Estuve un buen rato leyendo hasta que me cansé de ello. Cogí el libro y fui de vuelta a la biblioteca para dejarlo. Al entrar, mi pulso se paró y luego aceleró de golpe. Otra vez estaba allí.
Fui aparentando normalidad al estante donde estaba y lo coloqué.
-Es típico de los mortales coger cosas de otros sin antes pedir permiso -dijo en mi oído, me giré y le encaré.
-Suerte que yo no soy del todo mortal -sonreí triunfante, pero no había acabado.
-Entonces deberías ser más lista y seguir tu camino lejos de aquí -dio un paso adelante y yo di un paso atrás-, ¿no crees?
-No lo haré -dio otro paso y yo retrocedí de nuevo.
-¿Te doy miedo? -dio un paso más, pero yo di con el lateral de la enorme estantería. Estaba aprisionada, él sonrió con maldad.
-No... -mi voz salió floja y aguda. Apenas había espacio entre nosotros, aunque él me sacaba algo de altura y tenía que mirar un poco hacia arriba.
-¿Entonces por qué retrocedes? -su sonrisa se amplió y acercó su cara a pocos centímetros de la mía.
Estábamos cerca, extremadamente cerca. Sus ojos de un intenso color verde esmeralda brillaban con malicia. Dioses... sus ojos... Sin querer me perdí en ellos, tenían tanto dolor y odio acumulado...
Sabía que no me daba miedo, puede que me intimidase, pero en ese momento no le temía.-No te tengo miedo -respondí valiente. Sonrió de lado y se acercó, yo estaba paralizada, mi pulso se aceleraba, no sabía qué hacer.
-¿Segura? -su aliento me produjo un escalofrío- No deberías confiar en un mentiroso como yo... -susurró muy bajo y con voz grave en mi oído. Su nariz me rozaba y lanzaba corrientes eléctricas a mi cuerpo. Suspiré lento y pesado.
Rozó su mejilla contra la mía, alejándose, y retrocedió dejando espacio. Su mirada era muy profunda e indescifrable, me ponía más nerviosa.
-¿E-estarás esta noche? -carraspeé y pregunté para cambiar de tema.
-Cierto, la velada... -pensó en voz alta, el dolor en sus ojos aumentó- Probablemente no, pero te reservaré un baile si lo deseas -ofreció con una sonrisa socarrona.
-Tonto... -susurré malhumorada. Fruncí el ceño, estaba jugando conmigo. Su tono de burla me ofendió y salí molesta de allí. Molesta... y con el corazón en la boca.
No entendía cómo el simple hecho de acercarse o simplemente estar en el mismo sitio que él me podía alterar tanto. ¡Hasta estaba temblando!
«¿Cómo ese príncipe puede ser tan estúpido, arrogante, pedante, guapo, imbécil...?», pensé. Por suerte, llegué a mi habitación.¿Qué te pasa? -preguntó mi amiga.
«Nada -la mentira no funcionó-. Debemos ir a por uno de mis vestidos.»
¿Por qué no uno de estos?
«Thor me dijo que querían que me presentase como soy yo, y eso incluye mi ropa» -le dije.
* * * *
Volvimos al Bifrost y aterrizamos en el campamento. Me fui directa a mi cabaña, sola por suerte. Reconozco que echaba de menos el olor característico a mar de la cabaña 3. Rebusqué entre mis vestidos, pero las que me quedaban allí no me iban bien, me estaban enanas.
Y justo entonces, la más adecuada para el caso, apareció en un destello rosa chillón con olor a perfume de Barbie. Afrodita.
-He oído que necesitas un vestido para una fiesta. ¡Bien, vamos a probar!
-Genial -fingí poniendo una sonrisa. Hizo aparecer un baúl rojo y dorado y empezó a sacar vestidos.
-Veamos... Este no... Muy oscuro... No te pega... No te vale... ¡Muy recatado! -puso cara de asco y lo tiró- En vista de que no tengo ninguno, te haré uno. ¿Cómo lo quieres?
-Pues... -me puse a pensar- Debe describir mi personalidad.
-Lo tengo -chasqueó los dedos y apareció un precioso vestido blanco y corto con unos zapatos dorados con un tacón decente, por suerte-. Respetaré tus gustos... por una vez -se rió como si intentase ocultar algo. Yo no quería mucho, pero me maquilló los ojos ahumados y labios rosados.
-¡Ya estás! -dio un chillido emocionada.
-Gracias... -sonreí agradecida, había quedado todo lo perfecta que yo soy.
-De nada, cariño. Ahora, ¡a arrasar!
* * * *
Era de noche en Asgard y yo estaba bastante nerviosa. Era mi primera "fiesta" tan importante.
«¿Seguro que estoy bien?» -pregunté.
Sí... Estás perfecta. Como las últimas siete veces que preguntaste -me reí un poco.
«Lo siento, estoy muy nerviosa» -me disculpé con Yeró.
Thor llegó con Sif y los tres guerreros. Los cuatro chicos iban muy guapos, con trajes de gala extraños para mí pero bonitos. Sif llevaba un vestido por encima de los zapatos con algo de tacón y de color oscuro.
-¿Quién es esta hermosa dama? -me besó la mano- Estáis encantadora.
-Gracias, Fandral, pero estoy asustada.
-Relájate. Vente conmigo y se te pasará -ofreció Thor.
Las puertas se abrieron y entramos a un gran salón lleno de gente. Thor me guió hasta estar al lado de sus padres. Nos sentamos en la mesa y me puse al lado de una mujer impresionante, de pelo largo y castaño claro y ojos celestes.
-Soy Freya. ¿Tu eres la nueva amiga del príncipe Thor?
-Sí. Aura, encantada.
Nos pusimos a hablar de todo hasta que empezó a sonar la música, una música dulce. Me fijé en que había los mismos instrumentos que si estuviese en la Tierra.
Todas las parejas se pusieron a bailar mientras que los demás hablaban y bebían. Thor se sentó a mi lado.
-Échale un trago -me ofreció una jarra con un líquido dentro-. ¡Vamos! Si no has probado la hidromiel de Asgard, no has vivido.
-No me gusta beber -negué amablemente, pero Thor insistía-. Está bien... -bebí un poco. Tenía el sabor fermentado y un toque dulce al final, no me gustaba.
Thor puso una buena cara y se marchó a quién sabe dónde, dejándome sola. Aproveché y me levanté para salir a tomar el aire un rato.
-¿Ya os vais? -me preguntó Fandral antes de salir- Quedaos y concededme un baile -me ofreció su mano, aprovechando una canción por parejas.
-Gracias, Fandral, pero necesito algo de aire fresco -le rechacé con una sonrisa. Él asintió como reverencia y se fue.
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Entre mundos. La nueva era de los dioses
FanfictionLa Tierra ha tenido muchas civilizaciones distintas a lo largo de su historia. Todo debe llevar un perfecto orden para que estemos a salvo. Para ello se pactaron las Leyes Antiguas, un tratado que impiden el contacto entre distintos Panteones. Pero...