Misterios

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Harry y Ron corrían hacia el sendero buscando la protección de la Madriguera, mientras esquivaban arbustos, árboles y hechizos que iban dirigidos hacia ellos desde un nubarrón negro que giraba sobre sus cabezas.

Ya iban alcanzando el último recodo de la senda y la gran casa de los Weasley ya se veía a lo lejos, cuando de un momento a otro, la lluvia de hechizos se detuvo y un hombre de túnica raída y aspecto greñudo emergió ante ellos obligándolos a detenerse en seco. Una sonrisa grotesca se dibujó en sus labios enjutos y ostentando la varita mágica, dijo en voz grave:

-Miren quienes vienen por aquí.

-¡Desmaius!- exclamó Harry, pero el hombre se hizo a un lado justo a tiempo para evitar el contacto con el haz de luz azul.

-¿Así tratas a un viejo amigo... Harry Potter?

-¿Qué es lo que quieres?- intervino Ron levantando el brazo más alto para así exhibir su propia varita- Recuerda que somos dos contra uno.

-No estás contando a los que no ves.

La sonrisa de aquel extraño personaje se ensanchó aún más y Harry se inmutó un poco ante esa respuesta. Se ordenó a sí mismo no mirar alrededor para no demostrar debilidad.

-Ni tú- respondió el pelirrojo desafiándolo- ¡Pericullum!

Luces rojas surgieron de la varita de Ron y se dirigieron al cielo como si de una bengala se tratara. El hombre se puso pálido entendiendo la situación y mal simulando tranquilidad, caminó un par de pasos a la izquierda. Entonces Harry cayó en cuenta de que por esta vez, el mortífago estaba solo.

-No estarán protegidos siempre- declaró frunciendo el ceño levemente- En algún momento se descuidarán y les pasará lo que a esa chica... la del cabello bonito...

-¡No la volverán a tocar!- profirió Harry con rabia inusitada ante la mención de Ginny. A su mente volvieron los dolorosos recuerdos de su larga recuperación que aún a veces la mantenían débil y desganada hasta ahora.

-Oh, sí... Realmente espero que se vuelva a repetir- contestó el hombre mostrando sus dientes amarillentos- Ojalá que para la próxima vez tenga algo útil que decirnos... pero si no, no importa. Está invitada de todos modos...

El hombre soltó una risa pérfida que martilló en los oídos de Harry y lo descontroló:

-¡Expulso!

-Protego!

-¡Incarcerous!

Para evitar las cuerdas que salían de la varita del muchacho, el mortífago se transformó de nuevo en una sombra de forma indefinida que se elevó en el aire, y antes de desaparecer a toda velocidad, dejo una última advertencia para ambos:

-¡Nunca se librarán del Señor Tenebroso!- exclamó infame- ¡Me estás oyendo Potter! ¡Jamás!

-¡Petrificus Totalum!

El hechizo de Ron atravesó la niebla oscura sin ocasionar efecto alguno y los muchachos lo vieron huir sin poder detenerlo. Unos segundos después Hermione surgió a toda prisa por el sendero. Tenía el suéter al revés, la respiración acelerada y la varita al descubierto.

-¿Qué ha pasado?- urgió ella devorando con la vista todo lo que les rodeaba tratando de hallar el peligro.

-Un mortífago-gruñó Ron pasando los dedos por su cabello con brusquedad- Se ha escapado.

-¿Aquí? ¿Qué demonios hacía un mortífago atacándolos a plena luz del día?

-No lo sé Hermione, no tuvimos tiempo de sentarnos a platicar- respondió el pelirrojo colérico- Pero estaba aquí. Creo que sólo se apareció para decir algo estúpido... el muy desgraciado.

Harry Potter y el Legado MortífagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora