Resistencia

20 0 0
                                    

-No reconocera el nuevo nombre- nurnuro el Sanador.

Me distrajo una nueva sensacion. Algo agradable, un cambio en el aire cuando la Buscadora se acerco a mi lado. Comprendi que era un aroma. Algo distinto en aquella inodora y esteril habitacion. Mi nueva mente me dijo: es perfume. Floral, sensual...

-¿Puede oire?- pregunto la Buscadora, interrumpiendo mi analisis-. ¿Esta consciente?

-Tomese su tiempo- la urgio el Sanador con una voz mas amable que la que habia empleado antes.

No abri los ojos. No queria que me distrajeran. Mi mente me suministraba las palabras que necesitaba y tambien la entonacion, con la que podia transmitir lo que no habria logrado decir sin utilizar un monton de palabras.

-¿Me han colocado en un huesped dañado para obtener la informacion que necesitan, Buscadora?

Hubo un resuello -mezcla de sorpresa e indignacion- y algo calido toco mi piel, cubriendome la mano.

-Por supuesto que  no, Viajera- me dijo el hombre con voz tranquilizadora-. Hasta un Buscador se detendria ante cierta clase de cosas.

La Buscadora jadeo de nuevo. Mas bien siseo, segun me corrigio mi mente.

-Entonces ¿por que esta mente no funciona bien?

Se hizo un silencio.

-Todas las exploraciones son correctas- dijo la Buscadora.

Sus palabras no eran tranquilizadoras, sino beligerantes ¿pretendia pelear conmigo?.- El cuerpo fue perfectamente curado.

-De un intento de suicidio que estuvo peligrosamente cerca del exito- el tono de mi voz era rigido, aun airado. No estaba acostumbrada al enfado y era dificil controlarlo.

-Todo estaba en perfecto orden- El Sanador la corto en seco.

-¿Que echa de menos?- inquirio.- Es obvio que ya ha conseguido acceder al lenguaje.

-La memoria. Estaba intentando encontrar lo que desea la Buscadora.

Aunque no se escucho sonido alguno, hubo un cambio. La atmosfera, que se habia tensado por mi acusacion, se relajo. Me pregunte como sabia esto. Tenia la extraña sensacion de que, de algun modo, estaba recibiendo algo mas de lo que me ofrecian mis cinco sentidos, y de que habia otro sentido mas, en los limites, aunque no del todo bajo control. ¿La intuicion? Esa parecia ser la palabra correcta. Como si una criatura cualquiera necesitara mas de cinco sentidos.

La Buscadora se aclaro la garganta, pero fue el Sanador el que contesto.

-Ah- apunto.

-No se angustie por algunas dificultades parciales con... los recuerdos. Eso, bueno, no es exactamente lo que uno espera, pero tampoco es sorprendente, teniendo en cuanta que...

-No entiendo lo que me quiere decir.

-Este huesped formaba parte de la resistencia humana-. Ahora habia un matiz de excitacion en la voz de la Buscadora.
-Los humanos que sabían de nuestra existencia antes de la intersección son los más difíciles de someter. Y este aún se resiste.
Hubo otro momento de silencio mientras esperaban mi respuesta.
¿Resistencia? ¿El huésped estaba bloqueando mi acceso? Otra vez el ardor de mi cólera me sorprendió.
-¿La conexión ha sido la correcta?- pregunté, con la voz distorsionada que surgió de entre mis dientes.
-Si- repuso el Sanador.
-Todos los ochocientos veintisiete puntos están asegurados en sus posiciones óptimas.
Esta mente usaba más de mis facultades que cualquier otro huésped anterior, y solo me dejaba libres ciento ochenta y un enlaces. Quizá la gran cantidad de sujeciones daba pie a que las sensaciones fueran tan vividas.
Decidí abrir los ojos. Sentí la necesidad de cerciorarme de las garantías del Sanador y asegurarme de que el resto de mi funcionaba correctamente.
La luz, brillante, dolorosa. Cerré los ojos de nuevo. La última luz que había visto se filtraba a través de cientos de brazas oceanicas. Pero estos ojos habían contemplado cosas más brillantes y podían arreglárselas bien. Los abrí, pero a medias, manteniéndolos entrecerrados, dejando que las pestañas se entrelazarán sobre la apertura.
-¿Desea que apague las luces?
-No, Sanador. Mis ojos se ajustarán.
- Muy bien- dijo, y comprendí que su aprobación se dirigía al uso circunstancial que había hecho del posesivo.
Ambos esperamos tranquilamente mientas mis ojos se abrían con lentitud.

HuespedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora