Capítulo uno

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El set de fotografía era un auténtico caos. El fotógrafo principal volvía loco a su ayudante, el ayudante mareaba a los chicos de las luces, los chicos de luces se quejaban a los del staff y estos últimos, a su vez, a los miembros de SHINee. Todos estaban estresados y de los nervios.

Todos menos Jonghyun.

Él estaba sentado en una esquina tranquilamente entre cables y focos, justo debajo del aire acondicionado, bebiendo una botella de agua fría, como si no hubieran al menos dos docenas de personas corriendo y gritando a su alrededor porque iban mal de tiempo.
Pero al rubio los gritos no le importaban, ni si quiera los escuchaba, era como si estuviera en el fondo de una piscina y las voces de su entorno solo fueran murmuros distorsionados. Tampoco prestaba atención a las muchas personas que se le cruzaban por delante. Su mirada, su mente y su entrepierna solo tenía un punto fijo y todo lo demás a su alrededor era un mísero paisaje borroso.
Delante de él se encontraba Minho, entre cinco o seis focos, posando en un fondo blanco con tres cámaras haciéndole fotos a la vez. Vestía con una camisa blanca y pantalones de cuero negro ceñidos.
Demasiado ceñidos para el auto control de Jonghyun.

Bebía trago tras trago de agua fría e intentaba que su rostro quedara en medio de la corriente del aire acondicionado, con la falsa esperanza de que su sangre parase de hervir.
Pero aún así no podía desviar la mirada del rapero, de esos músculos envueltos en la camisa blanca, de esas piernas largas, su pelo meticulosamente alborotado, los rasgos serios en su rostro, sus gestos para posar, la mirada sensual que le dedicaba a la cámara y la sonrisa divinamente erótica y lasciva que le dedicaba a él.

Sí, Choi Minho le estaba provocando de la peor manera.
Y él y su erección, no habían tenido mejor idea posible, que sentarse enfrente del moreno para ver, en primera fila, el espectáculo que le estaba dedicando.
Simplemente no podía evitarlo. Le atraía. No, más que eso. Minho le excitaba, le cautivaba, le fascinaba y seducía. Por lo cual no podía evitar caer. Y eso, sobretodo, le perturbaba. Porque él no hacía eso, no se dejaba enredar en las redes de nadie, siempre era al revés, siempre era él el que envolvía a las personas para colocarlas dónde quería, dónde a él le podían satisfacer. Pero ahí estaba sentado, justo a la merced de Choi. Y eso le estaba empezando a molestar, porque cada vez se le hacía más habitual, lo cual le ponía de muy mal humor.
Pero Jonghyun era un jodido masoquista. Y un pervertido también. Porque al rubio le ponía a cien que Minho tuviera el descaro de provocarle de semejante manera delante de todo el equipo de fotografía, el staff y incluso sus compañeros de grupo. Y, solo por la desfachatez que mostraba el moreno a la hora de incitarle, Jonghyun era capaz de olvidarse de su mal humor.

Al menos se olvidaba hasta el momento en que Kibum entraba en su campo de visión y le impedía seguir viendo el espectáculo de Minho. En ese justo instante su mal humor se multiplicaba por mil.

- ¿Has visto el vestuario que me han puesto? ¡Es horrible!.- Se quejó Key, y empezó a despotricar sobre los pantalones, la chaqueta, los zapatos, e incluso le cayó algún que otro insulto a la diseñadora.

Pero el rubio no estaba prestando atención, realmente prefería no hacerlo, porque si lo hacía le iba a mandar a la mierda después de decirle por dónde se podía meter los aires de diva que llevaba encima.
Por el contrario, Jonghyun sonrió lo más falso que pudo y le dio toda la razón a Key, aunque ni si quiera había escuchado ni la mitad de su discurso y mucho menos había mirado la ropa de la que tanto se quejaba. Porque lo único que quería el vocalista era que se callara y se apartara ya del medio, por eso y porque no podía permitirse el lujo de descargar su frustración con él, porque Key era una pieza más en su tablero de ajedrez, una de las más importantes.

Kim Kibum era su novio.

Su bonito, presumido, altanero y sobretodo dócil novio. Y ese último adjetivo era el que más le gustaba al rubio.
Key podía presumir ante todos que era arrogante, ególatra, orgulloso, soberbio, o incluso a veces, demasiado egoísta. Pero Jonghyun sabía que no era así, porque él había adivinado qué palabras tenía que decir, qué gestos debía hacer para que el de mirada felina cayera ante él sin remedio alguno. Sabía exactamente dar en el punto de la fibra sensible de Key para que éste dejara su fachada arrogante y mostrara esa personalidad que guardaba a buen recaudo. Un carácter manso, accesible, obediente, inseguro, tan contrario a lo que dejaba ver a la gente. Tan sumiso.

La otra cara de la moneda. [JongHo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora