Prólogo

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SEPTIEMBRE 2005 (Connie)
Connor, también conocido como Connie Doyle, sentado en la parte trasera


de su Lincoln Town Car observaba a los dolientes reuniéndose. Cada uno


de ellos iba vestido de negro. Incluso algunas de las mujeres tenían velos


negros cubriendo sus rostros.


Rodeado de vidrios polarizados permaneció invisible para la multitud que había


venido a dar sus condolencias a Siobhan Reilly. Ella era una mujer de buen


carácter. Una esposa amorosa hasta que su amado Patrick conoció su propia


muerte prematura hacía diez años, y una madre responsable de sus dos hijos. El


cáncer de ovarios, fue al final lo que se llevó a Siobhan. Triste realidad. Connie


siempre pensó que era una lástima que los buenos siempre se murieran jóvenes.


Los ojos de Connie recorrieron a los dolientes hasta que se asentaron en él, Sean. El


hijo mayor de Siobhan y Patrick. Habían pasado años desde que Connie le había


visto. Alrededor de diez para ser exactos. Desde el día que...


No.


No era propio de Connie desenterrar viejos recuerdos. El pasado era el pasado. Era


mejor que siguiera siendo así.


Los ojos verde azulados de Sean se estrecharon al ver el coche y la frente del


muchacho se frunció. El muchacho era la imagen esculpida de su madre todo


crecido. Desde su pelo castaño a su complexión almendrada, todo el camino hasta


la mirada de asombro que llevaba en su rostro. Una suave sonrisa tiró de los labios


de Connie cuando pensó en Siobhan en su juventud. Había crecido con ella en.Kerry, Irlanda y recordó la forma en que los chicos solían perseguirla. Él había sido


uno de ellos. Una vez le dijo que era la muchacha más bella en la isla. Desconocido


para él en ese momento, Siobhan aparentemente estaba loca por su mejor amigo,


Patrick Reilly. Siobhan siempre había sido lo único que Connie quería, pero que


nunca pudo tener. Una lágrima solitaria brilló en sus ojos y sacó su pañuelo con


monograma del bolsillo delantero de su traje de Armani. Se secó la esquina de su


ojo derecho, y luego metió el pañuelo de nuevo en el bolsillo interior de su traje.


Connor Doyle no lloraba por nadie o por lo menos no lo había hecho en mucho


tiempo. Y pensó que era irónico que la primera lágrima que había derramado en


quince años fuera para la única mujer que realmente había amado, Siobhan.


-Señor, está a punto de comenzar. -El chofer y colaborador de Connie, Aidan, lo


miró a través del espejo retrovisor. Le dio una breve inclinación de cabeza a través


de sus gafas oscuras y esperó a que Aidan saliera del auto y abriera la puerta.


Cuando Aidan abrió la puerta, Connie bajó del auto en la luz del sol. Sacó un peine


de su bolsillo, peinó su cabello hacia atrás y se ajustó la chaqueta del traje. Se

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