¿Celos?

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Alina.

Aún tenía la sensación de los labios del doctorsito en mí, cálidos, acogedores, no entendía cómo ese simple beso me había puesto de esa manera, no sentía este cosquilleo desde Nick, aunque debo admitir que mucho más fuerte.

Recuerdo como lo vi desde la rendija de la puerta, la sombra de sus pies lo delataba, me acerqué pero sólo escuché un resoplido, claro indicio de frustración.

Lo malo fue que me pilló, aunque pude ver la sorpresa en su cara cuando se dio cuenta que yo sabía que estaba ahí.

Luego la mención de Carl como mi novio, era bastante gracioso verlo tratando de sacarme información.

Y entonces me besó, y obviamente respondí a ese beso, ¿cómo no hacerlo? Si tiene unos labios provocadores y una lengua experta, además cabe añadir que es guapísimo.

-¿Puedo pasar? -pregunta Carl desde la puerta sacándome de mi ensimismamiento.

-Claro, pasa -le contesto y él entra, tiene sombras oscuras bajo sus ojos, debió estar despierto toda la noche.

-¿Cómo te sientes, Lina? -palmeo el lugar junto a mí en la cama y el viene a sentarse, traza las venas de mi mano y sé que está nervioso, lo conozco bien.

-¿Cómo estás tú, mi Carl?
-¿Yo? Eso no importa, aunque preocupado por ti, me diste un gran susto -responde.
-Pues ya no te preocupes más, estoy bien, el alcohol me afectó por no haber comido -esta vez soy yo quien acaricio su mano tranquilizandolo.

-Gracias a Dios ya estás bien -mete un mechón de cabello tras mi oreja- y ¿a qué hora saldrás de aquí?

-En unas horas, eso creo -me encojo de hombros recordando a mi doctor- acuestate a mi lado, estás muy cansado, se nota que no has dormido.

-No quiero incomodarte.
-Tú nunca incomodas, ven aquí -le hago espacio y él se acuesta de lado, nos miramos por minutos y él sonríe.

-He querido decirte algo desde hace varios días, el día en el restaurante iba a decirlo pero no pude, creo que es el momento -mis ojos se abren en sorpresa y espero ansiosa, él toma una respiración profunda y suelta- Estoy enamorado de...

Alguien se aclara la garganta detrás de nosotros, ambos levantamos la mirada y veo a Leo con un ceño fruncido y la boca en una línea recta.

-Disculpen, por interrumpir -dice clavando los ojos en mí- vine a decirte que puedes irte, espera a que el suero acabe y te marchas.

Su voz suena distinta, no entiendo que lo puso así.

-Ah, y no debería estar en la cama, señor -espeta pero su mirada se mantiene en mí a pesar de decirle eso a Carl.

Carl se baja rápidamente y asiente.

-Tiene razón, doctor -le dice- Lina, buscaré a una enfermera que te quite la intravenosa, creo que ya se acabó eso -señala antes de irse.

-¿Por qué no me lo quitas tú? -le pregunto a Leo cuando quedamos solos.

Sé que estoy siendo atrevida y no conozco ésta faceta de mí, pero siento que con él debo ir un paso adelante, si ve lo ingenua que soy, podré caer fácilmente y no quiero, no quiero que vuelva a suceder lo mismo que hace años.

-Mi turno acabó, deja que venga la enfermera -sus palabras son secas, y pensar que hace un rato tenía su lengua en mi boca.

Da media vuelta para irse pero se detiene, camina unos pasos hacia mí y queda muy cerca, puedo leer su apellido bordado en la bata "Dr. Toscana", hasta su apellido es lindo.

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