EL ANTICRISTO

Capitulo 1

Mirémonos a nosotros mismos frente a frente. Somos hiperbóreos; sabemos perfectamente lo alejados que vivimos de los demás. Una vez, Píndaro escribió lo siguiente: "Ni por tierra ni por mar encontraras el camino que conduce a los hiperbóreos"... Yo estoy seguro de que se referia a nosotros. Nuestra vida y nuestra felicidad se encuentra màs allá del norte, de los hielos eternos y de la muerte. Nosotros hemos descubierto la felicidad, conocemos el camino que conduce a ella. Nosotros hemos hallado la salida del laberinto que ha existido por miles de años. ¿Quién otro la hubiera podido encontrar? ¿Acaso el hombre moderno?; el hombre actual suspira y dice: "¡Yo no sé qué hacer, soy la esencia del no saber qué hacer!".
Nuestra enfermedad es esa modernidad, esa paz ambigua, esa aceptación cobarde, toda esa sucia virtud que caracteriza al sí y al no modernos. Esa tolerancia y generosidad que todo lo "comprende" y todo lo "perdona" es para nosotros como el sirocco, ese viento abrumadoramente cálido que viene del sur. ¡Vale más vivír entre esos hielos que entre esas virtudes modernas!; además de que se trata d vientos del sur.
Pero es cierto que hemos sido bastante valientes, no hemos tenido consideración ni con nosotros mismos ni con los demás; pero durante mucho tiempo no hemos sabido que hacer con nuestra valentía, y como nos hemos vuelto sombríos, nos han llamado "Fatalistas". Nuestro destino era la plenitud, la tensión, la concentración de fuerzas. Nosotros teníamos sed de rayos y de acciones concretas y por eso nos hemos mantenido bien alejados de la felicidad de los débiles, que no es más que una resignación. Nuestra atmósfera ha estado cargada de tormenta y nuestra naturaleza se ha oscurecido, porque nosotros no disponiamos de ningun camino. Pero ahora tenemos la fórmula de nuestra felicidad, que es un sí, un no, una línea recta, una meta.