PRÓLOGO

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Un día, después de un largo sueño, despierta mira a su alrededor y no logra reconocer nada.

Ni la habitación completamente blanca, ni la cama horrorosamente incomoda con las sabanas azules, ni el par de burós que se ven a los costados, ni todas esas flores, cajas de distintos tamaños, hojas de papel con tintas de todos los colores, los distintos osos y muñecos de peluche de tantos tamaños; nada de eso le resultaba familiar, no recordaba ni un sólo detalle.

Mucho menos reconocía a las tres personas que estaban frente a ella, mirándola, esperando alguna reacción.
No reconocía a los dos hombres y la mujer que estaban ahí, ¿quiénes eran? ¿Por qué la miraban con los ojos fríos y llenos de dudas?

- Por fin despertaste - tan concentrada estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta que el chico de menor edad se había movido de su sitio y ahora la abrazaba con una efusividad y emoción que ella para nada entendía - Pensamos lo peor, pero estas bien... Ya estás aquí, con nosotros.

Ella lo miró unos segundos, asustada, mientras que en su mente un remolino de imágenes y recuerdos la atormentaban, sin que pudiera otorgarles algún significado.

- ¿Dónde estoy? - preguntó con un hilo de voz, trabándose con las palabras, asombrándose hasta de poder hablar - ¿Quiénes son ustedes?

Las tres personas que estaban ahí se sorprendieron, el chico, que aún la abrazaba, se separó de golpe y todos, absolutamente todos las miraron como si miraran a un muerto hablar.

Pasaron varios minutos antes de que alguno se animara a decir algo y cuando al fin lo hicieron fue el hombre de mayor edad el que tomó la palabra.

- Nosotros somos tus... Padres - dijo con la voz algo quebrada, se notaba que le costaba mares decir aquello - Ella es tu mamá, Isabel - volvió a decir tocando ligeramente el hombro de la señora que estaba a su lado - Yo soy tu padre, Javier - ahora se tocaba a sí mismo el pecho, para después pedirle al chico que se acercara, cuando estuvo a su lado lo tomó del hombro - Y él es Evan...

- Soy tu novio, Esme - dijo el chico con la voz demasiado fuerte y hablando muy rápido, interrumpiendo al supuesto padre.

- Estás aquí porque estas herida, hace tres días tuvieron un accidente... Y desde entonces estás inconsciente - explico está vez la señora, intentando no tener contacto visual con ella, mirando el piso - Por suerte tú sobreviviste.

Esperó unos segundos, temiendo el momento en el que todos los recuerdos del supuesto accidente llegaran a su mente, esos segundos se volvieron minutos y nada. Ni una sola imagen fugaz que le permitiera saber que había pasado. Su cabeza estaba llena de imágenes, algunas que ni ella entendía, algunas en las cuales aparecían los rostros de sus supuestos padres y una que otra del chico que estaba frente a ella, pero nada de un accidente.
Estaba analizando todas las imágenes que la recorrían, en busca de algo que la ayudara, cuando se dio cuenta que en la mayoría de ellas aparecía el mismo rostro, la misma persona: un chico de sonrisa sincera y ojos de miel.

Miró al chico frente a ella, no era él el chico de sus recuerdos ¿Quien era entonces?

- ¿Tuvimos? - preguntó al aire, mirando a las personas que tenía en frente, sin encontrarle sentido a nada de lo que decían.

¿Por qué no recordaba? ¿Por qué resultaba todo tan confuso? ¿Quién era aquel chico que aparecía y desaparecía de su mente? ¿Quién era ella? ¿Qué había pasado hace tres días? ¿Y por qué sentía ese horrible vacío? ¿Por qué sentía ese fuerte dolor en el pecho?
Cómo si algo le faltara, cómo si las cosas no estuvieran bien.

20 DE AGOSTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora