2.

84 5 5
                                    

Salgo de la cancha colocándome los cascos. En seguida le doy al play a una canción que Skate me ha recomendado (más bien obligado) que escuchase.
En seguida llego a la acera y de ahí comienzo a caminar por la calle.
Miro el reloj de la muñeca. Quedan por lo menos tres horas para que Gilinsky pase a buscarme así que no me lo pienso mucho antes de doblar a la izquierda y llegar al lugar al que llevo acudiendo desde hace unos cuántos meses ya.
La biblioteca.
No es un gran dilema, pero el grupo de gente con la que me rodeo no me mirarían con muy buenos ojos si lo supieran, así que lo llevo en secreto.
Entro por las grandes puertas adaptando mis ojos a la poca iluminación.
-Buenos días - saludo a Nancy, la bibliotecaria y ella me devuelve el saludo con un leve 'hola Jack'.
Me dirijo directamente a la parte de fantasía. Más concretamente, hacia un libro de Percy Jackson. La semana anterior los había empezado a leer y básicamente me había echo adicto así que había decidido que la próxima vez que fuese a la biblioteca me llevaría el libro a casa.
En cuánto lo veo tardo menos de un segundo agarrarlo. Pero, una fuerza ajena no me lo permite, y yo, al soltarlo, causo que el libro caiga hacia el otro lado.
-¡Auch!
Aparto un par de libros que quedan delante de mis ojos hacia la derecha, haciendo in hueco que permite que vea hacia el otro lado de la estantería. No veo nada, pero al bajar los ojos me encuentro con una mata alborotada de pelos marrones y un par de ojos castaños que miran el suelo, dónde ha caído el libro.
Troto hasta llegar a esta pequeña persona y al llegar ahí veo a una chica. Es baja, de pelo largo y ojos grandes, ocultos bajo unas gafas de varios tonos de rojo y naranja. Tiene la mano en la parte alta de su cabeza. Cuando me mira, comprende al momento que he sido yo.
-¿Se puede saber por qué estás tirando libros por doquier?
La miro atónito durante unos segundos que ella aprovecha para mirarme de arriba a abajo con cara de muy pocos amigos.
-Bueno, tampoco toda la culpa ha sido mía.
-¿No?
Una simple palabra me deja atragantado, sin saber qué decir.
La miro duraste unos pocos segundos y ella recoge el libro.
-¿Estabas intentando cogerlo?
-Sí.
Sus ojos se detienen en mi camiseta y estoy a punto de hacer un comentario gracioso cuando me doy cuenta que no me mira por mi cuerpo, sino más bien sus pupilas están clavadas en mis gotas de sudor.
-¿Ahora es cuando me dices que sabes leer?
Sus palabras son como un balde de agua fría.
-No todos tenemos que ser feos para ser inteligentes.
Ella, más que dolida, me mira con los ojos llenos de gracia y me dedica una gran e irónica sonrisa.
-Toma -me tiende el libro-, sabrás al menos de qué trata, ¿no?
-Pues claro -la miro desde arriba con arrogancia-, ¿no ibas a cogerlo tú también?
-Yo hace muchos años que me lo leí- lo dice con la voz llena de gracia, como si le pareciese tonto que yo aún no lo hubiese leído. Y con eso, se da la vuelta y desaparece, detrás de otra estantería.

'Mi primer error.'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora