Capítulo 16

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La pequeña niña rubia corría feliz por el pasillo del castillo, iluminado por el Sol de mediodía. En pocos segundos llegó hasta donde estaba su padre, de cabello rubio igual que ella, que miraba con el ceño fruncido por una ventana situada frente a una puerta al otro lado del pasillo. La niña, ajena a las preocupaciones de su progenitor, escaló con una habilidad insospechada para una criaturita de su edad por su espalda, hasta llegar a sus hombros y sentarse en ellos.

-¡Wiiii, papi es alto como una montaña y la he escaladoooo! ¿Cuándo voy a poder ver al bebé? ¿Eh, eh, eh?

-Dentro de un ratito, cielo. –Kristoff esbozó una sonrisa por primera vez en todo aquel estresante día. La espera tampoco era fácil para él y esta vez se estaba alargando mucho más que la primera.

-¿Cuánto es un ratito? ¿Un minuto? Olaf me está enseñando a contar. –Señaló Erika, muy orgullosa.

-¿Y por qué no te vas a jugar con Olaf este ratito? Será más divertido que estar aquí esperando.

-¡Es que no sé dónde está! Y yo quiero ser la primera en saber si tengo un hermanito o una hermanita. Porque si es un hermanito será el papá de mis muñecas y si es una hermanita, seremos las mejores amigas. ¡Como mamá y tita Elsa! ¿A que sí?

-Claro que sí, campeona. –La cogió de sus hombros para colocarla entre sus brazos, delante de él, y abrazarla con cariño.

La puerta se abrió justo en aquel momento, sobresaltando a Kristoff y haciendo que una gran sonrisa apareciera en el rostro de Erika. Elsa fue la que apareció, atravesando el marco con un bulto envuelto en mantas entre sus brazos y una expresión menos festiva de lo que a Kristoff le hubiera gustado.

-Kristoff, Erika... -Dijo con tono solemne.- Os presento a Kristoffer.

-¿Kristoffer? ¿En serio? –Preguntó Kristoff, medio ilusionado y medio en broma.

-A mí no me mires, sabes que esta vez le tocaba elegir a Anna.

Elsa se acercó a ambos, para que pudieran mirar al bebé más de cerca. Como Erika estaba en brazos de su padre, tenía una vista estupenda y no dudó en colocar su cara a pocos centímetros de la del recién nacido. Era un bebé rollizo, tal como Kristoff recordaba que Erika había sido, o incluso un poco más.

-¿Y tú eres un niño o una niña? –Preguntó Erika en voz bastante alta, sin importarle que Kristoffer estuviera durmiendo y provocando las risas de su padre y su tía.

-Es un niño, Erika. Pero está dormidito y no sabe hablar. –Le contestó Elsa, con gran dulzura.- ¿Puedes dejar que papá coja al bebé?

Erika asintió y bajo ella sola resbalando hasta el suelo, sin esperar a que la bajara su padre. Elsa dejó que Kristoff acomodara a su hijo entre sus brazos y disfrutara del momento, pero él tenía más inquietudes en su mente.

-¿Puedo pasar ya a la habitación? ¿Cómo está Anna?

-No, no puedes pasar todavía. -Elsa bajó su tono de voz. Solamente por eso ya se podía intuir que iba a hablar de un asunto de gravedad.- No te asustes, pero la comadrona dice que hay algo... En fin, dice que puede haber otro bebé.

-¿Otro bebé? –Demasiado tarde, Kristoff ya se había alarmado. Era capaz de echar la puerta abajo, aun sabiendo que no podía entrar.- Pero Anna...

-Anna estará bien. Al menos eso creo...

-¿Eso crees? ¿¡Crees!? Elsa, tengo que entrar.

-¡No! –La reina se puso firme y unos centímetros de escarcha cubrieron el suelo a su alrededor. Erika se escondió detrás de una cortina, temerosa de un enfado de su tía.- La que tiene que entrar soy yo. Tú te quedas aquí, cuidando de tus hijos. Si hay novedades, te avisaré. Ahora, si me disculpas vuelvo a entrar.

Frozen Fractals (Segunda Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora