Prólogo.

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Draco pensaba que ya no había motivos para seguir existiendo, en ese tiempo, entre eras plagadas de guerra, simplemente no tenía idea de cómo, estaba perdido, enredado en aquella horrible situación a merced de Voldemort, sin una sola manera de hacer algo en su contra. Aquel mago tenebroso controlaba hasta el más mínimo suspiro y palpitar del corazón, pero lo peor para Draco no era verse a sí mismo bajo tal yugo, sino ver que su familia y amigos se encontraban en la misma situación, dependiendo de ese monstruo mestizo al cual tenían que postrarsele como si realmente no valieran nada; tragándose la sarta de insultos que como hubiera deseado soltar, doblegando su orgullo característico, en ese tiempo en medio de despiadados mortifagos.

Draco comprendió que la pureza de sangre no era lo principal, si bien aún tenía en algún lugar de su ser cierta pizca de orgullo al respecto, se dio cuenta de que ningún mago vale más, o es más bueno o poderoso por su sangre. El ejemplo estaba frente a sus ojos, en medio de las atrocidades que le tocó hacer, en medio de los asesinatos que presenció y en los cuales no pudo sino cerrar los ojos y apretar las manos hasta cortar la circulación en lo que todo acababa, porque a pesar de ser el verdugo, muchas veces no era más que una pieza. Draco era tan víctima como todos esos inocentes torturados, víctima de las circunstancias, atrapado, prisionero, en su propio hogar jugándose el cuello por su familia y el secreto del cual el señor tenebroso no podía enterarse.

Al acabar la batalla final Draco sucumbió, se encontraba roto. Roto y desmantelado como una de aquellas muñecas de porcelana china que Pansy tenía de pequeña, y las cuales al quebrarse en un arranque de magia incidental por parte de la joven bruja, terminaron abandonadas en una de las muchas habitaciones de la mansión Parkinson, siendo remplazadas por algún utensilio más innovador. Draco había tomado esas muñecas rotas sin manos, o algún otro desperfecto en una visita de negocios que había hecho su padre con los Parkinson, y después de hablar con Pansy estas accedió a dárselas. En fin, eran sólo basura según dijo la niña en ese tiempo y Draco las tomó como si fueran frágiles obras de arte, y a la edad de 10 años con los vastos conocimientos que adquirió después de una búsqueda en la biblioteca respecto a reparación de antigüedades, conocimientos que para otro niño hubiera sido imposibles de entender, pero no para él, quién era un Malfoy, termino reparándolas y colocándolas en su habitación como una de sus más preciadas colecciones. A pesar de ser varón y de los constantes regaños departe de Lucius porqué un heredero Malfoy no debería jugar con cosas de mujeres, pero para el niño que una vez fue, esas muñecas hermosas y distantes, cinceladas y frías con una belleza sin par, eran una verdadera maravilla a pesar de no ser más que muñecas sin vida; las similitudes y diferencias entre esas muñecas y él eran palpables

- Mi muñeco.

El rubio recordó la manera tierna en que su madre le llamaba después de ver aquellas muñecas con el platinado cabello dispuestas en su armario, Narcissa decía que el pequeño Dragón era su muñeco de porcelana china favorito, haciendo reír al pequeño Draco cada que lo mencionaba.

Draco tenía más belleza que todas esas muñecas juntas y también estaba más roto que ellas en este momento, y a diferencia de aquellas muñecas, Draco no tenía quién le reparara y diera cariño, como él hizo una vez, dándoles vida y magia a aquellas cinceladas muñecas

- Ya no - pensó. Esa era otra de las grandes diferencias entre Draco Malfoy y las muñecas de porcelana.

Limpió el marco de la ventana por quinceava vez en esa hora, pasando su mano pálida a través de la manga de la pijama color verde para pasarla por la limpia superficie de marfil lacado que enmarcaba el vidrio del gran ventanal empañado por el frío, tenía horas sentado en el cómodo diván de cuero curtido color negro frente a este, viendo sin observar realmente hacia el tupido bosque lleno de nieve coronando cada pino, abeto y ramificación que formaba parte de las propiedades de Malfoy Manor; más lejos de donde su vista alcanzaba a observar, con un manto blanco esparcido por el verde, casi pálido desde la distancia un paisaje hermoso y digno.

Secretos de Malfoy Manor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora