-Animo chicos, no hay que dejar que esto nos deprima- Aidan trataba de infundirnos animo pero la verdad no ayudaba en nada.
Él era un buen amigo. Nos conocíamos desde pequeños ya que nuestros padres eran amigos desde jóvenes y aun se llevaban bien. Yo llegué aquí antes que él pero no por mucho, un año después que yo llegó y continuamos con nuestra amistad.
Nos encontrábamos en el comedor principal Joanna, Aidan, Jonathan y yo.
Jonathan también era mi amigo pero no lo conocía mucho. Él se llevaba más con Joanna. De hecho, hubo un tiempo en el que creí que entre ellos dos había algo más que una simple amistad.
Después de la inquietante junta general, habíamos decidido ir por algo de comer para relajar un poco el ambiente. No sirvió de nada, nadie había hablado en todo el camino y la tensión se podía sentir en el aire.
Nos habían dado el día libre ya que al día siguiente iniciarían los entrenamientos, y necesitábamos descansar.
-Aidan tiene razón- Ahora era Joanna la que hablaba.- No podemos permitir que nos afecte, al menos no en el mal sentido- Yo me limité a sonreírle y a jugar con mi comida. El día había sido muy largo y solo me serví un plato de cereal porque, sabía que si no lo hacía, lo más probable era que me despertaría a media noche con hambre.
El gran comedor daba hacía la parte de la bahía así que ver el atardecer ahí era algo hermoso. Este era una palapa grande abierta por los lados, sostenida por varios pilares, aquí se servía la comida para los estudiantes. A su alrededor se encontraban varias mesas y sillas de madera, cada una con una sombrilla. Blancos manteles adornaban la superficie y cada una tenía un florero al centro. Desde aquí se podía ver el embarcadero, y del otro lado, los jardines se alzaban majestuosos. Resultaba bastante agradable.
Me quedé observando el agua desde ahí, tan imponente, tan majestuosa y tan tranquila. Y luego algo llamó mi atención... una sombra. Una sombra caminaba por la orilla del lago. No pude distinguir muy bien que era pero parecía un perro muy grande.
-Lía- la voz de Joanna me trajo de vuelta a la realidad -¿Sí o no?
-¿Qué?- respondí confundida ahora mirándola
-¿Escuchaste algo de lo que te dije?- Alzó una ceja- ¿Qué si quieres ir a entrenar mañana por la mañana?-
-Mmm... si- contesté distraída. Voltee hacia el lugar donde antes se encontraba la extraña sombra pero ya no había nada ahí. ¿Qué habrá sido? Tal vez un animal... uno muy grande.
-Bien- Mi mejor amiga parecía complacida con mi respuesta pero yo no dejaba de pensar en la misteriosa sombra. -Creo que ya es tiempo de...- un grito la interrumpió. Todos volteamos y nos encontramos con una chica asustada, frente a ella, un gran lobo negro estaba plantado en la entrada del recinto.
-Increíble...- Nos acercamos lentamente al curioso animal formando un semicírculo a su alrededor. Parecía que había captado la atención de todos los presentes, pero cómo no iba a serlo ¡Era enorme! Además se veía demasiado cuidado para ser salvaje.
Me acerque cuidadosamente a la criatura y lo supe. Este era el animal que había visto antes, era la sombra.
A pesar de que tenía un montón de gente a su alrededor no pareció importarle en lo más mínimo. Una chica trato de acercársele pero este gruño y dio unos pasos hacia atrás.
Luego pasó.
Frente a nuestros ojos se fue alzando hasta quedar erguido. Su melena poco a poco se le fue cayendo hasta dejar a la vista una piel bronceada. Sus piernas, antes cortas, ahora eran largas. Lo que antes había sido pelo ahora era suplantado por unos jeans de mezclilla deslavados, una camiseta gris y las patas habían sido sustituidas por unos converse negros. Un chico de unos veinte años nos sonrió.
-Hola, me llamo Kol-
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~Los elegidos~
FantasyMi vida nunca ha sido normal. Siempre supe que era ...diferente. Incluso antes de que mis padres me enviaran al campamento. Me llamo Dahlia Olsen, y soy una elegida.