El cazador entró tambaleándose en la oscura habitación. Extendió la temblorosa mano hacia el interruptor pero se detuvo al escuchar una tranquila y conocida respiración. Mareado y aturdido caminó a tientas hacia la cama mientras trataba de quitarse la empapada ropa. Murmurando improperios mientras luchaba por deshacerse de los pantalones tropezó y cayó de bruces contra la cama.
- ¿Dean? – preguntó sobresaltada la joven que hacía segundos dormía plácidamente.
- Perdona cariño, no pretendía despertarte. – dijo su familiar voz aunque algo más grave de lo normal.
- Da ig ... - Abbie encendió la lámpara de la mesilla y se quedó petrificada en cuanto sus ojos localizaron la ensangrentada figura. - ¡ay dios mío, Dean! - Como el más ágil y rápido de los atletas Abbie saltó de la cama.
-Tranquila, estoy bien. – semidesnudo alzó sus manos llenas de sangre que aún sostenían la camiseta y el cinturón.
Haciendo caso omiso, examinó con los dedos cada centímetro de su torso. Sus yemas toparon con algo rugoso a la altura de las costillas. Entornó la vista y consiguió distinguir la venda teñida de sangre que rodeaba todo el costillar.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó con un nudo en la garganta.
- Que los fantasmas también tienen puntería – bromeó. – Estoy bien, en serio. – aseguró al percatarse del miedo en sus ojos.- Sam ha sacado la bala y cauterizado la herida, en un par de semanas estaré como nuevo.
Abbie tragó saliva y alzó la mirada en un intento de percibir algún gesto que delatase su mentira. Pero no consiguió hallarlo. - Igualmente debería verte un médico.
Dean la agarró firmemente del brazo antes de que ella lograse alcanzar las llaves de su coche. – Sabes que eso no es posible. – la dedicó una mirada severa pero su tono de voz fue suave.
- Pero – quiso protestar ella.
- Confía en mí, - Dijo mientras la atraía hacia sí – no es tan grave como parece. En cuanto me haya duchado y cambiado la venda verás que solo es un rasguño. – pronunció besando su frente.
Ella se limitó a suspirar intentando fuertemente creer en él.
Minutos más tarde y una vez que ella misma se había cerciorado de envolver limpiamente la herida de bala, se tumbó con sumo cuidado al lado de Dean. Cerró de nuevo los ojos y antes de quedarse dormida se prometió que mañana Dean vería a un médico, aunque tuviese que noquearlo primero.
Abbie soñó con un azulado mar en calma que se tornó grisáceo y enfurecido. Una ola gigante la arrastraba hacia el fondo mientras buscaba a Dean por alguna parte. Se rebulló acongojada mientras sentía cómo la humedad se pegaba a su cuerpo como una segunda piel. Ante la inminente muerte su cerebro despertó.
Respiró entrecortadamente con el corazón aún desbocado mientras trataba de ubicarse en el espacio y tiempo. Juraría que aún podía sentir el agua mojando la camiseta que usaba a modo de pijama. Alargó su brazo izquierdo para asegurarse de que Dean estaba a su lado. Su piel sintió el contacto de algo frío y caliente a la vez que acuoso.Esta vez con ambas manos tanteó nerviosa y pudo escuchar un chapoteo. Con el corazón en un puño logró iluminar la estancia para ver lo que en su imaginación ya había cobrado forma.
La cama estaba inundada. La sangre incluso había formado un charco entre ella y el empapado el inerte cuerpo de Dean.
-¿¡Dean?! – Lo zarandeó con fuerza - ¡Dean despierta, por favor! – dijo en un alarido de pánico y dolor mientras trataba en vano de devolverlo a la vida. - ¡¡Sam!! – Llamó, pero él se encontraba a kilómetros de distancia.