Observé la habitación por décima vez desde que había llegado, todavía sintiendome una extraña en ella.
-- ¿No muy cómoda, eh? -- medio sonrió mientras seguía mirando al suelo.
Me sobresalté un poco, ya que llevábamos unos minutos en silencio en los que cada uno pensaba, o al menos eso era lo que estaba haciendo yo.
-- Me resulta extraño que vivas aquí cuando los dueños podrían venir en cualquier momento. -- dije honestamente, sintiendo algo extraño dentro de mí que me hizo apartar la mirada de él.
¿Por qué me había acordado ahora de la primera vez que entré en la casa encantada aquella? No era como si nuestra situación fuera igual. Él sabía dónde se estaba metiendo, yo no.
O tal vez sí...
Suspiré, cogiendo la tela del pantalón, o lo que podía, y estirándolo.
-- No es como si tuviera que hacer la maleta si los veo llegar. -- sonrió, como si eso fuera el mejor plan del mundo. -- Simplemente saldré por un sitio por el que no entren ellos, y ya está.
-- Tienes razón, nunca he visto... que te llevaras nada cuando nos fuimos...
Se encogió de hombros. -- La ropa que se han dejado aquí me apaña, aunque debo admitir que por poco no se lleva las pueras del armario con él.
Sonreí ampliamente. -- Lo cierto es que ese estilo te sienta muy bien.
No podía evitar quedarme mirando su camiseta más tiempo de la cuenta. Me resultaba vagamente familiar.
-- Sí, bueno... también he cogido prestadas algunas cosas... -- desvió la mirada. Como no respondí, dejó de morder su labio para seguir hablando. -- De tu hermano.
Abrí los ojos en cuanto hubo dicho eso. Por eso me sonaba la camiseta. Ahora que lo comentaba sí recordaba el día que fuimos a comprarla. Era para su cumpleaños hace dos años.
-- Si te molesta puedo devolvérsela...
-- No. No es eso. -- le interrumpí negando con la cabeza. Puse unos dedos en mi sien, masajeándola. -- ¿Cómo has cogido esa camiseta?
Dio unos pasos en mi dirección, separándose del mueble de madera en el que había estado apollado.
-- Tu hermano tiene el sueño profundo... -- dijo casi dejándolo caer.
Asentí, apartando la mirada de sus ojos. Apollé mi codo en la pierna, y la cabeza en mi mano.
-- Y... -- dijo al cabo de unos cuantos segundos de silencio incómodo. -- hablando del tema de la ropa... -- se tiró de los pelos de la nuca. -- ¿Te han traido ya la ropa que dejaste allí?
-- ¿Te refieres a toda? -- pregunté sarcásticamente, arrepintiendome enseguida al ver la expresión de abatimiento en su cara. -- Vino un camión no hace mucho. No recuerdo qué día era... Pero sí, aunque uno de ellos se quedó mirándome con precaución puesto que debió fijarse en el pequeño detalle de que no habían bichos en la casa.
Entrelacé mis manos bajando la cabeza.
-- Tenias algo que decirme, ¿verdad?
Volví a alzarla con el ceño fruncido.
Habría estado segura de que no me lo decía a mí en caso de que hubiera alguien más en la habitación, pero no lo había, así que no habían más opciones.
-- Dijistes que me buscabas. -- hizo una pausa. -- Cuando te encontré. -- añadió, por si no lo había entendido.
Le miré largamente, dudando entre si serle completamente sincera o si irme.

ESTÁS LEYENDO
No confies en los fantasmas || Luke Hemmings
FanfictionSolo una chica normal, en una casa no tan normal.