7. Y ahora esto...

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Así pasaron dos semanas, viendo día a día a mi niño, y ya no podía imaginarme una tarde sin él.

¿Amor? Imposible.
Se me estaba haciendo una rutina, cada día lo mismo.

No es que me aburriera, simplemente, me hubiera gustado algo diferente. No me aburría de el, me aburría de siempre lo mismo, pero no quedaba con mis amigas, por miedo a que se enfadara o a que desconfiara de mi tan pronto.

Pero tampoco lo pasaba mal estando con el, al contrario. Lo pasaba perfecto, aunque pensaba que lo podía pasar mejor.
Seguiría con mi rutina.

***
2 semanas más tarde...

-Tía, ¿pero vas a venir o no? Que siempre te estoy insistiendo para que vengas conmigo, y siempre acabas quedando con él. -Lorena me lo repetía todos los días.

-Lore, que no lo sé, que mi madre no me da dinero.

-Ya, esa es la excusa fácil. Prefieres quedarte con él.

Con él se refería a Manuel.

-Que noooo, pesadaaa.- Le decía siempre yo.

-Bueno Taira, como quieras, si no quieres venir, lo dices y llamo a Sofía, para quedar con alguien, por si luego me dejas tirada.

-Pues mira si, voy a quedar con él. Llama a Sofía y quedas con ella.

Me parecía increíble que mi mejor amiga, Lorena, me hablara de esa manera. Ella siempre que quedaba con alguien, también me "dejaba tirada" como ella dice, y yo nunca me ponía de esa manera con ella. Pero bueno, que le íbamos a hacer, si ella es así de orgullosa, yo lo soy más.

Voy a mi clase de biología, con mi otra amiga, Sofía. Me senté a su lado, como siempre.

-¿Qué te pasa, simpática? -Me dice, sarcásticamente.

-

Pues Lorena, que esta rara y lo paga conmigo.-Digo, mirando al suelo, quizás decepcionada.

-Perdona, la que esta rara aquí eres tu. -Dijo ella, con una actitud... Cortante. ¿Pero que les pasa a estas dos?

-¿Pero por qué?

-Te echas novio y las amigas las das de lado. Tu eras una buena amiga, ahora eres solamente... Una amiga.

Pues nada. Otro problema más. En parte tenían razón, les di un poco de lado, pero por otra parte, ellas también me dejaron a mi de lado por tíos en varias ocasiones. Pero no temía ánimos para decírselo, sólo tenía ganas de llegar a mi casa, acostarme, meterme debajo de las sabanas y ... Quizá llorar. De lo que si tenia ganas es de verlo, a él. Era la única persona con la que ahora podía hablar y contarle algo, el único en el que creía que podía confiar.
Y esperé a que fueran las 5. Cogí mis vaqueros con la camiseta de flores y el chaleco marrón de mi hermana.

-¿Cómo estás, princesa?

-Mal... -Dije, haciendo un puchero.

-¿Por qué está mal mi princesita?-Me preguntó, en tono de niño pequeño.

Le conté todo lo ocurrido con detalles, le comenté lo que yo pensaba y, el muy gracioso, se rió de mi, a lo que me enfadé y me senté a dos bancos de distancia.
Vino a sentarse al lado mía con una sonrisa malvada.
Me dijo que no tenia por qué quedar con el todos los días para no darle de lado a mis amigas, que son mis amigas y eso es intocable.
Pero me habían hablado de una manera que no me gustó, así que no les iba a hablar hasta que ellas no me hablaran a mí. No solo eso, hasta que no me pidieran perdón, yo no les hablaría. Hay mas niñas en el colegio, no tengo por que ir detrás de nadie. Manuel pensaba que lo mio era un comportamiento infantil, pero me daba igual, yo era así.

Al día siguiente en el colegio, estaban Lorena y Sofía hablando las dos, llegué y les Sonreí solamente. No pensaba saludarlas. Me dijeron que me sentara junto a ellas y así lo hice, con una mirada orgullosa.

-Pues a las 6 entonces. -Le dijo Lorena a Sofía.

-¿De qué habláis?-Les dije yo.

-Pues nada, haciendo planes, pero tampoco te comentamos nada, porque tu has quedado.-Dice Lorena, y me guiña un ojo.

Me quedé pensando.

Sin Buscarte. © [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora