Lo amé, lo amé demasiado, si no lo veía a cada un instante, no me sentía bien, me faltaba el aire.
Lo conocí de la manera más inesperada, todo comenzó como una simple amistad; en dos semanas me enamoré, me enamoré de sus ojos, de su boca al pronunciar mi nombre, de sus palabras, y no lo pude reprimir.
Se lo confesé, me olvidé del miedo un poco, lo que pasó me sorprendió: él también estaba enamorado de mí.
Fue algo tan instantáneo, sentí que era tan feliz, todo fue hermoso, hasta Junio 27.
Ése día todo cambió, me dijo que ya no me amaba, que se había cansado de mí y ya no me necesitaba, que todo fue un juego.
En ese momento me quebré, me destruyó, me hizo pedazos. No pude evitar llorar, estaba desconcertada. ¿Será que no lo amé lo suficiente?, ¿No me entregué completamente a él?, ¿No le bastó lo que le dí?, y la pregunta del millón, ¿de verdad se enamoró de mi?.
Me hacían falta explicaciones, todo lo que hicimos, todo lo que pasamos, todo lo que le dí, ¿no le bastó?.
Entregué cuerpo y alma a ese amor que ahora había sido sofocado.
Él tenía los labios más hermosos, los más dulces, me encantaba; perderme en sus ojos era mi juego favorito en esos momentos en lo que lo único que hacíamos era mirarnos, recostarme a su lado, besarlo, sentir sus manos recorriéndome el cuerpo, tocar su cabello, eso era lo que más amaba.
Pasó un mes, y sobreviví, pero lo extrañaba, extrañaba a aquel idiota que me había roto el corazón, ¿por qué? No lo sé.
Todas las noches me ponía los audífonos y reproducía las canciones más tristes, sólo eso escuchaba después de lo que pasó, pero una noche cambió, sonaba en mi teléfono la canción de Mi Immortal y vi el identificador de llamadas, era él.
No sabía qué hacer, contestar, contestar y colgar, no contestar, no tenía idea.
Me decidí por contestar.
-¿Hola?.-dijo con la misma voz con la que me enamoró, sólo que yo ya no sentía lo mismo.
-Hola.- le contesté.
-Quería saber cómo estabas, me preocupaba no saber nada de ti.
-Estoy bien, gracias.
-Espero no me odies.
-No te odio.
-¿Segura que estás bien?.
-Si, ¿tú cómo estás?.
-Mal, te extraño.
Le colgué, no soportaba escuchar su voz arrepentida un minuto más, me dolía, me dolía demasiado, la cosa era que no lo odiaba.
Mi corazón se aceleró cuando él volvió a llamar, pero no contesté.
Entramos a la misma escuela, lo veía pero ya no era lo mismo, comencé a ignorarlo.
Me hablaba demasiado, comenzamos a hablar de nuevo y yo empezaba a sentir algo, después de un tiempo comenzamos a ser amigos, me sentía bien con él, él siempre repetía que quería volver, yo sólo cambiaba de tema, me ponía nerviosa hablar de lo que habíamos tenido.
De repente se alejó de mí, hizo nuevos amigos y todo había cambiado otra vez.
Él causaba sensaciones en mi inusuales, un día me llegué a dar cuenta que tenía celos, celos de que pasará más tiempo con sus nuevas amigas que conmigo, me daba tanto coraje. Y cuando estaba conmigo no paraba de hablar de ellas, yo estaba furiosa.
Dejamos de hablarnos por un tiempo y me di cuenta que él me había olvidado por completo, porque resulta que siempre hubo alguien más; alguien más bonita, con mejor cuerpo y quizá con una mejor actitud, ella siempre estuvo ahí, y yo jamás lo noté.
Hoy ellos dos están enamorados, tienen tiempo juntos y yo sigo como estaba antes, con el corazón roto.
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Con El Corazón Roto.
Teen FictionÉsta es una historia real, en verdad me sucedió, fue algo muy extraño, pero no tengo cómo expresarlo, así que mi manera de hacerlo fue escribir aquí. Les agradezco si se toman el tiempo para leer algo que me pasó, gracias.