I - Sueño

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Frank saco un reloj de bolsillo que tenía en su pantalón eran las 3:25 de la madrugadacuando de repente una dulce voz femenina le susurró a su oído:

— ¿ya te vas?

— No, todavía no es hora. —Respondió aprisa

Llego la energía eléctrica y se encendieron las luces.

— ¿Cuánto tiempo tienen juntos? — Preguntó Frank mientras señalaba una foto de ella y su esposo en una esquina— debería sentirse bien ser la esposa del Jefe.

— Cinco años... pero, ahhh... es como si no lo fueran — respondió atribulada— a veces llego a pensar que ama más a su trabajo que a mí —anexó Ellis.

Frank se levantó de la cama, notó que sentía un gran peso en su espalda, emitio un leve gemido.

— ¿Pasa algo?

— Ha de ser el cansancio —dijo, mientras la miraba acostada en la cama.

Luego, repentinamente miró sus ojos, y noto que ella estaba impaciente.

— ¿Piensas pasar toda tu vida esperando a alguien que quizá nunca regrese?

— ¿Qué más puedo hacer? Él es mi esposo, en pocas palabras... le pertenezco...

— ¡Ya no! — Interrumpió— el no regresara, compréndelo.

Frank encendió un cigarrillo

— ¡Ven, escapa con migo! Podemos ir muy lejos de aquí.

— ¿Hacia dónde? — preguntó asustada —

—No sé... vamos par... ¡vámonos para Galecia! por lo menos allá se vive tranquilo.

— De acuerdo. —Asintió con la cabeza—

— Mañana nos vamos.

Al día siguiente estaba todo preparado para emprender el viaje. Habían salido desde Dosanto con rumbo hacia Letta, un pequeño campo de Galecia.

A pocos kilometros para llegar a su destino, pasaron cerca de un arroyo cerca de un chequeo militar a recolectar agua.

Pedro... ¡mira a esos dos alla! — le dijo uno de los guardias a su compañero.

Mmm... ¡yo como que conozco al macho!

Por una enorme coincidencia uno de los guardias a cargo del chequeo era uno de los guardaceldas de Frank.

Rápida pero sigilosamente, el guardia se paró de su gastada silla de guano, y con pasos silenciosos se acerco a Frank, quien se encontraba a sus espaldas, hizo su fusil para atrás para no incitar ningún ruido exorbitante, y agarró a aquel hombre de los pantalones.

— ¡Pande va coño, ta' cojío! —Dijo el guardia mientras sujetaba sus pantalones con fuerza.

— ¿Que ta' pasando? —preguntó Frank airado, mientras hizo hacia atrás a su mujer—

Entre tanta discusión, un anciano de piel morena y gastada, apoyado por un bastón tallado, lleno de pulseras extrañas y arcaicos collares con raras escrituras se acerco al guardia, y poniendo su mano en el hombro izquierdo, dijo:

— Déjalos tranquilos —interrumpió— que andan conmigo.

A lo que el guardia respondió:

— Ta bien, lléveselos, pero téngase cuidao' con el macho, que es fidelista.

El anciano solo siguió caminando con aquella pareja de enamorados y no prestó ni la más mínima atención a lo que dijo aquel guardia.

Minutos más tarde entre caminos secos y erosionados

— ¡Entonces van para Letta! —dijo el anciano para romper el hielo.

— ¿Cómo lo sabe? —Preguntó Ellis.

— Solo sé que lo sé —respondió el anciano con voz irónica, mientras encendia su pipa.

— ¿y cómo usted se llama?

— Louis Fontaine Pie, pero solo díganme Barak

El anciano terminando de fumar, guardó su pipa mientras contemplaba la naturaleza.

Al cabo de media hora de tanto camino Barak les dijo que los llevaría al campo y que los hospedaria en su casa, pero tenían que darle a cambio 13 pesos y el reloj de bolsillo que llevaba Frank.

La pareja accedió con gusto.

— Dosanto, ¡la gran ciudad! — dijo el anciano, mientras examinaba el reloj.

Este anciano, a simple vista parece amigable — pensó Frank.

Mientras sacaban el dinero pasó un camión de pasajeros rumbo al pueblo, todos los pasajeros miraron detenidamente a la pareja y al anciano.

— ¡Ese viejo e' un ladrón! — Vociferó el chofer del camión, mientras los pasajeros sometían a un oprobio escalofriante a aquel anciano solo con la mirada—

Frank no lo pensó dos veces, miró con ojos de rabia a aquel anciano, sacó su pistola y apuntando la cabeza de aquel carcamal dijo:

— Mire coño usted no me va a engañar a mí, búsquese a otro más pendejo.

José levanto su extravagante bastón, intentando hacer algún tipo maleficio. Pero Frank fue mas astuto y le dio un buen disparo en la frente.

Pero el viejo no murió, ni siquiera cayo al suelo. Lo que asusto a Frank, quien desesperado siguio disparando hasta acabar las balas del revolver.

El nigromante se levantó imponente, e hizo una invocación a un ser del mas allá, y con gritos impacientes y exsorbitantes, logró hacer un gran agujero en el suelo debajo de Ellis, quien cayó en el agujero gritando despavorida.

— Nooo — gritó Frank—

— ¡Te vua' mataaa! — Gritaba mientras lanzó con todas sus fuerzas hacia aquel místico el arma de fuego que no tenía más que casquillos vacíos.

Pero en eso el anciano se hizo más grande, más grande y más grande, y levanto su pie izquierdo para pisotear a Frank como a una cucaracha.

— ¡Dios mío que es esto! —Dijo Frank mientras acariciaba la diminuta cruz que colgaba en su collar.

— ¡no te me vas a escapar! — grito el anciano.

El anciano dejó caer su enorme pie sobre el pobre hombre a la velocidad de un rayo. En eso Frank abrió los ojos aterrado hasta el punto de querer enloquecer.

— ¡Solo fue una maldita pesadilla! — Dijo con voz de agotamiento.

Luego saco el reloj de bolsillo que tenía en sus pantalones. Eran las 3:25 de la madrugada Cuando de repente una dulce voz femenina le susurró a su oído:

— ¿ya te vas?

— No, todavía no es hora — Respondió paranoico


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⏰ Última actualización: Oct 25, 2015 ⏰

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