Capítulo 11

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Día 1

Bill despertó muy temprano esa mañana, ni siquiera los guardias habían despertado y comenzado su ronda y el sol aun no asomaba ni un rayo, pero él se sentía bien, como no lo había hecho antes. Por primera vez en casi dos semanas había podido dormir sin despertar a mitad de la noche con un ataque de pánico y llorando. Saber que Tom estaba vivo le hacía sentir vivo a Bill.

Se levantó de la cama, tomó su uniforme y su mochila para ponerse en camino hacia las duchas, Gustav roncaba levemente en la cama contigua y salió sin hacer ruido para no despertarlo, el baño estaba vacío y casi a obscuras. Hacia días que no sabía nada de Georg y temía encontrarlo estando solo.

Cerró la puerta y trabó una pequeña paleta que había sobre el lavamanos entre las manijas, comenzó a desnudarse si quitar la vista de la puerta y abrió el grifo, dio un respingo cuando el agua fría cayó sobre su piel.

Bill aun no se acostumbraba a eso, recordaba cuando su madre madrugaba para poner a calentar un poco de agua para que los gemelos pudieran tomar un baño antes de ir al colegio. Al terminar, se fajó la camisa blanca y ató la corbata tal y como su madre le había ensañado, sacó el delineador negro de la mochila y se plantó frente al gran espejo empañado casi en su totalidad para poder maquillarse, arregló un poco su cabello negro que ya comenzaba a crecer y lo cubrió con un beanie que Tom tenía escondido entre sus cosas para evitar que los guardias lo vieran y cortaran su cabello.

Varios chicos entraron al baño mirándolo de mala gana y Bill salió antes de que los demás chicos llegaran. Afuera, los pasillos comenzaban a llenarse de alumnos y el sol entraba por las pocas ventanas que dejaban descubiertas, y sus zapatos hacían eco en cada paso. 

Llegó al comedor y fue directamente a la barra.

-Buenos días, Maggie.- Dijo con una brillante sonrisa mientras se ponía de putas para alcanzar bien la barra.

-Hola, Bill. ¿Qué te tiene tan contento hoy? - Preguntó divertida mientras ponía una mano en su cadera y sonreía. 

-Es Tom... - Murmuró.- Esta bien y le he visto.

-¡Oh Dios! Eso es maravilloso, Bill.- Exclamó la mujer.

-Si si.- Chilló Bill.- Pero necesito un favor, Maggie.

-¿En que te puedo ayudar?

-¿Me darías un poco de comida para llevarle?.- Preguntó con las mejillas encendidas y los ojos negros brillando.

-Claro, claro, Pero ¿Por qué no viene?

-Él...- Balbuceó.- Mi hermano esta en la enfermería, no se siente bien.- Bajó la mirada un tanto preocupado.

-Va a estar bien, ya veras.

Maggie entró en la cocina y volvió con un par de sándwiches y botes pequeños de leche tibia.

-Es lo único que puedo darte ahora, nene.- Dijo apenada.

-No pasa nada, con esto basta. Gracias Maggie.- Tomó la comida de las manos de la señora y salió corriendo del comedor.

Ahora solo esperaba que la enfermera no estuviera o le dejase pasar, quería aprovechar ese tiempo para hablar con su hermano y saber si estaba bien, hacia tanto tiempo que habían hablado realmente que ya lo necesitaba, como si le hubieran prohibido el aire. Se plantó frente a la puerta y tocó un par de veces antes de que la chica le abriera. 

-¿Qué haces acá, Bill?.- Preguntó Shelle, la enfermera.

-Yo... Yo quería...- Balbuceó nervioso.- quise traerle el desayuno a m-mi hermano... ¿Puedo?

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