Tenía que ser una broma, ¡ni muerta! Me rehusaba a la idea de abandonar mi manada y la mísera mención de irme con Gideon —por mucho que mi bestia bailara veinte tangos o más— me repudiaba. No tenía derecho a reclamarme, no después de dañarme como lo había hecho.
Dolía tenerle como pareja. Vamos, el chico era hermoso; desprendía masculinidad por todos y cada uno de los poros de su piel. Mi loba aullaba de felicidad con su lobo. Le gustaba, le atraía, le deleitaba. Su cuerpo, tallado como una creación de la Diosa Luna me tentaba. Imaginarme a mí misma mordiendo y lamiendo cada parte de su figura me incitaba al pecado. Fantasear con nuestros cuerpos siendo uno solo, simplemente arrinconaba en una esquina a la cordura que me quedaba y me inducía al vicio. Pensar en mí tirando de la hebras de su cabello me encendía hasta quemar casi tanto como el fuego. Soñar con él ya me traía loca. Pero no. No era justo. Por mucho que mi animal estuviera conforme en perdonarle y lanzarse sobre él, yo no lo estaba. Tenía dignidad y si él quería algo conmigo tendría que ganárselo.
Que sí, que es mi alma gemela pero ¿acaso un compañero actúa como él había hecho conmigo? No. ¿Acaso esconde su olor aún sabiendo que yo era suya y él mío? No. ¿En serio ignora a su pareja hasta que los celos acaban con él? Definitivamente, no.
Es más, me atrevía a decir que Gideon no había actuado por voluntad propia, era su lobo quien había tomado el control de la situación. Una parte de mí se consolaba creyendo que al menos, su bestia, quería y mimaba a la mía. Sin embargo, eso no era suficiente. No para mí.
Alzo mi mano y la sitúo en su mejilla izquierda, tiene una piel suave mas en la zona baja de su cara tiene la rugosidad del pelo. Una incipiente barba le está naciendo y eso es atractivo.
Sus ojos se cierran con negligencia. Así, tan calmado, tan apaciguado, se ve como un guerrero, como un hombre sabio, como un joven más que apuesto.
No obstante, en los pocos días que llevaba conociéndole podía asegurar que no era así. No, no era mala persona —o eso creía yo de momento— pero era lo suficientemente impulsivo como para asustarme. Iba a su bola, a sus intereses y no me terminaba de agradar eso. ¿Qué si se preocuparía por mi? Pues seguramente que sí mas porque le convenía. Si tu pareja sufre, tú también. No hay más.
Abre sus ojos algo confundido. Al parecer Gideon esperaba algún otro movimiento por mi parte pero está equivocado.
—¿Pasa algo? —tuerce un poco la cabeza.
—No me voy a ir contigo, Gideon —sonrío con tristeza.
Es una decisión que de momento voy a mantener firme. A él no le gusta mi tenacidad y yo no soporto tomar dicha resolución; pero si él no me respeta ¿quién lo hará?
—No es algo discutible, Daria —su tranquilidad me desconcierta— Vendrás conmigo.
—¿Y mis deseos no se tienen en cuenta o qué? —dejo de acariciar su rostro y me agito un poco.
—Calma, pequeña —su postura erguida y dominante vuelve a estar presente entre nosotros— Tú siempre tendrás opción, siempre te tomaré en cuenta.
—No lo estás haciendo ahora mismo —mis palabras surgen forzadas; estoy procurando no alterarme. Ésta es una conversación que nos incumbe a los dos y que tiene que darse por finalizada— No me estás dando alternativas.
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Trilogía Magic 1: The howl. [DISPONIBLE EN @ERIDEMARTIN]
WerewolfLa novela se continuará en el perfil de @ErideMartin "-Eres... eres... -¿Si, pequeña? -Eres terrible. -Y aún así no puedes vivir sin mi, Daria. -¡No es mi culpa que la Diosa te haya puesto en mi camino! -Gideon agarra mis brazos y se acerca a mí, su...