56. A veces lo único que necesitamos es llorar

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Frank.

El día se había vuelto de lo más extraño. Había estado llamando al móvil de Luzu, pero él no respondía a ninguna de mis llamadas.

Lana y yo habíamos salido a dar una vuelta. Yo no dejaba de pensar en la situación, mientras que ella parecía bastante relajada.



-Oye, Frank... -articularon los labios de la rubia- ¿Realmente crees que pudo ser tu imaginación lo que escuchaste en mi habitación?

-Creo... que lo que pasó realmente es que oí ese ruido y lo creí proveniente de tu habitación, pero seguramente fue de otro lugar. Algún vecino tal vez. -Mentí. No me parecía bien haberlo hecho, pero algo me decía que tenía que hacerlo. Luzu estaba ocultando algo, y Samuel sabía de qué se trataba. Ojalá supiera cómo localizarlo, necesitaba hablar con él.

-Sí... Eso es bastante probable. -Yo asentí con la cabeza. Parecía que Lanita no había caído en que aún no habíamos tenido noticias de Luzu. Y era raro, porque ya eran más de las cuatro de la tarde. ¿Dónde se habría metido? A lo mejor había llegado a casa, y no había podido llamarnos porque se habría quedado sin batería y tenía que esperar un poco para poder encenderlo, y yo me estaba preocupando demasiado por nada.

No, por nada no. Esa mancha de sangre no era nada. Era real, tan real como mi presencia en este mundo.

Dios mío. Iba a darme un infarto si no sabía pronto qué estaba pasando.



-¿Por qué no comemos algo por ahí? -le pregunté, para cambiar a un tema menos delicado.

-Claro... pero... ¿Y Luzu? Tendríamos que ir con él, ¿no? ¿Qué hora es? -Fue a mirar la hora en su móvil, pero lo impedí y dije otra hora. Ella ni siquiera iba a saber si era así o no. Estaba demasiado inmersa en el tema de su habitación.

-Son las dos y media, estará al llegar. No le molestará si hemos decidido picar algo por ahí.

-Tienes razón. Además, lo necesito -Ella sonrió y señaló un lugar por el que estábamos pasando-. ¿Te apetece ese sitio para comer?

-Me parece estupendo.



Comimos, y las horas se fueron pasando. Se me hacía eterno el tiempo, sin entender nada de lo que estaba ocurriendo. Luzu seguía sin dar señales de vida, y aquello no podía ser nada bueno.

[...]

Sobre las siete y cuarto de la tarde, un mensaje me llegó al móvil. Era de Luzu.



| Cariño, me han dado el turno de tarde, y tendré que quedarme hasta la noche. Siento no haber avisado antes, pero no tenía tiempo, y ahora que he conseguido un hueco te aviso para no preocuparos a Lana y a ti. No llegaré a cenar, así que no me esperéis despiertos. Te quiero. |



En parte el mensaje me hizo bien. Al menos ahora tenía noticias de él. Pero eso no quitaba que hubieran demasiados cabos sueltos aún. Y tenía que averiguar qué estaba sucediendo.

Respondí a su mensaje sin obtener respuesta. Le dije que tenía algo que decirle cuando volviera, así que intentaría esperarlo despierto, pero supuse que no contestó porque volvió a su trabajo. Si es que realmente estaba trabajando...

Avisé a Lanita, que se preocupó cuando llegamos a casa y comprobamos que no estaba, y conseguí que se relajara.



-Voy a dormir un rato, ¿vale? -me dijo- Me siento un poco mareada. ¿Aplazamos la cena para mañana? No quisiera que fuéramos sin Luzu...

-Claro, cuando tú quieras. Ahora descansa, Lana. Ya verás como todo mejora. Tarde o temprano Alex te llamará.



Cuando estuvimos almorzando, noté que se sentía mal, y, después de mucho insistirle, se abrió conmigo. Era Alex quién no podía sacarse de su mente. No quería que estuvieran enfadados, y le decepcionó muchísimo que él no se hubiera comunicado con ella...

Se veía que a ella le gustaba mucho. Parecía ilusionada con su relación, o como quiera llamarle ella. Aún no sé qué se consideraban ambos.

Me tumbé en el sofá y estiré mis brazos en dirección al techo. Yo también estaba cansado. Me notaba bastante flojo, de hecho. A continuación, llevé mis manos a la parte trasera de mi cabeza y me quedé así un rato.

Luzu volvió a aparecerse en mi cabeza, junto a la mancha de sangre que encontré en el suelo de la habitación de Lanita... Y por último Samuel, quién apareció de la nada...

No creía que De Luque hubiese hecho algo malo, a no ser que, en el caso de que Luzu sí hubiese hecho algo de lo que podría arrepentirse, él hubiese ayudado a su amigo.

No sabía qué había pasado en esa habitación, pero, obviamente, yo no era ningún tonto, y comprendía perfectamente que algo olía bastante mal en este asunto.

Y suponiendo que Luzu hubiera sido el causante de esa sangre... ¿a quién habría pegado? No había nadie en casa. Los únicos aquí somos Lana y yo.

Bah, me estaba volviendo un poco paranoico. No ha podido pasar algo tan increíblemente malo.

¿Y si esa sangre fuera de Luzu?

El mundo parecía echárseme encima en ese momento. No podía seguir así. No era, para nada, saludable estar preocupándose por cosas sin, ni siquiera, tener claro lo que había ocurrido.

Puse los pies en el suelo, quedando sentado en el sofá. Me llevé una mano a la frente y me levanté al oír algo proveniente de la habitación de la rubia.

Me acerqué a pasos lentos, para que no me escuchara, no quería que creyera que era un entrometido.

Y entonces supe lo que estaba haciendo. Llorar.

Se me partió el alma al oírla. Mi primer impulso fue abrir la puerta para animarla, quizá no debí hacerlo, tal vez sólo quería estar sola... Pero sentí que era mi deber hacerlo. Necesitaba hacerlo.

Fui hasta ella, quién estaba sentada en el suelo, con la espalda apoyada en una de las paredes. Me agaché y me situé a su lado.

Sus ojos lacrimosos me miraron con tristeza, intentó sonreír para complacerme, pero no lo consiguió.



-No hace falta que fuerces una sonrisa -le dije-. Si es lo que necesitas, llora todo que quieras. Me quedaré aquí. A tu lado.



Sin decir nada, ella me abrazó y siguió llorando por un largo rato.

Ahora en lo último que podía pensar era en Luzu. Sólo quería que Lanita volviera a sonreír como siempre lo hacía.

Duros caminos del destino [Wigetta y Lutaxx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora