Capítulo 12

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Día 2

Se aburría demasiado estando allí encerrado, Bill apenas había venido una vez y no tenía idea de como distraerse. Aún no estaba bien para que pudiera volver a los corredores de reformatorio y la enfermera insistía en tenerlo allí.

Lo único que podía hacer era recostarse en la camilla, mirar al techo y ver como caía sobre él pequeñas partes de la pintura. Cerró los ojos intentado dormir un poco antes de que el sol saliera y poder descansar un poco. Aun que pasaba la mayor parte del tiempo recostado, se sentía agotado físicamente, no tenía las fuerza de antes, por el momento y le dejaba tiempo para pensar un poco en Georg y en como le haría tragarse todas y cada una de las pollas de los internos.

Hace unos meses hubiera deseado que su madre lo dejara quedarse en cama y dejarlo faltar a la escuela, esta vez no. Había tantas cosas que le hubieran gustado hace un par de meses que ahora le parecían estúpidas y no las quería. Suspiro y se dio la vuelta quedando de espaldas a la puerta.

La puerta se abrió, Tom se giro alerta esperando ver a Bill, suspiró al ver a Shelle, su enfermera.

-Buenos días, Tom.- Dijo sonriendo

-Hola Shelle.- Se incorporó en la camilla con dificultad y la miró mientras caminaba hasta su escritorio.- ¿Bill va a venir?

-Lo más seguro es que sí, por eso he venido más temprano. Te daré los medicamentos y me iré en cuanto llegue tu hermano.

-Gracias por dejarle pasar.- Bajó la mirada apenado

-Esta bien, él es un niño adorable.- Sacó un par de medicinas y vertió un poco en una cuchara.- Abre la boca.

En cuanto terminó de darle la medicación y tomar su temperatura salió de ahí, Tom esperó recostado pacientemente a su hermano que no tardo en aparecer por la puerta con una gran sonrisa en el rostro y un par de emparedados en las manos.

-Hola.- Lo saludo con voz suave

-¿Sabes? - Se incorporó con dificultad una vez más, haciendo muecas de dolor y miró su hermano.- Se me hace muy raro tener que...- Jadeó.- que esperar para verte...

El corazón de Bill se disparó

-ah... amm... lo sé, e-es raro.- ¿Qué le pasaba?

-Te has puesto colorado.- No, no era una pregunta

-Hace frío.- Apartó la mirada y le dio un emparedado junto con un envase de leche.

-Es cierto, que la ventana no tenga vidrio va a matarme.- Coincidió Tom dejando de lado el tema.

Bill se sentó junto a su hermano justo como el día anterior, en silencio que pronto se volvió incomodo.

-¿Qué te pasa, Bill? ¿Estas bien?

-Si si, solo el frío.- Intentó sonreír y lo único que Tom vio fue una mueca bastante pobre.

-Oh vaya...- Tom posó sus manos en su nuca y parpadeó varias veces.

-¿Qué? ¿Qué pasa? - El estómago de Bill dio un vuelco bastante doloroso.

-Nada, se me va la cabeza, un mareo.

Tom se veía mal, tenía grandes ojeras debajo de sus ojos, las mejillas hundidas y más delgado, Bill estaba muy preocupado, no sabía como ayudarle, la enfermera le había dicho que estaría bien pero él no estaba tan seguro, se negaba a pensar que no, pero le era demasiado complicado. Se abofeteó mentalmente y sacudió la cabeza como si así se disiparan sus ideas.

Tom no le dio importancia y continuó comiendo, Bill le miraba de reojo sin saber que decirle, era la primera vez que no tenían de que hablar y se volvía incomodo todo, miró al reloj que colgaba sobre la puerta y suspiró, solo contaba con 5 minutos más antes de tener que irse, no quería irse, quería quedarse con Tom todo el tiempo, no le importaba faltar a clases y que lo castigaran, no le importaba si los guardias lo veían ahí, no quería separarse de su hermano.

El tiempo corría y solo se dedicaba a mirar sus manos sin saber que hacer. No lo pensó siquiera y le plantó un beso en la mejilla para luego salir corriendo de ahí.

Su corazón automáticamente se había disparado a 200 y le sudaban las manos, la sensación de haber corrido un maratón se alojaba en su estómago llenándolo de calor. No era la primera vez que besaba sus mejillas, anteriormente solía hacerlo casi siempre y ¿Por qué ahora se avergonzaba?

-Hey, Hey, Bill.- Detuvo su andar y se giró para ver a Gustav que corrí detrás de él.

-¿Qué pasa? - Dijo sin aliento

-¿A dónde vas cada mañana, eh? Siempre que despierto tú no estas, pensé que podría haberte pasado algo

-Perdón, es que... - Miró al suelo, jugando con los hilos de su suéter.- he estado ocupado

-¿Con qué?

-Con Tom.- Murmuró.

-¿Con quién?

-Con Tom.- Dijo un poco más alto.

Frank acaba de salir del comedor con el estómago a reventar y lo único que quería era tirarse a la cama a dormir un poco más, lamentablemente tenía clases de matemáticas en unos minutos y no podía faltar. Con pesadez arrastró los pies por el corredor que llegaba hasta el aula, deteniéndose en seco al escuchar una voz muy peculiar. Hace días que no quitaba la mirada del pequeño pelinegro; Bill.

-¡Con Tom! - Gritó Gustav tapándose la boca

-¡Shhh! Nadie puede saberlo.- Le chistó Bill, poniendo un dedo sobre sus labios, Frank prestó más atención a sus palabras.

-¿Y por qué no?

-¡Que te calles! - Le gritó

-Perdón, perdón... ¿Y por qué es secreto? - Inquirió curioso, bajando la voz.

-Porque es peligroso, no me dejan pasar los guardias a verle y aun así lo hago así que por favor, cállate.

-Si si, no diré nada, lo juro.- Juró solemnemente poniendo una mano sobre su pecho, Bill hizo un puchero.- ¿Y cómo esta?

La expresión en el rostro de Bill se torno preocupada y eso puso nervioso a Gustav.- Mal, muy mal.

-¿Y se va a poner bien?

-Si, bueno... eso dijo la enfermera. Yo lo veo muy mal.- Comenzó a caminar rumbo al aula y Frank los siguió de cerca, Bill sonaba muy afligido por todo lo que estaba pasando con su hermano y no tenía a quien contárselo, Gustav estaba ahí, necesitaba desahogarse y no lo pensó dos veces antes de contarle en mitad del pasillo lleno de chicos yendo y viniendo. Y sobre todo, no notó a Frank siguiéndolo de cerca escuchando cada una de sus palabras.


(...)

-Georg.- Lo llamó Frank, poniendo un brazo sobre sus hombre, susurrando en su oído.- Ya sé que vas a hacer.

Cya & Copito




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