Capítulo 19.

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Habían pasado varios días desde que recibí la nota. Yo me mantenía alerta, salía solamente para ir a la escuela, siempre vestía gorros, usaba capuchas y trataba de cubrirme de la mejor manera posible.

Convivir con los Lynch se me hacía normal, pero no era una buena señal.

Era señal de que no podía volver a mi hogar por el desgraciado que pensaba que tenía el derecho de ver a sus hijos, quienes éramos probablemente producto de una noche de borrachera de su parte. Eso era lo que me quitaba el sueño por las noches, y por lo que Ross debía dormir junto a mi, aunque no recibí ninguna queja de su parte.

Sawyer ni siquiera intentó presentarse al colegio, no tenía ninguna noticia de él, lo cual era algo preocupante, pero necesario.

Durante la mañana de ese tercer día de la nota, estaba pensando volver a mi hogar, sabiendo que mi familia se encontraba perfectamente bien y yo no detecté actitudes sospechosas a mi alrededor.

Pero, obviamente que las cosas para mí no se resolverían tan fácilmente.

Me encontraba junto a Ross en Geografía cuando vi que bajó su vista a su teléfono, sin darme cuenta lo chismosa que me estaba comportando, observé de reojo la pantalla, pero no pude leer nada con claridad.

Devolví mi mirada al libro de texto cuando divisé un movimiento de parte de Ross, rogando por ser al menos un poco buena al momento de actuar.

—Laura —dijo con voz baja, yo lo observé, alzando las cejas—, en cinco minutos toca el timbre, necesito que, cuando salgas, busques a Raini y se encuentren conmigo en la entrada.

Fruncí el ceño.

— ¿Por qué debería...?

—Ya te lo diré —me interrumpió—. Sólo has eso, del resto te enterarás con Raini.

Asentí, confundida, y continué trabajando en la tarea el tiempo restante.

Un minuto antes de que la campana sonara, guardé mis cosas.

Cuando el timbre anunció la salida, fui directo a buscar a Raini, quien estaba en su casillero, justo al lado del mío.

La saludé y, mientras comenzaba a intercambiar algunos libros hablé:

—Tienes que venir conmigo, Ross debe decirnos algo.

Ella frunció el ceño por un momento pero sólo asintió, y una vez que las dos habíamos hecho lo que debíamos hacer allí, partimos hacia la puerta principal del establecimiento.

Instantáneamente luego de salir de allí, vi a Ross sentado en uno de los primeros escalones de la entrada. Incluso cuando nos estaba dando la espalda, sabía que estaba sosteniendo su cabeza gacha entre sus manos, parecía un tic en él cada vez que estaba preocupado.

Decidí tratar de alegrarlo un poco, y fui por un llamado de atención algo más alborotado que lo normal.

Le hice señas a mi mejor amiga para que mantuviera el silencio, y distribuí mi peso entre mis dos piernas flexionadas, con mi torso bajo.

Tomé mucho aire, y con toda la potencia que podía tener mi voz, lo hice.

—Esto... es... ¡¡Esparta!! —grité, y me abalancé sobre él.

Afortunadamente, me notó rápido y se volteó para sujetarme en sus brazos, ambos reíamos como locos.

—Estuviste a punto de matarme del susto, lástima que había escuchado sus pasos —dijo.

Bufé exageradamente.

—Tú y tu maldita audición de perro, ¡arruinan mi posible intento de asesinato! —bromeé.

Tightrope. || Raura. || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora