El chico del café

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Aquí estoy, sentada al borde de mi cama, buscando la forma de imprimir mi corazón en tan sólo una.
Ni siquiera estoy segura de hacerlo, solo se que no quiero esperar más. Es más que obvio que aun lo pienso, lo sueño en mis lunas, lo sueño despierta, y cuando no estoy haciendo ninguna de estas solo lo imagino, esperándome sentado en una banca de algún parque, caminando por las calles agarrados de la mano, sudando encima de mi o tal vez simplemente observándome así como yo lo hago.
Imagino imagino imagino... Es tan típico en mi ya.

No sé quien es realmente el culpable de este desvelo. ¿Él? ¿Por cruzarse en mi camino?; ¿Yo? ¿Por verle? O ¿El tiempo? Por... ¿Traerlo tarde a nuestra inconsciente cita?...¿o esas malditas propiedades? Las mismas que he estado defendiendo desde que pienso autónomamente; tal vez el único culpable aquí soy yo y nadie más que yo. Ya sea por verlo,con unos ojos que no debería, por dejar que mi mente le permita a mi corazón usarla para imaginarlo a mi lado, hacerle alguien familiar a los 5 segundos de verlo.

¿Pero quién lo iba a saber? Si se veía tan perfecto ahí, sentado leyendo mi libro favorito, pantalones ajustados, suéter abrigado y ancho, y su rostro, ¡oh por los mas legendarios dioses!, era perfecto; lo juro no exagero, ojos marrones amielados...eran alucinantes, aunque no los podía ver con claridad, cejas gruesas sospechosamente depiladas, nariz prudentemente grande y fileña, su boca...¡uuugh! eran delgados sus labios pero carnosos se veían más rojos de lo normal debió ser por su piel clara, que era mas lúcida que había visto.

Esa cafetería no estaba muy llena, lo normal un miércoles a las tres. Tenía su tobillo derecho recostado en su rodilla izquierda, así, formando un cuatro; tomaba un café, estaba a la mitad, no noté si habían anillos ni cadenas ni aretes sólo un percing en su rostro, cosa que odiaba pero después de verlo en él sólo pensé "Joder! Pero que lindo" -cosa que en mi sano juicio hubiera dicho jamás, me parecían de mal gusto-". Al verlo ahí, tan casual pero sublime a la vez, me pareció escuchar de fondo el coro de  The Whale, además de que me recordaba al vocalista de la canción, siendo que él, el chico del café, era de cabello negro, brillante, con el típico corte juvenil.

Lo voy conociendo poco a poco: su ropa,como la lleva puesta, como se la acomoda; sus gestos, cada vez que revisa el teléfono los deja al descubierto abriendo así una ventana a más momentos imaginarios a su lado; le gusta el jazz, lo se por un botón en su mochila, es un grupo poco conocido pero bueno, lo he escuchado un par de veces... Se veía muy interesante.

Empecé a sentir miedo, miedo de que se fuera y que no pudiera volverlo a ver, no quería que me pasara como en veces anteriores, en donde veía a la persona pero solo pasaba eso, la veía. La veía venir y sin cruces de palabras ni de miradas la veía irse.
No... No iba a dejar que eso me pasara de nuevo, no quería volver a casa y a rodar en mi cama pensando en esa persona, intentando imaginar su nombre, su risa, sus cantantes predilectos, como se sentirá acariciar su rostro, su cabello... Todo me estaría dando vueltas en mi maldita cabeza.
No digo que esto haya sido un capricho más, no. Sólo que ya tenía una idea de lo que pasaría si sólo me quedaba ahí, viéndolo.

Fui por un café, estaba atendiendo Luisa, una chica ala que yo le gustaba. Yo no sabia hasta que lo ví escrito en el baño escolar. Fue ahí que me di cuenta que no necesariamente debo ser sorda para no enterarme de algo que todo mundo comenta.

-Hola linda!. Que te apetece?
+dame lo mismo de siempre, porfa.
-Esta viniendo últimamente.
*dijo suspirando mientras esperaba el café, tenía una expresión de derrota*
viene sólo a leer, escribir, escuchar música y tomar mucho café... Es todo un hipster. Una vez vino con un chico. Pero fue como hace 3 días.
+¿De quién me hablas?
-No soy tonta, ¿sabes? Ya me rendí. Si, yaaa lo entendi no te gusto. Sé que sabes que me gustas media escuela lo sabe
+Toda.
*la interrumpí, ella sonrió con algo de verguenza sonrrojando sus mejillas*.
-Si okey toda... El puunto es que quiero ser tu amiga. Normal.
+Normal?
-Mmmmj. Normal.
+Normal? Normal? Normal?
-Generalmente se va a las 5... 5 y media. Me di cuenta que lo mirabas mucho... Pues es lindo, tiene su gracia. Disimula un poco ¿he?, aquí tienes.
*me dio el café mientras me guiñaba el ojo pícaramente*  
Chao grandota.
+Chau, tendré en cuenta eso.-¡¡¡Hay por Deos soy una tonta!!!... Si me lo estoy comiendo con la mirada. Bueno, al menos sé que es muy probable que lo vuelva a ver.-
*pensé, mientras le devolvía la sonrisa*

Ahora, volviendo a mi silla me di cuenta que esa noticia me había quitado un peso de encima, quito de mi todo el miedo, ¡ya!. Sabía que lo volvería a ver. Me alejé caminando en el aire sobre una clara nieblilla que envolvía mis pies, que me subía. Me sentía como que de cristal, de uno que flotaba y que a la vez tenía que evitar romperse y caer en mil pedacitos de la emoción porque sabía que habían personas, en el mundo...¡claro! El mundo, cierto. Muchos ojos viendo, pero en realidad me eran irrelevantes, en ese momento, los únicos que me importaban eran los ojos miel del chico del café.

Ya sentada y fuera del peligro de tener la primera peor impresión de su parte, volví a mirarlo. Estaba escribiendo, se veía tan dedicado, tan fuera de él en carne, parecía ido entre las páginas que iba llenando y el café que se iba acabando. Era fascinante observarlo. En eso recordé lo que dijo Luisa... ¡Disimula!.

Mis ojos cambiaron inmediatamente de horizonte, ví a Luisa y ella me estaba mirando. ¿Cuánto tiempo llevaba haciendo eso? Espera... ¿Cuánto tiempo llevo yo mirando a este? ¿Qué hora es? Van a ser las siete, llevaba casi cuatro horas mirándolo... Y aún no me cansaba de hacerlo.

Presiento que ya se va, se acomodó en la silla, cerró su libreta y la guardó. Yo me adelanto y me levanto, él me nota, lo ví con el rabito del ojo, como diría mi mamá.
Camino a la salida, él también se levanta.
Pasó por mi lado, sentí su aura, y pasos agigantados deja una suave ventizca impregnada de él.

Me congela. Con sólo pasar rápido y dejar su perfume.
Creo que es suficiente, suficiente para enloquecerme por unos cuantas eras... Hay Dios a donde voy a parar.

Se me adelantó, y como era obvio yo lo seguí con la mirada hasta perderlo en la multitud.

No supe como llegué a casa esa noche, sólo ví y ya estaba en mi cama, boca arriba pensándolo.
Recordando detalles que había dejado pasar , su manilla de arcoiris, su llavero de atrapasueños (tenía lógica), su tic de siempre estar moviendo algo, ya sea su pie, sus dedos o sus muslos. Salvo cuando escribía, allí era toda una estatua concentrada.

Él, el chico del café, ya estaba acaparando todos mis pensamientos. Y sabía que al dormir, él, estaría allí también.

 

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2016 ⏰

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