Raymond
Mi cuerpo estaba adherido al techo, como si fuera parte de la decoración. El techo era tan alto que se perdía entré la oscuridad, era útil para ocultarnos a los tres el tiempo suficiente. El ruido de los altos tacones de Catrina Gold provocó que mi sangre se congelara y mis manos sudaran. Ella ingresó al cuarto a un pasó tranquilo, mientras detrás de ella, se adentraba todo un escuadrón zeta con sus armas por delante.
— ¡Revisen toda la oficina!— Ordenó en un tono autoritario que encajaba perfectamente con su mirada despiadada. —Los delincuentes que se atrevieron a entrar en mi propiedad, deben de estar aún por aquí. Ningun ser humano podría pasar todas las trampas sin ser lastimado.
Los zetas registraron toda la oficina, fueron al baño que se encontraba a un lado, buscaron en cada rincón como si fuéramos unas ratas que pueden esconderse en cualquier lugar. Catrina se quitó la máscara y mostró los rasgos finos y duros que muchas mujeres envidaban. Era como admirar un rostro de porcelana.
—Todo despejado, mi señora— avisó el que al parecer lideraba el escuadrón.
—Señora Gold, hemos encontrado cuchillas seguidoras calor—El zeta tenía entré sus manos las cuchillas que Alexia le arrancó a Aris de la espalda, aún quedaba un rastro de sangre en ellas.
—Y su computadora encendida, mi señora—dijo otro, a lo que Catrina Gold se acercó a un pasó apresurado. Hizo una mueca preocupada mientras le arrebataba el teclado al zeta y empezó a revisar su computadora.
—¡Maldición!—Gruñó furiosa, golpeando con el puño el escritorio —¡Quiero que los encuentren y los traigan ante mí!—Chilló—¡¡Ahora!!—La mitad del escuadrón dio un respingón— La mitad se queda conmigo, avisen a todos los zetas de la mansión y búsquenlos en cada rincón. Y quiero que saquen a toda esa gentuza de mi mansión.
Catrina, sacó de un cajón del escritorio, un arma que desconocía y era similar a una katana. Pude ver perfectamente como una vena palpitaba de rabia en la frente de la mujer.
>>¿Qué hacemos?<< Me pregunté buscando cualquier alternativa con la mirada, no podíamos estar pegados para siempre en el techo, en algún momento verán hacia arriba y notaran alguna irregularidad.
Mi corazón latía tan rápido, tan fuerte, que no me podía concentrar en crear un plan de emergencia.
Todo mi cuerpo se entumeció al notar que lentamente nos estábamos despegando del techo. Traté de sostenerme de algo pero mis dedos se resbalaban entré la estructura lisa.
—¿Aris?— Susurró Alexia lo más bajo que pudo.
—No...puedo...más —dijo Aris con una voz cansada y desgastada, como si estuviera cargando un gigantesco camión en sus hombros.
—Prepárense —avisó enseguida Alexia en voz baja.
Mi brazo derecho se terminó de despegar y aproveché la oportunidad para buscar mi arma en su funda, cuando la saqué, ya llevaba la mitad de mi cuerpo a merced de la gravedad.
Tragué saliva y dije:
—Estoy listo.
Salimos despedidos del techo y en el aire, le disparé a uno de los zetas con mi propia blaster. Todos ya estaban avisados de nuestra presencia cuando rodé en el suelo al caer. Alexia cayó con gracia, tostando a dos zetas con un rayo. Aris corrió lo más rápido que pudo y se ocultó en un sillón.
—¡Esta cansado! —aclaró Alexia, electrocutando a un zeta con su tacto.
Un zeta me apuntó con su blaster y en enseguida me resguarde en unos de esos sillones caros. Recargué velozmente y respiré hondo. El zeta disparó y el respaldar que me protegía se desvaneció. Abrí los ojos de golpe cuando noté que me iba a disparar de nuevo. Su Blaster se alzó hacia arriba y se estampó en su rostro, como si tuviera vida propia. Aris apareció detrás de él y le quebró el cuello en un movimiento.
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Oziria y Los anillos del zodiaco
FantasyOziria se ha vuelto un país de ensueño, fantástico y magistral. Que debe su orden y paz a la Organización Zeta, una de las empresas más importantes e influyentes del país. Aris, Ray y Sarah han sido amigos desde la infancia y los tres comparten una...