter ignorante, había conseguido pisar fuerte y ser una auténtica rival en el campo para Laura.

Laura supuso que sería algún escándalo público, algo que dejase la reputación de Lidia por los suelos, y sonrió con satisfacción mientras buscaba la firma del informador. Tan solo encontró dos tristes letras sin significado aparente al final del mensaje: C.S.

Laura repasó la situación mentalmente. Un sujeto misterioso y completamente desconocido, la invitaba a una mansión/museo en la que se llevaría a cabo una exposición, y le prometía información que haría que aquella niñata se apartara de su camino por fin.

Tras una corta ducha en la que trató de reflexionar sobre el tema, mandó un mensaje a la persona que se escondía tras la firma de C.S. Su carácter impulsivo la llevó a aceptar la invitación.