Aquella tarde lucía como cualquier otra, todo el mundo corría de un lado a otro con la esperanza de llegar a tiempo a sus destinos, algunos, volvían a casa después de una larga jornada de trabajo, algunos más apenas se dirigían a trabajar, mientras que otros salían o entraban a clases; todo parecía normal, una tarde común respondería cualquiera de esas personas, excepto un muchacho, que presentía que, aquella tarde tan especial le cambiaría la vida.
Axel caminaba rápidamente, casi trotando en realidad, no corría pues no quería sudar, de vez en cuando sacaba su celular de sus jeans y miraba la pantalla sólo para averiguar que aún no recibía respuesta alguna.
-Vamos Molly, ¿porque no respondes?- preguntaba aquel muchacho con un tono de desilusión.
Las ansias lo consumían poco a poco, sabía que debía llegar a tiempo a clases y ya se le hacía tarde, así que aceleró el paso.
Justo cuando llegaba a su escuela el celular comenzó a sonar y a vibrar, rápidamente sacó el aparato de su pantalón, eran tantos los nervios y la emoción que casi arroja el celular hacía los automóviles que transitaban en la calle a sus espaldas, ya con el aparato sujeto firmemente entre sus manos, prendió la pantalla, luego la desbloqueo, buscó la notificación y accedió al mensaje, entonces comenzó a leer:
Cielo, recuerda pasar por pan leche y azúcar cuando vengas de regreso, ah! por cierto hoy saliste tan rápido de casa que no me dio tiempo de avisarte que llevabas un trozo de papel pegado a tu tenis, si ya te diste cuenta olvidalo, sino, deberías quitarlo porque te ves súper gracioso jajaja lo siento, regresa con cuidado, mamá.
Axel dirigió su mirada hacia sus talones y ahí estaba, un largo trozo de papel roto y sucio, inmediatamente lo arrancó y lo arrojó esperando que ninguno de sus compañeros le hubiera visto pero era demasiado tarde, todos a su alrededor lo miraban fijamente y en sus rostros se podía notar que en cualquier momento la cabeza les explotaría por contener la risa, en ese momento tan bochornoso sólo sacó su credencial, la mostró al vigilante y accedió a la escuela donde ya dentro comenzó a correr dejando atrás las burlas de sus compañeros.
Justo cuando llegó al salón de historia notó que no estaban su compañeros de clase así que nuevamente sacó su celular y se dio cuenta de que había llegado 25 minutos antes de la clase. Axel decidió esperar a que llegaran los demás dentro del salón, eligió una silla en la mesa de atrás, se sentó y posó su barbilla sobre la mesa, colocó sus brazos al rededor de ésta y comenzó a dormir.
Repentinamente la mesa comenzó a agitarse violentamente haciendo que Axel se levantara abruptamente.
-Largo de aquí mugroso, esta es una escuela de prestigio, no dejamos que vagos como tu vengan a dormir a los salones, no es albergue- gritó un muchacho desde el otro extremo de la mesa mientras continuaba agitándola.
-¡Jonathan estaba en la mejor parte!- reclamó Axel mientras su amigo se partía de la risa.
Jonathan Topne era amigo de Axel desde ya hacía unos años atrás, sus compañeros decían que eran como uña y mugre ya que a donde iba uno se encontraba el otro, él era un muchacho alto y delgado, de cabello castaño corto, tez clara y ojos café claro, siempre optaba por el uso de camisas holgadas y sudaderas grandes de diferentes colores pero generalmente de tonos vivos, también gustaba de usar jeans largos y anchos, decía que le daban libertad de movimiento y los combinaba con un par de tenis grises ya bastante gastados, era una persona bastante parlanchina pero agradable, y a pesar de que siempre se encontraba molestando a su amigo, este siempre sabía que decir cuando Axel no se sentía bien.
-Si, seguramente estabas en la parte en la que Molly y tú se casaban y tenían muchos hijitos y vivían felices para siempre- respondió Jonathan entre risas.