El agua caía en gotas sobre mí, produciendo un sonido al chocar contra mi piel parecido al de una cascada. Estaba frustrada tratando de no quedarme pelada, pasaba mis dedos por mi cabello enredado una y otra vez, queriendo sacar todos los pequeños trozos de fruta que me quedaron luego del "Ninja Fruit". Resultó ser que el juego al que Niall me invitó a jugar, consistía en matar frutas. Sí, matarlas. Digo, había que golpearlas hasta desarmarlas, explotarlas o lo que fuera para que la fruta salga volando hacía todos lados y terminase en mi cabello. Obviamente, no jugué, sin embargo, eso no me salvó de terminar bañada en distintos cítricos.
Sentía que podía dormirme allí adentro, había sido un día agotador. Mi jornada había comenzado demasiado temprano, y no de una manera muy grata que digamos, mi madre no es un muy buen despertador. Para mi suerte, mañana sería viernes.
Ultimo día de la semana, ultimo día de colegio y por supuesto, ultimo día de detención. Sí, Harry y yo por fin terminaríamos nuestra sentencia, causada claramente por él. No se discutía mas.
Por otro lado, esa tarde los chicos nos propusieron asistir a una fiesta el viernes por la noche. Luego de la partida de Ninja Fruit, tuvimos que sentarnos a conversar en el jardín para no ensuciar toda la casa, hermosa e impecable, que Liam tenía. En la conversación, además de charlas alocadas y sin sentido, existió esa propuesta. A Elena le pareció perfecto, de hecho, había cambiado su humor y se encontraba más concentrada que anteriormente, hasta quizás feliz. Por mi parte y la de Leila, decidimos pensarlo mejor. No eramos tan sociales cómo Elena o cualquiera de los chicos, nos costaba más, e incluso, preferíamos una pequeña reunión con nuestros pocos amigos más cercanos que una fiesta ruidosa llena de personas que no conocemos. Lo disfrutaríamos mas. Sin embargo, he estado pensándolo bastante. Quizás era tiempo de cambiar ciertas cosas en mi vida, continuar, o hacer algo. Y se me estaban dando las posibilidades.
—Aria, ¿te tragó la bañera?— la atolondrada de mi madre gritó a través de la puerta de madera, sobresaltándome. Comencé a insultarla por lo bajo, ¿de dónde había salido tan brusca y torpe?
—¡Ya salgo, mamá!— le devolví el grito. Cerré el interruptor del agua caliente, ya que no necesitaba la fría porque la caliente se estaba acabando, y dí por finalizado mi típica sesión de psicología y reflexión en la ducha. Gracias a mi madre, obviamente. Salí refunfuñando, no entendía porque debía ser así ¿no podía ser más delicada? Pasé una pierna fuera de la bañera, pero recordé que necesitaba una toalla o mojaría todo el baño y mi madre me haría secar el suelo, incliné mi cuerpo hacía adelante, aún con una pierna fuera de la bañera, en busca de una toalla para secar mi cuerpo. Claramente, fue un intento muy fallido. Mi cuerpo se balanceó de tal manera que casi caí de cabeza al piso, pero en cambio, me enredé con la cortina, traté de mantener la postura y no caer ni en la bañera ni en el suelo. Estuve feliz cuando lo logré, aún con la cortina enmarañada al rededor de mi cuerpo. La felicidad desapareció cuando el palo al que la tela estaba sujetada, estaba increíblemente tendida por el peso de mi cuerpo, y repentinamente, cayó soltándose de sus ganchos y golpeándome en la cabeza. Perdí el equilibrio y caí sentada dentro de la tina, y todo se volvió negro.
Un punzante dolor en la cabeza se volvía cada vez mas insoportable. Cerré los ojos fuertemente para soportar el agudo dolor que se producía tan solo en una pequeña parte por sobre mi oreja. Palmeé con la mano, retirándola rápidamente al sentir más dolor. Sin entender porque tenía ese golpe, decidí a abrir los ojos y ver que era lo que sucedía.
Tardé un poco al intentar abrir los ojos, una luz densa y demasiado amarilla me quemó en los ojos. Era la misma sensación que sentía cuando mi madre trataba de despertarme y prendía la luz, odié inmediatamente eso. Al relacionarlo con la forma de levantarme de mi madre, supuse que sería viernes y que ella me estaría prendiendo la luz para que vaya al colegio.
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Its Gotta Be You
FanficAria Hastings, una adolescente de dieciséis años, mejor amiga de Elena y Leila, enemiga natural de Melanie, divertida, simpática, y perdidamente enamorada desde hace años de Niall Horan, no sabe que a partir de ahora, su vida tomará un giro inespera...