Capítulo 9: Es la última vez

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Podía lanzarme sobre Jade y asesinarla, pero ser mayor de edad también tiene sus desventajas. No era que no quisiera ir a Worsley a ver a Hassan; claro que quería verlo. Pero no había que tener mi cerebro de genio para prever lo que sucedería.

—Lo vi esta mañana. Me mandó al carajo —le dije a Jade por enésima vez. Me levanté del asiento y me asomé a la cabina delantera. Íbamos en la carretera a ciento ochenta kilómetros por hora. Andy debía de moverse en jet privado para poder llegar a tiempo a encontrarnos desde Leeds.

—Hay que cambiarle el cabello —le dijo Allie a Jade, tocándome las puntas blancas que colgaban de mi cabeza—. ¿Cómo no la va a rechazar si ya no parece la misma Blake que antes?

—Es la idea —repuso Jade, mirándome por el retrovisor—. Además, ahora podré vengarme por todas las veces que me recordó que tenía las raíces oscuras.

—Disculpa, pero soy Blake Caldwell y el mundo alaba que mi cabello crezca oscuro. Va más acorde con mi alma.

Llevábamos media hora en la carretera. Nos desviamos de la vía para recoger a Andy y a su nuevo chico. Aunque según Allie no era «tan» nuevo. Acepté solo para ver de quién se trataba.

—Remy, cariño, ¿estás cómodo? —le preguntó Allie, girándose en el asiento para verlo.

Miré a Rem, que ni siquiera se nos quedó mirando. En serio estaba cabreado. Quizá éramos demasiado hardcore para su tolerancia, pero el fin justifica los medios. Si hubiera hablado desde un inicio, nada de esto hubiera ocurrido. Ya me encargaría de contentarlo más al rato.

—Ven, que te doy un beso —dijo la chica, inclinándose para escurrirse al asiento de atrás.

—Eh, eh. —La empujé de regreso a su lugar—. Quieta.

Allie hizo un puchero. Jade le palmeó la pierna en señal de consuelo. Se inclinó sobre ella para abrir la guantera y sacó de ahí un par de gafas de sol. Se las ubicó en el tabique nasal y se las empujó con el dedo meñique. Hacía como dos grados afuera.

—Anda, querida, enséñale las tetas a los conductores —animó a Allie, quien de un salto se levantó la camisa y estampó los pechos contra el cristal de la ventana. Jade esquivó un par de coches y serpenteó para darles a todos una vista estupenda de los pezones de Allie.

Sonreí al mismo tiempo que Jade, lo que significó vía libre para hacer las cosas a su manera. La chica acercó su mano a los controles y puso la música a toda pastilla. Allie se puso a gritar como loca, frotando las tetas contra la ventana. Vi desde atrás que algunas señoras se llevaban la mano al pecho, y que los que conducían los camiones de carga respondían con una ferviente obscenidad.

—Te reto —me dijo Jade sobre el sonido de la música.

—No voy a mostrar las tetas al público —le advertí, regresando a mi asiento. Jade soltó un bufido de decepción y siguió conduciendo.

Me giré para ver a Rem, y él estaba llorando.

—Joder —fue lo que se me escapó. Me acerqué a él con sutileza y toqué su hombro. Pero él me apartó la mano de un tirón y me miró con sus ojos azules, ahora enrojecidos—. ¿Estás bien?

No me respondió. Lo que hizo fue encoger las piernas y hacerse una bola contra la puerta. Escondió su rostro de mí y siguió sollozando.

Y entonces ocurrió algo tan inesperado como trágico: me sentí mal. Más específicamente, me sentí mal por alguien aparte de mí y de Hassan. De repente aquel lugar cerrado y diminuto me pareció un infierno, con la música de fondo demasiado alta, Jade riéndose a carcajadas, Allie gritando y estrellándose contra la ventana, Rem llorando a mi lado y Martin pateándome el asiento desde la cajuela.

2. NIÑA MAL: Despertando en Las Vegas [Abi Lí]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora