Desde Hogwarts con amor

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El castillo entero estaba forrado con cientos de adornos mágicos llenando cada pasillo de una forma casi viciosa para dar la bienvenida a los invitados que pocas veces tienen. A decir verdad Hogwarts pasó a ser un sitió demasiado tranquilo luego de la caída de Lord Voldemort hace unas décadas. No es que Stiles se queje, para nada, ni él ni Scott su mejor amigo pero ambos coincidían en que a veces se requería algo de acción más allá de los problemas en los que se metían por husmear en los documentos del padre de Stiles, el jefe de aurores del ministerio quien parecía ponerles cruces cada vez que pisaban su lugar de trabajo.

Su padre en definitiva debía comprender que era curioso no un maleante, probablemente muy travieso pero eso le salía natural, no es que se pusiera a planear como explotar el chicle de Malia Tate a mitad de la clase, eso fue un error de cálculo.

Y eso era lo que necesitaban sus profesores, cálculos para saber que esos estandartes de Beauxbatons con brillos por todos lados más que gustar dejaban ciegos a cualquiera que pasara por ahí.

-Chicos, ya es hora de la cena -Les avisó Kira acomodando su blusa mientras huía de la biblioteca.

-¿Que va a pasar en la cena? -Le preguntó Scott saliendo de detrás de un libro empolvado.

-Hoy llegan los invitados -Le recordó anudando su corbata de Gryffindor. Hasta la fecha sigue preguntándose si quedó ahí por valiente o por idiota.

-Cierto -Scott volvió detrás del libro como si le hubiera dicho que venía el profesor Harris a tomarle la temperatura.

-Vamos, Scott, esta vez es obligación ir y vienen chicas guapas de Beauxbatons.

-¿Cómo lo sabes? -El morocho se le quedó viendo con los ojos enormes.

-Puede que al entrenador de Quidditch se le haya salido -Ambos amigos se sonrieron de forma cómplice. Este año se echaban novia si o si, aunque Scott siguiera como perrito faldero de Kira Yukimura quien no le daba el sí completamente.

Llegaron al comedor junto con los últimos Slytherin de grado mayor, unos chicos bastante imponentes que ya les conocían y no de buena manera, tal vez nunca se les iba a olvidar que Stiles les dejó caer en la cara polvo pica pica muggle, una adquisición que hizo recorriendo los callejones de Londres. Su segundo hobby favorito, el primero era leer, aunque costara creerlo.

Tomó asiento frente al prefecto de su casa y se dispuso a poner atención, manteniendo a su mejor amigo a su lado porque si Scott no estaba ahí la cena no era lo mismo sin importar que le dijeran, nada se comparaba con tener a su mejor amigo para comer pastelitos.

-Estudiantes -Todos guardaron silencio ante la voz de su director, un hombre pelinegro que ya tenía más de setenta años pero tan jovial como si tuviera quince o tal vez más porque Stiles tenía quince y a veces le tienen que tirar de las extremidades para ponerlo de pie. -Este año Hogwarts ha sido seleccionado como la cede del torneo de los tres magos -Scott aplaudió con más fuerza de la necesaria. -Donde dos escuelas nos harán el honor de convivir con nosotros durante el ciclo escolar. Por favor den la bienvenida a las señoritas de Beauxbatons -Su cuello tronó como huesito de pájaro al girarlo con tanta rapidez.

Por las puertas cinco filas de bellas jovencitas entraron mostrando su belleza con neón. Había de todo tipo, pelinegras, castañas, rubias, pelirrojas pero todas guapas, sobre todo la que iba a la cabeza, una chica ligeramente más pequeña pero más hermosa, igual que la que iba a su lado, una rubia de atributos notorios y Stiles deseó irse a vivir a Francia.

-Bienvenida Madame Juliette -Las veinte chicas tomaron asiento en las primeras líneas de las mesas de Hufflepuff y Slytherin -Ahora, den la bienvenida a los caballeros de Durmstrang.

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