Sin uno y sin otro

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Bajé rápido por las escaleras y grité el nombre del rubio junto cuando este estaba por salir. El corazón me latía a mil y me mordía los labios nervioso. Dan me miró con el ceño fruncido y se acercó hasta quedar frente a mí; tenía las manos en los bolsillos y me miró dudoso frente a frente.

-Parece que te gustan mis besos -bromeó y rodeé los ojos mientras sonría.

-No te sientas tan importante, fue sólo un beso y nada más -mentí tratando de no parecer desesperado -. No volverá a... -no puede terminar la frase porque sus labios me interrumpieron con un beso rápido y me sonrojé rotundamente.

-Y volvió a pasar -soltó una carcajada -. Que lindo eres, Ryan. Eres como un tierno cachorro -pellizcó mis mejillas -. Hasta luego.

Estaba a punto de irse cuando me decidí a tomarlo de la muñeca. Él se giró con el ceño fruncido. Yo me acerqué finalmente a él y le tomé el rostro entre las manos para comerle la boca. Sin embargo, esto no duró demasiado hasta que un carraspeo de garganta nos interrumpió. Ambos giramos a ver a aquella persona, causando en nosotros un sonrojo y al mismo tiempo un vértigo ante ser quien era. El pelinegro miró a Dan, y si las miradas matasen, el rubio ya estaría muerto. Seguido a eso, sus ojos comenzaron a rastrearme de arriba a abajo. 

-Vine por mi auto -dijo con voz tajante y grave.

-Yo... yo... estaba a punto de llevarlo -tartamudee y comencé a jugar con mis manos.

-Ah ¿en serio? ¿Entero o en pedazos? Así como mi guitarra -respondió con sarcasmo y con furia. Sin embargo, no entendía a qué se debía ésta.

Yo metí la mano a los bolsillos y saqué las llaves, para tendérselas. Él las tomó con furia y se fue, cerrando la puerta detrás de él. Miré a Dan; el cual, al igual que yo, estaba atónito. Hice un ademán de hablar, tratando de cuestionarle a mi nuevo mejor amigo si debía seguir al que había sido mi ex amado, pero incapaz después de aquellas interacciones. El rubio finalmente bajó la mirada con resignación, sonrió y con un ademán, me dijo que lo siguiera. Dudoso empecé a caminar, sin embargo, sentía un impulso completamente en alcanzarle.

Aunque todo aquello fue en vano, pues cuando me encontraba bajando las escaleras del edificio, el auto del pelinegro arrancaba a gran velocidad. Escuché unos pasos detrás de mí y Dan llegó a mi lado, puso su mano en mi hombro y trato de consolarme. Sin embargo, yo me sentía roto, confundido y desesperanzado. Había en mí un gran dolor, no podía evitar quererle; por más que besara a Dan o a un millón de personas más, no podía dejar de quererle. Incluso podía atreverme a decir que le quería más, le admiraba, le idolatraba. Era todo para mí y sentía que mis acciones infantiles lo habían alejado; la guitarra, el auto y ahora Dan. Todo esto había orillado a que el pelinegro me odie.

-Hey, tranquilo -rompió Dan el silencio -. Todo esto es por tu bien, Ryan. ¿Qué no vez que estás mal? -me acarició la mejilla.

-Tú no entiendes, Dan. Ninguno de ustedes lo ha entendido -suspiré y comencé a llorar.

-Es que no hay nada qué entender, Ryan. El sujeto te utiliza cuando quiere y tú simepre estás dispuesto a que así sea. Sigue en tu error, sigue siendo su esclavo, un ingenuo, un estúpido marica que no aprende que ¡él no te ama! Jamás lo hizo, sólo te utilizó y ahora estás pagando el precio... ¡por ser tan estúpido, por ser tan Ryan!

-Tú no lo conoces, no me conoces a mí. Nunca estuviste presente cuando estuvimos bien...

-Pero estuve contigo cuando nadie más quiso estar. Estoy contigo justo ahorita, mientras él se fue con su esposa. No vengas con sermones como si no me importaras, cuando claramente me has importado más a mí que a él.

Él tenía razón. Lo sabía y eso era lo que más me dolía. No entendía cómo es que a pesar de lo que todos decían respecto a Brendon, sobre mí y nuestra relación, no había sido capaz de rechazarlo. Incluso sobrepasé mis limites morales, por él, por una estúpida idea de que aún sentía algo por mí. Jamás sentiría verdaderamente amor por parte de él; siempre sería su segunda opción.

Subí a mi departamento, dejando a Dan detrás de mí. No quería verlo, no quería que él me viera a mí y supiera que tenía razón. Lo más probable es que le contase a Z Berg lo que había pasado y ambos volverían a darme sus interminables sermones.

Pero finalmente había conseguido lo que había querido ¿no? Brendon ahora me odiaba y, posiblemente, no le volvería a ver. Jamás volvería a verlo de ninguna de las dos formas posibles, porque no solamente había perdido al amor de mi vida, sino también a mi mejor amigo.

Oh, Brendon. Te odio tanto.


Capitulo breve. No pude actualizar por cuestiones de la universidad y la contingencia, pero aquí dejo un capítulo. Recuerden que si les gustó, pueden apoyarme con un like y compartiendo con otras personas. Gracias por leerme y por sus comentarios, me motivan demasiado.

Things Have Changed ; ryden [parte 1/2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora