Introduccion

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Por mucho que Sabrina lo intentara llegar puntual nunca fue su fuerte, habían quedado a las seis para empezar el ensayo con el grupo y eran las seis y veinte y Sabrina todavía no había llegado. Héctor miraba el reloj con cara de malas pulgas y resoplando.

-¿Habrá algún día que sea puntual esta chica?- dijo ese pensamiento en voz alta sin darse cuenta.
Acto seguido la puerta se abrió de par en par con un fuerte estruendo apareciendo tras ella una chica sin aliento y muy despeinada.
-Lo siento- dijo entre jadeos hablando como podía- te dejaré mi postre el mes que viene como disculpa.
-Sabrina Duarte, ya me debes los postres de 5 meses, con este ya van seis.
Héctor la miraba con desaprobación, Sabrina tenía el pelo (por lo general) liso y de un color rojo intenso, no era que le gustara llamar la atención, es que era un color que le había gustado desde niña, y un día se levanto y le dio el venate de ponerse ese color en la cabeza, a la gente le parecía muy curioso porque contrarrestaba mucho con el color azul intenso de sus ojos, y eso (muy a su desacuerdo) la hacían realmente atractiva. Aunque no era una chica muy grande (de echo llegaba al metro sesenta escaso) era una chica con muchísimo caracter, digamos que no era la chica más femenina del mundo.

-La próxima vez que llegues tarde juro que te haré hacer flexiones.

Aquel comentario le hizo reír mucho, haciendo que levantara una ceja y le contestara con arrogancia -disculpa, pero hago muchas y cuando digo muchas son MUCHAS más flexiones que tú y lo sabes.-Héctor habrió la boca para contestar pero la cerró en el acto, sabía que llevaba totalmente la razón.
Héctor era un chico muy deportista (y muy apuesto dicho sea de paso), de echo, en ningún momento le faltaban pretendientas, pero él siempre decía que prefería enfocarse en lo que realmente le interesaba, la música.

-No me gusta que llegues tarde a los ensayos- le riñó.
-Lo siento-el semblante de Sabrina cambio a ser totalmente serio- ya sabes, mi madre, mi abuela...
Héctor sabía que últimamente la vida de Sabrina no estaba resultando exactamente fácil, así que suavizó un poco su expresión- a ver, no pasa nada, solo pido que me des un telefonazo, solo eso.
El ensayo esa mañana fue muy bien, aunque en ese ensayo no estaba toda la banda, Sabrina solo necesitaba a Héctor con el piano para ensayar. Héctor no sólo tocaba el piano, también tocaba la guitarra y la batería cosa que Sabrina aborrecía desde el más profundo cariño. Ella tenía una voz realmente buena pero no le gustaba presumir de ello porque siempre había pensado que la clave de el éxito era la humildad.
-Ya sabes que mañana actuamos en esa fiesta tan importante en la que viene tanta gente famosa- informó Héctor con una sonrisa
-Que siiii pesaaaado- dijo ella con tono cansino, poniendo los ojos en blanco- me voy a antes de que mi madre me cuelgue de los dedos gordos de los pies, nos vemos mañana en la fiesta pija.
-No llegues tarde- fue la despedida de Héctor mientras veía como la melena
roja desaparecía por la puerta.
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Perdonad esta introducción cutre, se que no es nada del otro mundo pero era solo para empezar y presentar algo a la protagonista, ya habrá salseo! comentad lo que no os haya gustado o lo que sí y a favoritos! gracias!! :))

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⏰ Última actualización: Oct 04, 2015 ⏰

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