Despues de la fiesta de disfraces

1.

Jade se encontraba perdida en su mente mientras la clase de historia universal se exponía frente a ella, con un profesor que llevaba más tiempo enseñando del que debía ser admitido en la ley.

Solía poner toda su atención a esta clase, los libros, la historia, los misterios siempre habían sido parte esencial de su personalidad. Se consideraba buena en resolver enigmas porque siempre traba de buscarle sentido a todo, pero extrañamente en está su primera clase, se encontraba perdida mirando a la ventana del último piso del edificio, intentaba buscarle respuesta a un viejo caso policial conocido como -La Dalia Negra-, había leído tanto de ese tema que podría dar una exposición completa y no pararía de hablar hasta haber sustentado este mismo por más de 5 horas.

Imaginó las distintas pistas y, se encontró a si misma pensando cómo sería vivir una experiencia parecida a un misterio sin resolver en su propia vida, algo parecido a los escritos de Agatha Christie.

Sus pensamientos eran distantes y ajenos a lo que se explicaba en la clase, en su mente este tema era mucho más dramático he interesante que el arte rupestre de los inicios de nuestra era.

Puesto que su mirada estaba fija en algún punto lejano del único ventanal de la cerrada clase, el docente se aproximó a hablar.

-Señorita Jade, me sorprende ésta actitud.- Dijo con desdén el profesor, conocía que ella era muy sabia en ese tema, pero era parte de el tener que reclamar su falta de atención, con lo cuál prosiguió.- Puesto que claramente está pensando en algo mucho más interesante que ésta clase, ¿Puede comentar al grupo extenso de compañeros sus pensamientos?-

-Si- le respondí segura de cada palabra que decía.

-¿Puede explicarla en tal caso?- Pregunto ya cansado de lo mismo de siempre.

-Me gustaría, pero considero que mis pensamientos no son los más elocuentes en este momento, supongo que a ninguno de mis compañeros les gustaría saber qué en realidad pienso en el famoso caso de La Dalia Negra, una muy hermosa mujer que fue asesinada, mutilada y desfigurada, para después quedar tirada en las vías cercanas de un tren, después se asustan, ¡Bu!- creo que ese es su trabajo ¿No es así?-, Jade subió una de las comisuras de sus labios al darse cuenta del ambiente hostil que había provocado su comentario en la habitación, causándole gracia hasta cierto punto lo ingenuos que llegaban a ser sus compañeros. El profesor reacomodo sus lentes en el puente de su nariz para dar un corto suspiro como respuesta.

-Consideremos el tema que ha brindado su compañera Jade Wilk como un misterio más del mundo, han existido tantos misterios que pues, que decirles, es un misterio saber su número exacto ¿No creen?- Intentó dar un comentario divertido para aminorar el mal sabor que había dejado el comentario suelto del pensamiento de Jade.

Era divertido, nadie la conocía y todos parecían creer que lo hacían, que era como cualquier persona, alguien simple, que por como lucía era fácil distinguir que se creía el tipo de chica ruda, más inteligente y sin miedo que los demás, siendo que por dentro la mayor parte del tiempo era lo contrario.

Le tenían miedo y eso causaba diversión en ella, no la conocían, y a ella no le preocupa, pues así era más fácil, entre menos explicaciones se den uno mejor vive. Cuando la hora de clases terminó, Jade se levantó de su silla, arreglando sus cosas para salir al encuentro de ella y sus amigas, las únicas que no parecían temerle, puesto que la habían conocido bien, y sabían que la mayor parte de sus pensamientos sádicos y sanguinarios eran una broma para el resto de personas que creían todo lo que les decían.

Caminó por el estacionamiento de la universidad hasta llegar dónde estaba su moto, había quedado de reunirse con ellas ahí, al estudiar diferentes carreras era un buen punto de encuentro al final del día.