No porque se oiga todos los días en la radio una campaña contra la violencia en las parejas significa que todos estemos 100% concienciados. Seamos francos: todos hemos hecho tonterías por amor y pasado por alto cosas que, a cualquier otro que no fuera objeto de nuestro loco y desenfrenado sentimiento, no habríamos consentido de ninguna de las maneras.
Podemos aprender de memoria lo de si bebes no conduzcas, mira a ambos lados antes de cruzar, o no tomes drogas. Si, a pesar de todo, decidimos ignorar estas indicaciones, sabemos dónde nos estamos metiendo. Bajo nuestra responsabilidad. Pero en el caso de las parejas maltratadoras – que pueden ser tanto hombres como mujeres -, la razón no suele funcionar. Explícaselo tú a tu corazón, o más bien a tus entrañas. Que es donde te estará atacando seguramente esta persona. Porque lo más probable es que, si estás con alguien así, ni siquiera seas consciente de ello. O, tal vez, seas tú esa persona problemática. Y tampoco lo hayas notado.
El maltrato es algo en lo que entramos sin darnos cuenta. Tal vez, en ciertos momentos de lucidez, pensemos que lo que nos hace nuestra pareja no es normal. Pero, en la mayoría de los casos, estaremos totalmente absorbidos por la necesidad de que nuestra (nada) bonita relación funcione. Estamos enganchados. Y esta relación viciada no hará sino ir a más. Nunca se solucionará. Porque la persona maltratadora nunca tiene suficiente. Así pues, es necesario aprovechar estos escasos momentos de lucidez entre tanto amor-odio. De modo que, si tras una fuerte discusión o un desplante francamente desagradable tu orgullo sale a relucir por un momento, analiza bien lo que está sucediendo. Porque si no lo haces, acabará mal. Y todos sabemos cómo puede llegar a terminar en los peores casos. No hay más que leer la sección de sucesos. Pero sin ponernos dramáticos, piensa únicamente en si quieres pasar una larga temporada hech@ puré o si prefieres ser feliz. Pues eso.
En primer lugar, creo que es importante pensar que no necesariamente hay personas maltratadoras y no maltratadoras, aunque sí algunas con más papeletas para serlo según en qué relaciones. Diría que el principal signo es una excesiva dependencia e inseguridad. Y puede que los peores encuentros se produzcan cuando identifican que esa persona con la que están es – al menos a su entender – segura de sí misma. Y que, si bien, él/ella trata de encontrar su seguridad en ti, tú no pareces necesitar tanto de él/ella para lograrlo.
Desde luego, esto es clave. Una persona que no se siente a gusto en su piel no tiene solución a no ser que se lo proponga por sí misma. Por mucho que tú le digas lo rubio que es, si él se mira al espejo y se ve moreno, va a seguir sintiéndose moreno. Aunque se tiña el pelo. Y encima, pagará contigo ese supuesto engaño en el que tú has tomado parte sin saber muy bien cómo.
Este tipo de personas tienden a relacionarse con los demás de forma aparentemente normal, salvo que entres en su círculo de intimidad. ¿Qué mayor intimidad que la de la pareja? Así, verás como tus buenas intenciones – o simplemente el ejercicio de tu derecho a ser una persona independiente a la par que encantada de estar en pareja – son interpretadas por las supuestamente negativísimas consecuencias que causan en el de enfrente. Todo lo que hagas y que no tenga que ver directamente con lo que pasa por su pensamiento les parecerá mal. Ahí tienes el primer síntoma. Si tienes un rato, léete El Arte de Amar, de Erich Fromm. Encontrarás una estupenda explicación sobre las relaciones sadomasoquistas – a nivel psicológico -, donde verás cómo una persona te va faltando al respeto y casi sin darte cuenta, vas disculpando esto demasiadas veces. Y seguirá yendo a más. Y ni el que te maltrata podrá vivir sin ti ni sin causarte daño ni tú podrás vivir sin tu maltratador y el daño que te hace.
El caso es que nos creemos que podemos con todo. Que si queremos a alguien y luchamos por él, se solucionará, pero como ya decíamos, es una relación viciada, cargada de juego psicológico y de dolor, donde ninguno hace feliz al otro. Y no te dejes engañar por todas las reconciliaciones fogosas y apasionadas que de seguro vivirás. Durarán un suspiro.
Así pues, si, como te decía antes, te encuentras en un momento de lucidez, échale un vistazo a esta lista de síntomas. O aunque sea por simple prevención. Hay cosas que nunca deberíamos consentir, pero seguro que todos hemos consentido alguna de éstas. En serio, no entres al trapo y desaparece de ese infierno que de relación adulta no tiene nada.
· Toma decisiones que os atañen a ambos sin consultar contigo. Porque no te tiene en cuenta más que para lo que repercute en su ego.
· Apela a la lógica para convencerte de sus argumentos y de la razón que tiene. Y de que tienes que saber en todo momento lo que le pasa por la cabeza y atenerte a ello.
· Contraste la absoluta falta de indulgencia que tiene en todo lo que tú haces – no importan las intenciones, sino lo horriblemente mal que dice que le haces sentir – y la facilidad con la que disculpa cualquier comportamiento propio y que podría ser bastante censurable.
· Manipulación emocional, y descalificación de lo que siente su pareja como menos relevante que los sentimientos propios. Así, genera sentimientos de baja autoestima y de dependencia. Llegará un momento en que te dé vergüenza contarle a nadie lo mal que te va en tu relación. Porque te habrá convencido de que todo es culpa tuya.
· Justificación de las acciones propias a través del mal comportamiento de su pareja. “Yo tengo muy buen carácter. Eres tú quien me hace ponerme así.”
· Comportamientos amenazadores para generar lástima, como la autolesión o los amagos de suicidio. ¿Os ha pasado? Seguro que a más gente de la que se atreve a reconocerlo.
· Reacciones agresivas y de desprecio: te cuelga el teléfono. Se marcha en mitad de una discusión. Te desacredita o te deja en evidencia delante de otras personas.
· La insistencia. Volverá una y otra vez sobre el tema en el que quiere ganar – que es lo que más le importa, no llegar a un acuerdo -, hasta que le des la razón con tal de tener un poco de calma.
¿Cómo te has quedado? ¿Te repugna lo que has leído o te has visto identificado en algo? Pues en cualquiera de los casos, no desesperes, nunca es tarde para intentar ponerle punto final. Lamento decirte que este tipo de relaciones no-adultas no tienen solución y cuanto más entres al trapo peor irá. Olvídate de eso de que los amores más reñidos son los más queridos. Mentiras fraguadas por gente con estos complejos. Seguro.
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Algunas señales para saber que tu pareja es un@ maltratador@ potencial.
Non-FictionCómo saber si estás con un maltratador. O si tú lo eres.