Yoongi engullía con parsimonia aquel gran pedazo de tarta de fresas mientras escribía en un cuaderno, el que se veía muy viejo y casi maltratado. Tenía unas ojeras increíbles y respiraba lentamente. Estaba tan concentrado que no se percató de que había terminado su último pedazo hasta que metió el tenedor sin nada en su boca.
Y yo me reí, me provocaba tanta ternura y preocupaba a la vez, ya que, era muy delgado y siempre apagado.
Todas las mañanas venía al café en que yo trabajaba, siempre ordenaba lo mismo: Tarta de fresas y café mocha sin crema.
Y yo...
Yo siempre deseaba hablarle más de la cuenta.